Sensaciones y sentimientos

Sociales 09 de abril de 2024 Por Redacción
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RADIOLANDIA Y LOS AVANCES TÉCNICOS

Por Hugo Borgna
No fue la primera publicación de Julio Korn, conocido editor de música por esas décadas. Él ya había incursionado en el tema desde marzo de 1928 con la revista “La canción moderna”.
“Radiolandia comenzó a salir en 1930: era necesario aprovechar la reciente difusión de la radiofonía. El oyente necesitaba completar con una cara las voces que le llegaban mediante el “éter”. Era un desafío con ventajas, contaba con la ansiedad del público de tener imagen de quienes animaban los programas radiales. Esa ansiedad había originado primero el fenómeno conocido como “la magia de la radio”; hacía trabajar la imaginación de los “estimados oyentes” Hasta entonces oír radio hacia imaginar a las locutoras como mujeres como de notable belleza y a los hombres vestidos con elegancia. A ellos estaba dirigido el ofrecimiento -que no volvió a repetirse en la historia- por medio de una bien cotizada sastrería ubicada en Esmeralda 150. Se competía entonces en la buena presentación, a pesar de que el público radial no los veía.
Era previsible la creación de una revista como Radiolandia, permitiendo la visión completa de carne, hueso y papel de quienes llegaban solo con la voz. Terminaba así el esfuerzo imaginativo “la magia de la radio”. Ya era natural conocer las caras de cantantes, locutores y actores. Tan apreciada fue ese hecho como, años más tarde, conocer la cara oculta de la luna.
Radiolandia brilló con las estrellas cotidianas. Nos sonreían desde la tapa Marilina Ross, Violeta Rivas y Néstor Fabián (siempre apareciendo juntos), Carlos Balá, Graciela Borges, Palito Ortega…
Eran esas portadas sonrisas rectangulares que iluminaban todo. Insinuaban también circunstancias de la vida de los personajes populares creando -igual que ahora- la curiosidad de los lectores-oyentes. Hasta que se agregó la televisión a ese panorama el movimiento de las figuras
Un encanto para todos, menos para Radiolandia que, por ser sólo revista, no tenía sonido.
Se dice que la evolución humana sucede con pasos hacia adelante y hacia atrás, más hacia adelante. La percepción de la televisión fue completa y ganadora.
Radiolandia debió convertirse ahora :agregó “Tevelandia”en su tapa. Y surgió Antena (Antena TV, por supuesto) y asimismo más revistas para ese nuevo público, que informaban de la programación de los canales, ahora más familiares que las revistas.
La competencia siguió por parte de Radiolandia, con el agregado en el título de “2000”
Si bien la televisión la había clasificado como una ayuda ocasional (no hay que olvidar que por un largo tiempo fue la información complementaria dando cuenta de programación de canales y contando detalles de la vida “privada” de los artistas); se arregló para incorporarse a la familia televidente. Fue un éxito. Cuando sólo había “radio” no hubo revistas que informaran de la programación oral, la que sí era buscada, y con mucho interés, por los “estimados oyentes”.
Hubo más todavía: llegó la informática. Y Radiolandia, como idea de información, no perdió.
La llegada del formato digital la colocó en un puesto de muchísima consulta; ahora da cuenta de los hechos y detalles casi secretos (¿) de cantantes, actores, animadores, artistas, deportistas, modelos…
El público, desde un siempre oportuno celular, encuentra la información que antes estaba en revistas especializadas, olvidando que alguna vez la había discriminado calificándola como periodismo de chismes.
Nosotros no definimos así al periodismo de Radiolandia, original o convertido por la informática.
Por haber madurado como lectores, televidentes, oyentes de radio…
Y principalmente, porque no somos chismosos.

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