Tiempo de Cuaresma: caminar hacia la Pascua

Sociales 27 de febrero de 2020 Por REDACCION
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(Por Miguel Pettinati). - Querido lector: en este tiempo de Cuaresma dejemos transformar nuestros corazones en el cuerpo de Cristo pan de vida. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que come de este pan vivirá para siempre (Juan  6,48-58), así lo enseña el Sacramento de la comunión.

El rito de la comunión
Aquí culmina el sentido de la oración hebrea: la ofrenda del cordero se rubrica cuando la víctima es compartida en una comida. Llega el momento de sellar el ofrecimiento con una comida. Y entonces firmamos nuestra alianza con una fiesta, un banquete en el que participamos del "cordero de Dios", el cuerpo y la sangre de Cristo Jesús. Aquí nos integramos en la nueva alianza, en la comida eucarística  de Jesús, al compartir el mismo pan de vida, su cuerpo y su sangre. Y nos convertimos en un pueblo: el pueblo de Dios.
Así como hay una unidad en la liturgia de la Palabra, las lecturas de la Escritura y la presentación  de las ofrendas para la celebración eucarística, de modo semejante hay un solo rito de la comunión. Y aunque tenemos varias plegarias eucarísticas, el rito de la comunión es siempre el mismo. Lo que caracteriza al rito de la comunión es la unidad de la asamblea; unidad lograda por la acción de Cristo, nos formó como su pueblo, mediante su vida, muerte y resurrección, su misterio pascual.
Este es el misterio sagrado que celebramos. ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque participamos de ese único pan" (1 Corintios 10,17).
En las celebraciones eucarísticas que se tenían en los días inmediatamente después del tiempo de Jesús, partir y compartir el pan era una ceremonia sencilla. La oración del sacerdote era parecida nuestra "invocación al Espíritu Santo por la unidad".
A través de los años, las oraciones y las acciones litúrgicas se fueron aumentando, hasta alcanzar la forma del rito de la comunión que tenemos actualmente.
El Padre Nuestro: empezamos con la oración que nos enseñó el mismo Jesús, el Padre nuestro, que ha sido consignada por los Evangelistas Mateo (6,9-13) y Lucas (11,2-4). Forma parte de la liturgia eucarística, por lo menos  desde la última parte del Siglo IV. Por su ubicación, el Padrenuestro introduce la recepción del cuerpo y la sangre de Cristo, en su petición " danos hoy nuestro pan de cada día", también nos prepara purificándonos "perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden".
Después de una breve invitación del sacerdote, el pueblo reza: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas  como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación , líbranos de todos los males, amén.
La invocación de la oración del mismo Jesús nos introduce en la fracción del pan y la participación en la copa del Señor entre nosotros. Somos rezados por Jesús. Estamos ante el Padre por Jesús. Hemos sido presentados al Padre como ofrenda por Jesús. Dios Padre nos escucha, por eso nos animamos a pedir nuestro pan de cada día, el perdón y la liberación de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro salvador Jesucristo, amén.
El énfasis de esta súplica está puesto en nuestra condición presente, en espera de la venida final del Señor, la parusia, la venida sacramental de Cristo Jesús en la Eucaristía despierta nuestra alegría porque es un anticipo que satisface nuestro anhelo. La oración del sacerdote también subraya el deseo de que Jesús profundice su posesión de nuestras vidas en un proceso continuo, liberándonos de cualquier tipo de mal. La asamblea de los creyentes responde: tuyo es el reino tuyo es el poder y la gloria, por siempre Señor.
Esta respuesta, esta aclamación es un eco de la doxología con la que termina la plegaria eucarística. Su énfasis está asumido como una respuesta a las referencias que el celebrante hizo a la escatología, al final de la oración que empieza "líbranos". Es una aclamación muy antigua, ya que aparece en el Evangelio de Mateo 6,13, como lectura introducida en el texto por influencia litúrgica. También se encuentra en la Didaché.

Para dialogar
Comente el contenido del Padre Nuestro.
Dialogue sobre la fracción del pan. ¿Qué significa? ¿por qué esta acción es símbolo de Cristo?
La oración para los hebreos consistía en ofrecer un cordero y, para rubricar el pacto compartirlo en una comida. Dialogue acerca del rito de la Comunión como banquete, como fiesta donde compartimos el cordero de Dios que ha sido sacrificado, el cuerpo y la sangre de Jesús, para sellar nuestra alianza entre Dios y nosotros, su pueblo.
Trabajar con la Biblia.
Es importante meditar paso a paso todos los textos, y  en especial el de Juan - con papá, mamá, hijos, abuelos-, después entrevistar al sacerdote, que que participan de la Santa misa- y explique un poco más - la acción del texto de Juan, en el rito de la comunión, amén.
¿Cómo se puede creer que Dios nos ama y no ser felices?.
Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Amén.


REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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