Por Fernando Solari
La RSE (Responsabilidad Social Empresaria) tiene que ver con
los límites. En realidad tiene que ver con superar los límites
yendo más allá de donde corresponde para que los beneficios que se
obtengan sean superiores a los que se podrían obtener sin superar
esos límites.
En términos empresarios una metáfora válida sobre límites es la
del terreno de juego.
Los negocios se llevan a cabo en un terreno
de juego -y con reglas- que no están fijadas por los empresarios.
No son los hombres de negocios quienes imponen las reglas que
regulan su actividad.
Si bien es cierto que permanentemente intentan influir para que estas sean tan favorables como lo consigan –existe una actividad,
al menos regulada en Estados Unidos, que tiene por objeto
transparente influir frente a los reguladores en beneficio de las
empresas (lobbying)- finalmente las decisiones, y las
regulaciones, no quedan en sus manos.
No hay empresa que no tenga que amoldarse a las reglas de juego
del sitio donde opera. No hay empresa que pueda llevar a cabo una
operación ilegal ya que el solo hecho de hacerlo la descalificaría
como empresa.
Sin embargo los límites suelen disparar dos reacciones básicas;
por un lado la protección que brinda la certeza en presencia de
los límites.
Si conocemos los límites podemos concentrar todos nuestros
esfuerzos en intentar ser los mejores "dentro de la cancha".
Ganar, perder o empatar nos permitirá siempre adquirir un
aprendizaje que nos facilite la chance de superarnos durante el
siguiente desafío.
Por otro lado los límites suelen generar la tentación de
quebrarlos. Evaluar qué podría ocurrir si los ignoramos suele ser
la oportunidad para que la creatividad cobre fuerza y la
innovación encuentre su lugar.
Esta lectura positiva, y hasta recomendable, pierde su valor y
sentido cuando es aplicada al vínculo entre una empresa y su
comunidad.
Nadie puede sospechar que forma parte de una empresa -como
empleado- y ésta no hace los aportes -por tomar solo un ejemplo-
que requieren las normas vigentes.
Si esto ocurriera la persona no estaría en condiciones de
rendir (trabajar seguramente sí, en especial si lo impulsa la
necesidad y no tiene alternativas) como corresponde.
Sería una estafa basada en la seria asimetría entre una
institución poderosa (la empresa) y una persona necesitada de
trabajo.
Un típico caso de quiebre de límites que requiere de varios
factores coincidentes. En primer lugar ocurre cuando las reglas se
mantienen pero los que se diluyen son los castigos. Si es así
habrá empresas que asuman el riesgo impulsados porque las
posibilidades de castigo son muy bajas y los beneficios
extremadamente tentadores.
En segundo lugar porque la segunda línea de control, la más
amplia, la que corresponde a la comunidad y sus actores, lo deja
pasar por una cuestión de valores. Valores confundidos
frecuentemente por la necesidad y el espejismo del mal menor.
Siempre será preferible que la gente tenga trabajo, aunque no
sea digno, que el flagelo de la desocupación.
Un pensamiento
equivocado que se impone a fuerza de repetición y como mecanismo
de escape de situaciones críticas que, por sostenidas, se terminan
haciendo costumbre.
En tercer lugar debido a la aceptación de los pares, quienes
finalmente deberían defenderse de la competencia injusta e
insostenible que genera compartir un mercado con actores que no
respetan las reglas de juego "inclinando la cancha" a su favor de
una forma que hace muy difícil mantenerse en juego para quienes
cumplen con todas las reglas.
¿En qué momento entra en juego la RSE?
La RSE es un modelo de gestión que supera otros límites.
En
primer lugar el límite de la competencia. Cuando no nos quedan
diferenciales físicos, cuando lo que hacemos ya lo copió -o lo
mejoró- la competencia, la RSE nos permite incrementar el valor que
nos otorga el vínculo con la comunidad a través de todos y cada
uno de los actores con los que nos relacionamos.
Y la forma de relacionarnos con ellos es a través, en buena
medida, de mostrarles salida y solución a sus problemas.
Mostrando alternativas superadoras a la oferta actual.
Si
nuestra empresa cumple con todas las alternativas legales, y las
excede para darles mayores beneficios de los impuestos por las
normativas vigentes a nuestros empleados, vamos a tener un
diferencial potente y a la vez enriquecedor tanto para la empresa
como para la comunidad. Al tiempo que vamos a estimular a nuestros
competidores a que intenten seguirnos por la senda que nos lleva
al éxito.
La realidad es el escenario donde nos toca competir, el que
está delimitado por regulaciones que pueden no gustarnos, que
podemos ver como equivocadas pero que son las que tenemos que
aceptar para llevar adelante nuestro negocio dentro del marco de
la ley.
En este campo de juego las posibilidades son infinitas. Allí es
donde la RSE pasa a ser una de las habilidades que nos pone a la
"hinchada de nuestro lado" y eso suele ser un buen estímulo para
conseguir el mejor resultado.
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