OTOÑO ENCANTADO

SUPLEMENTO RURAL 09 de abril de 2020 Por REDACCION
Para mucha gente, entre las que me incluyo, el otoño es la estación que más se disfruta. Los jardines de esta época toman cierta prestigiosa mansedumbre, el color ligeramente seco de algunas frondas, a veces amarillas y en muy contados casos, rojas, pincelan el espacio abierto.
Es en esta estación donde comienza el famoso "manos a la obra de la jardinería”, se puede trasplantar lo que no está bien en su sitio, se puede plantar lo que viene de viveros, y finalmente se puede podar.
Y ¿qué es podar? O mejor dicho, ¿por qué podar? La respuesta es contundente: por necesidad.
La necesidad la dará nuestro sentido común. Algunas veces será por razones de invasión del espacio cercano en forma no deseada; y otras por alivio para la propia planta, en lo que se denomina, equilibrio de su fronda. Sea por las razones que fueren, siempre será a modo de escamonda, es decir, aligerar la copa de manera austera e indispensable.
Si un arbusto o árbol debe ser podado cada año en forma excesiva, es seguro que está mal ubicado en el lugar en que se encuentra, o nos da demasiada sombra por cercanía, o no tiene hojas caducas como hubiese sido necesario para el sitio en cuestión.
Entonces, hay que plantearse que nos hemos equivocado profundamente en su plantación. Y si se puede, replantearnos la zona, caso contrario, debemos derribarlo.
Las podas indiscriminadas, solo traen complicaciones de enfermedades para la planta, y costosos servicios para llevarla a cabo.
Un jardín bien estructurado (y una calle o una plaza) no deberían necesitar poda en exceso. Si las requieren, el programa fue malo y no consideró magnitudes o tamaño finales de las plantas.
Esto está íntimamente relacionado con el diseño de plantación.
Cuando se comienza un jardín es posible que, si se respetan los tamaños finales de crecimiento de las plantas, el espacio parezca “pobre” o vacío. Esto puede solucionarse ocupando los lugares intermedios con herbáceas de rápido crecimiento (lantana) de modo tal, que cuando los arbustos lleguen a su plenitud las herbáceas hayan llegado al final de su crecimiento y vida.
Es también en otoño, cuando la tarde se hace amable para caminar entre plantas, analizar largamente la composición y las asociaciones de ellas, y reconsiderar nuestras decisiones apresuradas. Siempre podemos esperar los primeros fríos constantes, de las últimas semanas de mayo (generalmente), ponernos guantes, cavar cuidadosamente alrededor de las raíces sin romperlas, levantar de la forma más armada posible el pan de tierra con todo lo que contiene, y llevarlo cuidadosamente al sitio elegido en donde ya estará el hoyo esperando. Ahí, con una pequeña poda de la fronda buscando el equilibrio de lo que pudo lastimarse de raíces, damos por finalizado el trasplante; “celebrando” con una buena cantidad de agua sobre lo plantado, y tratando de afirmarlo fuertemente.
Es el momento oportuno de revisar el calendario de siembra de hortalizas y ver que nos toca en este mes; este mes y el que sigue se puede sembrar acelga, ajo, arveja, cebolla, lechuga, escarola, espinaca, perejil, puerro, rabanito, remolacha, zanahoria, y entre las aromáticas, romero, salvia, laurel, tomillo, estragón, menta, cebollines. La huerta en otoño es muy generosa en dejarnos sembrar casi todo lo que nos gusta… y recuerden que durante semana santa como dicen nuestras abuelas, es la mejor época; a elegir muy bien que luego llegarán los premiados frutos.
Entonces, ahí si será posible mirar hacia arriba y pensar como Mario Benedetti:
“…Después de todo, el secreto es mirar hacia arriba y ver como las nubes se disputan las copas y ver como los nidos se disputan los pájaros.”
 HASTA PRONTO. A celebrar la vida... María Paula.

QUEDATE EN CASA QUE FALTA MENOS… FELICES PASCUAS.

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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