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Suplemento Economía Domingo 21 de Noviembre de 2010

¿Qué pasa con el Club de París?

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Se trata de una deuda por U$S 6.700 millones que está en default desde 2002. La intención del Gobierno es alargar lo más posible los plazos de pago, mientras que el Club pide un pago en efectivo y luego cuotas a corto plazo. Para el Gobierno de Cristina implica la posibilidad de destrabar inversiones que hoy no pueden llegar al país porque las agencias de inversión públicas de los países acreedores están inhibidas de prestarle a la Argentina.

La vocera de Fondo Monetario Internacional Caroline Atkinson, aseguró que un acuerdo con el Club de París con un plazo de pago corto sería “una cosa buena” para la Argentina. El inicio de las negociaciones fue confirmado el lunes pasado por la presidenta Cristina Fernández mediante un mensaje emitido en cadena nacional, que el Club de París envió una carta aceptando negociar sin el FMI.

De esta manera la Argentina anunció nuevamente la intención de cancelar su deuda con el llamado Club de París. Desde 1966, está pendiente de pago una suma que oscila entre 6.500 millones y 8.000 millones de dólares, según sean las tasas de los intereses caídos que se apliquen desde 1992, año desde el cual estamos en default con organismos estatales y bancos centrales de los países agrupados en esa organización. En 2008, la presidenta Cristina Fernández había anunciado la inmediata cancelación de esa deuda, utilizando reservas del Banco Central, pero la crisis financiera internacional postergó su cumplimiento. El lunes último reiteró el compromiso. Y lo hizo con su habitual estilo: presentó como una victoria la exigencia de dejar al margen de las negociaciones al Fondo Monetario Internacional (FMI). En realidad, se trata del comienzo de las tratativas, no del cierre de las negociaciones ni de la firma del acuerdo.

La decisión va en la dirección correcta, aunque los dichos de la Presidenta son una verdad a medias. Argentina no está en condiciones de imponer nada en el mercado mundial de capitales, del que está virtualmente excluida. El apartamiento del FMI tiene como contrapartida el compromiso de cancelar el endeudamiento en un solo pago o, en el peor de los casos, en plazos mínimos (18 a 36 meses), porque la paciencia de Alemania y Japón –que concentran el grueso de las acreencias– está llegando al límite, como lo reiteró la canciller germana Angela Merkel.

En enero de 2006, el entonces presidente Néstor Kirchner canceló en un solo pago la deuda con el FMI (9.810 millones de dólares), también con reservas del Banco Central, práctica que se utilizaría una vez más, con los consiguientes riesgos inflacionarios. Desde hace casi un lustro, el Fondo no tiene injerencia alguna en la política económica argentina (ni monitoreos ni recomendaciones ni imposiciones), pero el deterioro socioeconómico no disminuyó: 4,5 millones de trabajadores se hallan “en negro”, alrededor de dos millones están desocupados y la inflación supera el 25 por ciento anual.

Se repite hasta el hartazgo que la cancelación de la deuda con el Club de París nos permitirá el retorno a los mercados mundiales de capitales, lo que está por demostrarse. El llamado “modelo” incluye una incontenible inflación, inseguridad jurídica y varios otros errores, que difícilmente sean atractivos para las inversiones.

El anuncio de la Presidenta –que, insistimos, va en la dirección correcta– carece de un acompañamiento esencial: la deuda debería cancelarse con los ahorros del Tesoro nacional y no con las reservas. Estas son la garantía de los pesos en circulación, además de que, para comprarlas, el Banco Central emitió pesos, los cuales no fueron retirados de la circulación monetaria y, por lo tanto, continúan alimentando la burbuja del consumo.


 

 

 

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