Cosquín Rock: la apuesta por la diversidad

Información General 16 de febrero de 2020 Por Germán Sánchez
La vigésima edición del festival cordobés dejó mucha tela para cortar. Una multitud le levantó el pulgar nuevamente y se evidenció que hay público para todos los estilos musicales. La diversidad ha llegado para quedarse y para sumarle nuevas opciones al clásico de todos los veranos.
FOTO G. SÁNCHEZ// CELESTE CARBALLO./ Concierto en la Casita del Blues. CHUCHO./ De los Auténticos Decadentes, a pura fiesta.
FOTO G. SÁNCHEZ// CELESTE CARBALLO./ Concierto en la Casita del Blues. CHUCHO./ De los Auténticos Decadentes, a pura fiesta.
“La diversidad es lo único que nos puede ejercitar la tolerancia a todos y además abrir la cabeza. Me parece que más que nada tiene que ver con eso, no es aceptar, es ver qué están haciendo los otros y qué de eso a vos te puede resonar por simpatía. Para mí es sano”. Ricardo Mollo, voz y líder de Divididos le decía esto a la Revista Rolling Stones el sábado un rato antes de subirse al Escenario Norte del Cosquín Rock, después de 15 años de ausencia en el festival cordobés.
Una definición contundente, concreta, directa. Muy válida en tiempos en que pensar distinto te convierte en enemigo. El Cosquín Rock fue entendiendo en las últimas ediciones que la esencia siempre estará, que el rock nacional como lo conocemos los que pisamos los 50 no va a faltar ni se va a ir. Claro que también va entendiendo y adaptándose a las nuevas tendencias. No fue solo este año. En la edición 2019 el Escenario Sur cobijó una fiesta electrónica sobre el final de la noche y entrada la madrugada. Y este año tuvo su espacio exclusivo.
Lo mismo pasa con la música urbana y esta tendencia del trap que tiene cada vez más exponentes y más seguidores. Es cierto lo que dice Mollo, tal vez el seguidor de Guasones no vaya a ver al Duki, o el fanático de Ciro no cruce todo el predio para ver el show de Cazzu. Y está bien que unos se queden con su banda y que otros sigan a su artista predilecto.
En este juego de la diversidad habrá quienes se quejen y quienes lo festejen. Habrá quienes entiendan y quienes no. Se quejarán los amantes del heavy porque es cierto, de un tiempo a esta parte no solo ya no hay escenario exclusivo, sino que cada vez son menos las bandas del género que se hacen presentes. En ese rubro también pueden levantar la mano los amantes del reggae. Acaso sea tema para la edición 21.
Cosquín Rock festejó sus 20 años de festival con una fiesta de magnitudes. La gente siempre dijo presente. El viernes por la tarde ya se podía imaginar una multitud, porque las adyacencias del ingreso al predio de Santa María de Punilla estaban tapizadas de rockeros de todas partes del país. Y el sábado, desde muy temprano miles y miles de seguidores poblaron todos los sectores. Desde el tempranero show de Hilda Lizarazu el Escenario Norte era un mosaico de gente. Hasta el domingo cuando los Ratones Paranoicos le daban el broche final a la fiesta.
Es imposible no poner en el podio de los mejores momentos al Homenaje a Charly García. Una hora de piel erizada, de lágrimas en los ojos, de letras que salen solas, de imágenes que tienen que ver con todas las épocas del maestro eterno. Desde instituciones hasta Inconsciente Colectivo. De Nito a León. De Fer Ruiz Díaz a Louta. Fue acaso, el mejor reconocimiento a uno de los pocos próceres que aún pisa escenarios. Es cierto, todos esperamos a Charly nuevamente ahí en su lugar, pero reconocer su enorme carrera –aunque haya sido porque no pudo estar- es, como mínimo un acto de absoluta justicia.
Ver que Divididos es una aplanadora intacta que no necesita ni siquiera de un periódico disco nuevo, hace pensar que no deberían pasar otros 15 años para volver a disfrutarlos en Santa María. Ver que los Decadentes siguen siendo el único invitado a cualquier fiesta que no puede faltar o ver que Los Caballeros aún pueden darse el lujo de debutar a los 50 y no morir en el intento, es parte de lo que el festival no debiera dejar pasar. Ver que La Casita del Blues es mucho más que una debilidad de José Palazzo y se ha convertido en un lugar con magia.
El Cosquín Rock ha tenido, tiene y tendrá en Santa María de Punilla los cimientos del gigantesco proyecto en el que se ha construido. Palazzo lo sabe mejor que nadie. Mientras continúa la expansión (este año llega a España y en octubre se va a Buenos Aires), el festival que dio origen a todo se mantiene bien vivo. Ratificando año a año su capacidad de superación.
El empuje local. Para la ciudad, musicalmente hablando, también ha sido una edición especial. Dos bandas estuvieron en el Escenario Córdoba X y el Pre Cosquín Rock Rafaela se ha ido consolidando en estos años como una plaza importante. En ese sentido, el trabajo de Bandas Locales y el apoyo de los músicos de la ciudad y la zona es muy importante.

Te puede interesar