Sensaciones y sentimientos

Sociales 27 de septiembre de 2022 Por REDACCION
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14 sensaciones

ESCRITURA: NO EXPLICAR SIN NECESIDAD

POR HUGO BORGNA

El participante de un taller literario estaba a punto de mostrar un texto recién compuesto, lo empezó a leer con voz clara y sensible: “Mi amada novia, ¡cuánto te amo!”. Hizo una pausa, miró a los otros participantes y les dijo que con esas frases intentaba demostrar cuánto amaba a su novia, y aprovechó la pausa para preguntarles si entendían ellos el mensaje transmitido, dejando especialmente en claro que, de verdad, él amaba a su novia, y mucho.
Es cierto que en esa afirmación hay una abundante dosis de exageración, pero es una manera de entrar al nudo principal del cierre formal de los escritos, teniendo todos los sentidos alerta; cuando se exponen públicamente los propios escritos: el preciso momento en que se lo expone a la primera luz del análisis de los demás.
El ejemplo del primer párrafo, de verdad, no es tan exagerado; lo que ocurrió es que el autor mezcló su opinión de “padre” del escrito con su sensación de amor a su novia. Por supuesto, está muy bien que la ame, pero el juzgamiento de un escrito merece otro tipo de atención. Literariamente hay un ser recién nacido, apoyado en una idea pre elaborada en el intelecto, que ha cobrado vida propia.
Es algo parecido como con los hijos: ellos, como el escrito hecho público, deben “defenderse solos”. Por supuesto que los “padres” pueden válidamente apoyarlos, sin que sea necesario darles extensión de las tarjetas de crédito (literarias, queda claro).
El objetivo principal de los escritos con pretensión literaria es transmitir una emoción. La misma que ocupa a cada autor en el momento de desarrollar una idea para ser leída por medios gráficos. No existe la obligación de que sea transparente ni, menos aún, comprendida a la primera lectura. Puede cada escritor expresarla en términos oscuros, apelando a metáforas: estará comunicando un texto confuso, es cierto, pero si es su intención hacerlo está en su derecho por ser creador de “su” texto, intencionalmente distinto a las costumbres de escritura. Si, las palabras, puntuación y pausas deben estar al servicio de proveer de luz, en primera lectura, a un pensamiento que, para ser mejor comprendido, exija una mayor concentración.
Para diferenciar esos dos modos, una vez transmitida una sensación, la vida de ese texto quedará justificada. Y si se tratara de palabras de amor hacia la novia humana, tendrán debida aceptación decirlas directamente y en persona (en esos casos, el autor debe estar preparado: es previsible una generosa gratificación y agradecimiento, mediante pocas y claras demostraciones de cariño.
Es bueno pensar que los textos hechos conocer en grupos de lectura o taller literario tomarán vida pública independiente en una publicación de diario, revista o libro. El autor, obviamente, no podrá estar presente cuando sea leído y será tarde para decirle al eventual lector cuál es la intención de cada oración. Las palabras, solas, con toda la riqueza y canto y color que les da el idioma, se habrán encargado de explicar cabalmente el mensaje: no olviden quienes escriben que ellas son criaturas lanzadas al mundo no siempre sensitivo.
El proceso de racionalizar ha estado presente en la necesaria corrección y en el pulido: esas operaciones aseguran a cada autor la fidelidad en la comunicación entre la idea como ente y las palabras elegidas. Básicamente, respeten los autores la primera imagen o idea que les había llegado y pregúntense también si las que motivaran hacer ese escrito están presente. Si fuera así, con toda seguridad, pueden darlo por cerrado.
Pero ahora se advierte que falta algo: saber si el lector entendió que lo que se pretendió decir es que los escritos deben defenderse solos, sin el apoyo explícito de los padres.

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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