Por REDACCION
El fenómeno inflacionario ha sido un problema recurrente en la historia argentina, incluyendo eventos de
hiperinflación a finales de los ‘80. En la última década, y luego de un periodo de alto crecimiento de la
actividad económica y baja inflación (2003-2007), el aumento generalizado de precios volvió a ser un
problema de relevancia. Esto se tradujo en diferentes políticas de parte del Gobierno nacional tendientes a
detener dicho proceso.
En diciembre de 2015, con el cambio de signo político en el Poder Ejecutivo Nacional, el rumbo que se adoptó
para paliar el problema inflacionario viró sustancialmente. Previo a ello se habían aplicado principalmente
políticas heterodoxas de controles de precios. Entre otras medidas, se aplicó una fuerte intervención en el
mercado cambiario, congelamiento de tarifas de los servicios públicos, retenciones y cuotas de exportación
de determinados productos y programas de control de precios minoristas, como el denominado “precios
cuidados”.
Una vez iniciada la presidencia de Mauricio Macri, estas medidas fueron dejándose de lado y la
lucha contra la inflación se centró principalmente en la política monetaria. Adicionalmente se comenzó
moderadamente a trabajar sobre uno de los problemas de fondo como es el déficit fiscal, centrando los
esfuerzos en la reducción de subsidios.
En este informe se realiza un repaso de la evolución de la inflación en los últimos 10 años, centrando la
atención a partir de 2015, dando cuenta de las características más salientes del proceso en el corto plazo.
Cabe aclarar que el trabajo tiene en cuenta los aspectos económicos del tema, dejando de lado los
trasfondos políticos que pudieran observarse.
Se toma como referencia el
Índice de Precios al Consumidor presentado por el Congreso (IPC-Congreso), dado que las estadísticas
publicadas por INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) para el período 2007-2015 fueron
desacreditadas oficialmente por el organismo. Cabe aclarar que en 2016 y 2017 INDEC vuelve a publicar un
índice de precios nacional; y que las cifras oficiales actualmente han vuelto a tener consistencia en términos
de indicadores alternativos.
A comienzos de 2016 se produjo un viraje en las políticas destinadas a
resolver el fenómeno inflacionario, además de otras políticas que también afectan al mismo. Se pueden
destacar, por ejemplo:
Plan de metas de inflación del BCRA (Banco Central de la República Argentina). Consiste en el
establecimiento de metas anuales de inflación por parte de la autoridad monetaria. Se adoptó el uso de
la tasa de interés de referencia como mecanismo principal para controlar los agregados monetarios.
Liberalización del mercado cambiario, dando libertad a la oferta y demanda para el establecimiento del
precio de mercado de las divisas. La principal consecuencia de ello fue una depreciación del tipo de
cambio del orden del 37% en diciembre de 2015, sumando además casi un 20% en enero y febrero de
2016. Además se destacan una depreciación de casi 15% entre mayo y julio de 2017 y otra en el orden
del 16% entre diciembre de 2017 y febrero de 2018.
Apertura comercial: se eliminan/moderan las restricciones a importaciones y exportaciones, de manera
que los productos nacionales deban competir en precios con los provenientes de otros países.
Reducción y eliminación de retenciones a la exportación de productos primarios, con el consecuente
aumento de precios internos de los mismos.
Reestructuración de las tarifas de diferentes servicios públicos que se encontraban altamente
subsidiados, provocando fuertes subas anuales en las mismas.
INFLACIÓN REAL
En los primeros meses de la actual administración del Ejecutivo Nacional, el equipo económico fijó metas de
inflación para cada uno de los cuatro años de mandato. Estas se ubicaron en el rango 20-25% para el año
2016; 12-17% para 2017; 8-12% para 2018; y entre 3,5% y 6,5% para 2019. El BCRA en un comienzo se
comprometió a llevar a cabo las acciones necesarias para cumplir estas metas y posteriormente las adoptó
como propias en la formulación de su programa de disminución progresiva del aumento generalizado de
precios.
