En busca de… José Saluzzi, músico

La Palabra 20 de junio de 2020 Por Raúl Vigini
Compromiso con la calidad y la identidad Nació en Buenos Aires en 1975. Pero con raigambre salteña. Es la tercera generación de músicos profesionales. Su apellido recorre el mundo desde hace décadas prestigiando el arte de los sonidos de nuestro país. De sólidos conceptos, con una formación intensa, y la visión universal que captó en sus diferentes estadas. La satisfacción y la responsabilidad de continuar una senda familiar que nació en la tierra de las zambas carperas, recorrieron otros continentes y se afianza en la capital argentina con amplios horizontes. Aquí relata ese camino a LA PALABRA.
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archivo Juan Hitters Transmitir la música: Es el propósito de José Saluzzi

LP - Naciste en Buenos Aires, viviste en Europa desde chico. ¿Qué asimilaste y aprehendiste de esas sociedades?

J.S. - Mi experiencia de vida en Europa fue muy importante. En su momento resultó muy complicado, ya que tenía nueve años y no hablaba alemán, y tuve que aprender rápidamente el idioma para poder estar en la escuela; lo mismo me pasó con el italiano cuando vivimos en Ticino, Suiza. Pero más allá de lo duro que puede ser un cambio así para un niño, aprendí mucho de lo que soy: el orden, la sistematicidad, el respeto por la cultura y la educación. 

LP - ¿Encontrás lugares comunes en esos lugares geográficos y la música que hacés?

J.S. - La música es la expresión de lo que uno es. Nací en Buenos Aires, viajaba asiduamente a Salta, y viví en Suiza y Alemania cuando era chico. Después estudié en el Conservatorio de Viena y estuve afincado por años en Austria de más grande. En Europa la música es posible. Si estás comprometido con la calidad y con tu propia identidad, podés trabajar como músico, poder ser quién sos. Mi lenguaje está absolutamente atravesado por mi experiencia y por los lugares que transité. Todas las geografías fueron influyendo en la forma en la que escribo y siento la música. 

LP - ¿Qué proyectos te interesaron desarrollar con la música?

J.S. - Los proyectos en los que participé con mi padre fueron fundamentales y de gran interés. Pude conocer muchos músicos y ciudades del mundo. Me interesaron proyectos con otros músicos en formaciones de trío y cuarteto, con música propia. También participé en un proyecto de jóvenes compositores que se llamó Cauces con Juan Fracchi, Federico Siknys, Gustavo Chenu y Eduardo González. Tengo un proyecto de edición de arreglos para guitarra de la obra de mi padre y llevo unos dos años trabajando en un proyecto, que es el que más me interesa, que es de composiciones de guitarra sola. 

LP - ¿Le dedicás tiempo a la docencia?

J.S. - Me parece muy importante compartir lo que uno sabe. Doy clases de música, de composición e interpretación on line y en forma presencial. También estamos organizando unos seminarios dirigidos a conservatorios para la difusión de la obra y las ideas estéticas de mi padre. 

LP - Contanos de la cátedra Dino Saluzzi.

