Nuevamente el almanaque señala el 25 de diciembre como el día de un nuevo aniversario del nacimiento de Jesús. En esa fecha el mundo cristiano hace un alto y reverencia de un modo singular el grandioso acontecimiento litúrgico. Los símbolos más tradicionales se ponen en vigencia con motivo de esa gran celebración del mundo creyente.
Desde un bellísimo árbol con luces multicolores y regalos de toda índole, hasta el pesebre donde yace recién nacido el niño que vino a salvar a la humanidad.Allí, entre algunos animales domésticos, en un establo precario donde una poderosa estrella con su luz señala el lugar del santo acontecimiento. Allí, en ese lejano territorio llamado Nazaret está el Niño Dios, el Niño que luego recibirá la visita, el saludo, la sagrada bienvenida de los tres Reyes Magos. En ese sitio tan precario Jesús llegó al mundo, ese sitio donde la humildad es todo un emblema de  amor , de paz, de salvación. Así  como aguardamos la feliz noticia con todos esos atributos, esos preparativos  que conforman la auténtica bienvenida, nos sentiremos más que identificado con esta nueva Navidad  que se hace realidad nuevamente en nuestras almas y en nuestros corazones.