Sensaciones y sentimientos

Sociales 02 de marzo de 2021 Por Hugo Borgna
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LA ACADEMIA NOS DEFIENDE
Es como una señora de lengua madre, protectora y atemporal desde su inicio. No toma la iniciativa de ir a visitar a nadie, pero está atenta a detectar los buenos y los malos usos; cuando los percibe, en lugar de poner caras exageradamente serias y/o admonitorias, piensa en la situación, la analiza y da su autorizado mensaje.
No es estructurada, como la acusan los libertinos del lenguaje. Sí una tía comprensiva del hecho de tener sobrinos -de repente caprichosos- que se pasan de innovadores y, por más que los esforzados elastizadores de conceptos intenten sacarla de sus (nuestras) raíces, ella siempre tendrá el último vocablo.
Y cuando habla, ¡habla!
Hace poco se manifestó acerca de algunos usos y tendencias que son mayormente nuestros ya que, como argentinos de ley, no nos conforman los modelos establecidos.
.Cuando el integrante de algún cuerpo colegiado es mujer, se debe definirla como “la” miembro. No recomienda “miembra”.
.Género no es igual que sexo y no siempre está relacionado. Un televisor es masculino pero no macho. Una silla es femenina pero no hembra.
.“Violencia de género” es incorrecto porque la violencia es cometida por personas y no por palabras. Se debe decir “violencia sexual” o “violencia doméstica”.
.Las feminizaciones (o masculinizaciones si se trata de las docentes femeninas) cuando tienden a complementar, implican una sobreabundancia (niños y niñas, alumnos y alumnas, ciudadanos y ciudadanos). Ese uso, más cuando es repetido sistemáticamente, es decididamente irritante para quien escucha, que con oir “niños”, “alumnos” o “ciudadanos” ya tiene una bien clara idea del conjunto mixto.
.Adolescente, asistente, presidente, son participios activos y no admiten feminización (adolescenta, asistenta, presidenta) ni masculinización (adolescento, asistento, presidento).
.El generalizador masculino (“todos”) incluye necesaria y naturalmente a los ejemplares femeninos del conjunto.
Dice la Tía que ese modo de usar el idioma es “empobrecedor, artificioso y ridículo. Que, también, destruye la armonía del lenguaje.
Los hablantes no necesitamos que nos vuelvan a enseñar las formas correctas, esas que facilitan la inmediata comunicación comprensiva del mensaje: son del dominio público. Se supone, además, que los medios de comunicación masiva y los personajes cuya palabra llega a mucha gente, deben ejercer la docencia (para hacerlo sólo deben comunicar correctamente su mensaje).
La idea es crecer, el compromiso es mejorar. Se sabe que si no se evoluciona, se retrocede. Por ser seres pensantes, tenemos la obligación de ir superando permanentemente lo establecido.
Todos, y en cada acto, somos ejemplo. Se da por descontado que el modo que hemos elegido para expresarnos es el correcto.
Si no cuidamos el modo de hablar, si sobrevaloramos los modos errados de expresarnos (además, contraviniendo reglas básicas del idioma) estaremos perjudicando el valor de las palabras y la comunicación fácil y directa.
Para que se entienda con la necesaria y clara interpretación, estaremos -concretamente y sin excusa ni justificación- hablando mal.

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