J.S. - La Cátedra Dino Saluzzi se creó en la Universidad de San Martín en el año dos mil quince. Mi padre dirigió personalmente las actividades de formación de músicos. Una actividad que realiza habitualmente desde hace años en el exterior, en diferentes conservatorios del mundo. La Cátedra tenía actividades artísticas y académicas entre las que estaba la conformación del Proyecto Ensambles. Fue un gran trabajo con el que se consiguieron logros importantísimos. Se realizó una convocatoria nacional y audiciones en las que participaron talentosos músicos de todo el país y después se conformaron grupos de cámara y de estudio individual que tuvieron acceso directo a obras de mi padre, algunas inéditas y otras especialmente arregladas para los instrumentistas participantes. Se realizaron actividades de difusión del pensamiento y la obra de mi padre, como Conversaciones con Dino Saluzzi y un seminario de Introducción a la obra de Dino Saluzzi dictado por mí y por la historiadora del arte la licenciada Luján Baudino. Había previstas actividades nacionales e internacionales, pero el cambio de gestión desfinanció la Cátedra. Habíamos planificado importantes actividades culturales y, como en este país la cultura está muy asociada a la política, quedaron truncas sin explicación alguna. Una oportunidad muy grande se perdió con esto, ya que en ese momento mi padre se dedicó casi enteramente a la formación de músicos para que pudieran tocar su música, y de alguna manera recibir parte de su conocimiento y experiencia artística de forma gratuita. En la Cátedra se hacía mucho hincapié en la importancia de hacer nuevas lecturas sobre los compositores de nuestra música, entendiendo que hay grandes personalidades que están quedando sepultadas por la ignorancia y la desidia. Una cultura que no respeta ni aprecia su propia música es una sociedad condenada al fracaso. Las culturas son como las personas, si no se respetan a sí mismas, ¿cómo van a conseguir el respeto y la valoración de los demás? 

LP - ¿Qué música componés?

J.S. - Mi música es instrumental. Obviamente tengo la escuela de mi padre, que ve con respeto y valor la música argentina. Me gusta la música rioplatense y el folklore en general, veo la belleza de sus melodíasy me identifico con muchas de ellas. En mi caso, como el de mi padre, la melodía expresa una imagen interna, después, la construcción de la armonía y de las diferentes modulaciones me ayudan a dar el paisaje estético que acompaña a la idea que interesa trasmitir. Mi música es una música para acompañar la cotidianidad de las personas, es una música que busca construir un lugar agradable para habitar.  

LP - ¿Cómo surgió el trío con Juan Fracchi y Ulrik Bisgaard?

J.S. - A Ulrik lo conocí a través de Juan, un día que vinieron a mi estudio para presentármelo. Allí enseguida se dio una conexión musical, una natural manera de hacer música. Tenemos afinidades entre los tres, inquietudes y gustos parecidos. Ulrik es un gran amante de nuestro tango y Juan y yo admiramos a muchos compositores de Dinamarca. Fue un flujo de respeto e interés mutuo que dio lugar a que podamos compartir músicas compuestas por nosotros y arreglos de música “popular” de ambos países. Para mí hablar de música popular es algo confuso, ya que el término popular puede ser entendido de diversas maneras. Creo que, en realidad, es más adecuado hablar de música argentina. 

LP - ¿Cómo fue el proceso de grabación de “Lugar”?

J.S. - Grabamos el disco “Lugar” durante una gira del trío en dos mil dieciocho por Dinamarca. Como estábamos en plena gira, la grabación fluyó, y en el dos mil diecinueve hicimos el trabajo de mezcla y mastering en Argentina, donde el sello Ceibo Música lo produjo en formato de disco compacto y actualmente está en todas las plataformas de streaming. 

LP - ¿Cuál es el propósito de tu vida como músico?

J.S. - Poder vivir de lo que hago y que los demás puedan disfrutar de ese “lugar” al que invito a experimentar a través de la música. Tengo un proyecto, “Luz de adentro”, que es solista con algunos músicos invitados, que está en proceso de grabación. 

LP - ¿Hay Salta en vos?

J.S. - Sí, y mucha. Hay una composición que se llama Color ocre que hace referencia directa al paisaje norteño, es una pequeña suite en tres partes. Es solo un ejemplo; mi música está llena de recuerdos y Salta es un lugar al que siento pertenecer. 

LP - Algo más que desees agregar.

J.S. - Creo que en Argentina el valor del aporte de mi padre a la cultura argentina está muy lejos de ser considerado como corresponde. Esperemos que el tiempo y el compromiso con el arte puedan darle el lugar que se merece. Lamentablemente, su música de cámara y sinfónica es poco conocida en Argentina. Se lo asocia más a la interpretación, a lo folklórico y eso es hablar de un Dino Saluzzi de hace más de treinta años.

por Raúl Vigini

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