Sociales Por: REDACCION 25 de enero de 2020

Mensaje del Papa

JORNADA DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

(ZENIT – 25).- El Papa Francisco afirma que la humanidad precisa una narración “que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha publicado ayer, 24 enero de 2020, el Mensaje del Santo Padre Francisco para la quincuagésima cuarta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año se celebra en muchos países el domingo 24 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor.
En esta ocasión, Francisco ha dedicado su mensaje al tema de la narración porque “en medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos”.

“Tejer historias”

En el primero de los puntos del mensaje, el Papa destaca que el humano es “un ser narrador” que desde la infancia tiene “hambre de historias”, ya que, “sumergiéndonos en las historias, podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida”.
“El hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días. Pero, desde el principio, nuestro relato se ve amenazado: en la historia serpentea el mal”, apuntó.

“No todas las historias son buenas”

Efectivamente, “No todas las historias son buenas”: “Cuántas historias nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices. Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos”, expone el Pontífice
En el mundo actual, en el que los relatos falsos está al orden del día, el mensaje indica que necesitamos “sabiduría para recibir y crear relatos bellos, verdaderos y buenos”, “valor para rechazar los que son falsos y malvados” y “paciencia y discernimiento para redescubrir historias que nos ayuden a no perder el hilo entre las muchas laceraciones de hoy; historias que saquen a la luz la verdad de lo que somos, incluso en la heroicidad ignorada de la vida cotidiana”.

“La Historia de las historias”


El Obispo de Roma subrayó que la Sagrada Escritura es una “Historia de historias”: “A través de su narración Dios llama a las cosas a la vida y, como colofón, crea al hombre y a la mujer como sus interlocutores libres, generadores de historia junto a Él”.
“La vida nos fue dada para invitarnos a seguir tejiendo esa ‘obra admirable’ que somos”, indica el texto. En este sentido, “la Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios”, añade.
En consecuencia, el hombre está llamado “de generación en generación, a contar y a grabar en su memoria los episodios más significativos de esta Historia de historias, los que puedan comunicar el sentido de lo sucedido”.

“Una historia que se renueva”


En cuarto lugar, el Santo Padre recuerda que la historia de Cristo no es “patrimonio del pasado”, sino “siempre actual”: “Nos muestra que a Dios le importa tanto el hombre, nuestra carne, nuestra historia, hasta el punto de hacerse hombre, carne e historia. También nos dice que no hay historias humanas insignificantes o pequeñas. Después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina”.
Asimismo, “cada uno de nosotros conoce diferentes historias que huelen a Evangelio, que han dado testimonio del Amor que transforma la vida. Estas historias requieren que se las comparta, se las cuente y se las haga vivir en todas las épocas, con todos los lenguajes y por todos los medios”, indica.

“Una historia que nos renueva”

En el último punto del mensaje, Francisco subraya que “mientras leemos la Escritura, las historias de los santos, y también esos textos que han sabido leer el alma del hombre y sacar a la luz su belleza, el Espíritu Santo es libre de escribir en nuestro corazón, renovando en nosotros la memoria de lo que somos a los ojos de Dios”.
Al rememorar el amor del que “nos creó y nos salvó”, “nos abrimos a la visión misma del Narrador”: “Contarle a Dios nuestra historia nunca es inútil; aunque la crónica de los acontecimientos permanezca inalterada, cambian el sentido y la perspectiva. Contarse al Señor es entrar en su mirada de amor compasivo hacia nosotros y hacia los demás. A Él podemos narrarle las historias que vivimos, llevarle a las personas, confiarle las situaciones”, describió el Papa.
De esta manera, es posible “anudar el tejido de la vida, remendando los rotos y los jirones. ¡Cuánto lo necesitamos todos” y no se trata de “seguir la lógica del storytelling”, sino de “dar testimonio de lo que el Espíritu escribe en los corazones, de revelar a cada uno que su historia contiene obras maravillosas”, aclaró.
Finalmente, el Pontífice encomendó todo ello a la Virgen María, “una mujer que tejió la humanidad de Dios en su seno y —dice el Evangelio— entretejió todo lo que le sucedía”.