Es de destacar que en el presupuesto del año 2017 (el primero formulado por el actual gobierno), la
estimación de inflación se fijó en un 17%, lo cual era acorde a la meta inflacionaria que se había fijado
previamente. En este sentido, para el presupuesto 2018 la proyección de la inflación se fijó en un 15,7%, al
tiempo en que el BCRA sostenía una meta inflacionaria de entre 8 y 12%. Esta meta fue revisada el 28 de
diciembre (posteriormente a la sanción de la Ley de Presupuesto) y se elevó al 15%; pero como se presenta
en el apartado referido a expectativas, dicho nivel también se ubica por debajo de las proyecciones
esperadas para este período.
En el periodo 2016/2017, los componentes que se destacan son otros.
En este caso, un cuarto de la variación del nivel general de precios se explica a partir del componente
Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, ya que aporta 19,8 puntos porcentuales al 77,9% del nivel
general. Esto significa que este ítem más que duplicó su aporte a la inflación general si se compara con el
año 2015. Los otros dos componentes que se destacan sobre el resto son Bebidas alcohólicas y tabaco y
Comunicaciones, aunque sus bajos ponderadores provocan que sólo aporten 5,9 puntos al total.
En tanto, deben destacarse las divisiones Alimentos y bebidas no alcohólicas, Salud, Transporte y
Restaurantes y hoteles, los cuales no presentan porcentajes de aumento por encima del nivel general, pero
debido a sus altos ponderadores contribuyen a este, en conjunto, 32,9 puntos porcentuales.
En síntesis, durante el último bienio los principales componentes explicativos de la inflación se vincularon
con los servicios públicos, como Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, o con otros sectores
altamente regulados, como Salud y Transporte. En los meses de enero y febrero de 2018 se continúa con
una tendencia similar. Tomando como base el nuevo IPC nacional, este arrojó tasas de inflación mensual de
1,8% y 2,4% respectivamente. Estas subas estuvieron impulsadas por la categoría Regulados del nuevo
índice, que observó un acumulado de 7,1% en lo que va del año, mientras que el IPC núcleo acumuló 3,6% y
la categoría Estacionales 2,0% respecto al 4,2% que acumuló el Nivel General.
EXPECTATIVAS
Como ya se mencionó anteriormente, el Banco Central reviste un rol de suma importancia en el esquema
del actual gobierno. A tal efecto mantiene un programa de metas de inflación, relevamiento de expectativas
de mercado (REM) y política monetaria similar a los modelos que se aplican en otros países vecinos, como
Brasil y Chile. A fin de cumplir este objetivo, la autoridad monetaria fija periódicamente una tasa de interés
de referencia como principal mecanismo para controlar los agregados monetarios y así contener la inflación.
A partir de junio de 2016 el BCRA comienza a relajar la política
monetaria e inicia un sendero descendiente de la tasa de interés en consonancia con las bajas en las
expectativas.
Durante el segundo periodo señalado, desde noviembre de 2016 a marzo de 2017, la tasa interanual de
inflación retrocede bruscamente, aunque se mantiene por encima del 30%. A partir de ello, las expectativas
de inflación a 12 meses vuelven a subir, según las mediciones de UTDT. Así, la autoridad monetaria reacciona
a estas señales, cortando la trayectoria descendiente de la tasa de interés de referencia, la cual se mantiene
estable hasta marzo de 2017.
A partir de abril de 2017, las expectativas de inflación a 12 meses disminuyen nuevamente y se mantienen
alrededor del 20% hasta las últimas mediciones. En cuanto a las tasas interanuales de inflación, las mismas
continúan disminuyendo hasta un mínimo de 21,6% en julio. Sin embargo, en agosto y septiembre se observan dos aumentos consecutivos de la inflación interanual, la cual supera nuevamente el 25% en
diciembre. Esto provoca una reacción del BCRA, que eleva la tasa de referencia en los últimos meses del año.
En base a la evolución de las variables presentadas puede detectarse que la acción del Banco Central en
vistas de controlar la inflación ha sido muy rígida al comienzo del programa, aunque se fue relajando a
medida que observaba una disminución en las tasas interanuales de inflación.
De hecho, en las primeras semanas de marzo de
2018 el Banco Central comenzó a intervenir con mayor frecuencia y decisión en el mercado cambiario para
que la depreciación de la moneda no impacte negativamente a su programa de metas.
Por otro lado, con el objetivo final de disminuir el déficit fiscal, el programa de reducción de subsidios ha
generado fuertes incrementos en las tarifas de servicios públicos y transporte.
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