Por REDACCION
Durante el año 2017, el Valor Bruto de la Producción (VBP) agrícola de la provincia de Santa Fe ascendió a 3.866 millones de USD, logrando un crecimiento interanual del 26% destaca en su último informe de coyuntura del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), que depende de la Fundación Mediterránea. Se estima que el incremento registrado en el valor de la producción agrícola, hizo un aporte al crecimiento de la economía provincial en el orden de 1,2% interanual resalta el estudio firmado por Carolina Beltramino, de la Regional Litoral del IERAL.
Por otro lado, se estima que durante 2017 se registró una caída del 10% interanual en el valor bruto generado por la producción industrial de aceite y harina de soja, con un impacto de -0,5% en el Producto Bruto Geográfico (PBG) de Santa Fe. A nivel agregado, la producción agrícola y la actividad de la industria oleaginosa aportaron a la provincia en 2017 un crecimiento cercano a 1,3% del PBG.
En el año 2018, el clima se constituye una vez más en el principal desafío para la producción agrícola, tanto a nivel provincial como nacional. En la provincia de Santa fe, las pérdidas estimadas por la menor producción agrícola ascenderían a más de 190 millones de USD.
A nivel de cada establecimiento, las consecuencias de la sequía implican un impacto económico negativo muy importante en el poder adquisitivo del productor, en los niveles de inversión del sector y en los próximos ciclos productivos, con las consecuentes implicancias económicas en la región.
En relación a la actividad de la Industria Oleaginosa, se estima a comienzos del año 2018 un inventario inicial de soja de 23,4 millones de toneladas. Este inventario es 5,4 millones superior al registrado en 2017, y se encuentra más de 10 millones por encima de los inventarios iniciales en los últimos dos años de mayor sequía (2009 y 2012). Sin embargo, los stocks iniciales contribuirían a compensar, solo en parte, la caída en el nivel de producción esperada en relación al año anterior, y se estima una merma en la oferta de soja de producción nacional (sin considerar las importaciones temporarias de soja), de casi 10 millones de toneladas.
El ritmo de comercialización de la soja resulta definitorio en la consideración del impacto de la industria oleaginosa para el 2018. En este sentido, aún con un nivel de stocks inicial récord a comienzos del año 2018, se podría decir que se trata de inventarios a un nivel más bien teórico. Las toneladas remanentes de soja 2016/17 no se encuentran disponibles rápidamente, sino que dependen de la voluntad de vender de los productores, que ante condiciones de sequía y precios agrícolas con tendencia alcista, difícilmente estén convencidos de desprenderse de su producción.
Por otro lado, las importaciones temporarias han aportado a la oferta de soja en Argentina cerca de 2 millones de toneladas en 2017. Durante 2018, con un nivel de importación temporaria estimada en 3 millones de toneladas, la caída en la oferta total de soja a nivel país se estima en 8,8 millones de toneladas.
Tal como indica el economista Juan Manuel Garzón, el impacto de la sequía en términos de pérdidas productivas sectoriales a nivel nacional, no logra ser compensada por la suba de los precios internacionales (considerando producción agrícola, molienda de soja y exportaciones de granos).
Sin embargo, al igual que en el año 2016, Santa Fe podría tener un AS en la manga y mostrar un desempeño diferencial respecto del resto del país, frente la crisis de producción agrícola. La concentración del 86% de la molienda nacional en la provincia, y la posibilidad capitalizar en mayor medida el salto en el precio de la harina de soja a nivel internacional, permitiría amortiguar el impacto de la caída de la producción agrícola.
No resultaría, sin embargo, en un impulso de igual magnitud que en 2016, donde se habían registrado niveles récord de molienda: el volumen es el principal determinante del nivel de actividad de los servicios asociados (cosecha, transporte, almacenaje, etc) con el consecuente impacto en el nivel de actividad.
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