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Suplemento Economía Viernes 9 de Agosto de 2024

La deuda argentina, ¿buena o mala?

La deuda puede ser una herramienta útil si es transparente, se gestiona bien y se usa en el contexto de una política de crecimiento creíble, sostiene el Banco Mundial. Y advierte que un alto nivel de deuda pública puede frenar la inversión.

Agrandar imagen HONRAR COMPROMISOS. El Ministerio de Economía tiene inmensos desafíos en materia de deuda durante 2025.
HONRAR COMPROMISOS. El Ministerio de Economía tiene inmensos desafíos en materia de deuda durante 2025. Crédito: FOTO ARCHIVO EFE

Por Guillermo Briggiler

En el próximo año tenemos vencimientos de deuda por alrededor de 20 mil millones de dólares con el FMI, con otros organismos internacionales, con China y con tenedores de bonos por emisiones de títulos públicos que, en muchos casos, ya fueron refinanciadas -sin contar los pasivos de las provincias-. Si sumamos los pagos a realizar, solo en 2025, alcanzan casi el valor actual de las reservas. De aquí surge la pregunta: ¿Se debe pagar la deuda? La respuesta tajante es Sí. Aun cuando hayan sido contraídas por otra administración y de manera errónea, siempre hay que honrar los compromisos. Es más, el Estado siempre paga y hay continuidad institucional, aunque cambien los presidentes, los partidos gobernantes y los ideales de estos. Además, tenemos experiencia sobrada sobre lo mal que le fue al país, y a sus ciudadanos, cuando se defaulteó la misma (difícil olvidar aquella escena tras la crisis del 2001, cuando el ex presidente Rodríguez Saá exclamó en el Congreso al asumir su breve mandato: "Anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa").

La deuda no es inherentemente mala, su impacto depende de cómo se la utilice. Si se contrae endeudamiento para mejorar la infraestructura de un país o región, como la destinada a puertos, caminos, autopistas y puentes, esta redundará en una zona con mejor productividad. Por ejemplo, se toma un préstamo para construir una autovía, luego la producción llega más rápido al puerto, las empresas deciden radicarse a la vera de esa arteria, aumenta la recaudación impositiva, los empleos y la productividad de esa región, contribuyendo todo a pagar la deuda contraída por la obra. Entonces sin duda es esa fue una decisión acertada.

Este concepto es comparable al apalancamiento en el sector privado, donde un préstamo puede parecer elevado respecto a la media, es decir puede tener un componente financiero más alto del normal, pero si se utiliza para una actividad cuyo rendimiento supera el costo del préstamo, debe considerarse. Muchas veces podemos ver una tasa de interés que nos parece excesiva, pero quien toma esos fondos, obviamente sin tener acceso a otros menos onerosos, sigue haciendo negocio ya que lo que produce o el servicio que presta, posee un beneficio superior al costo del fondeo.

Hay una diferencia importante entre el endeudamiento del sector público y el privado. En el segundo, el beneficio es siempre monetario mientras que, en el sector público, las gratificaciones pueden incluir otros que no son directamente medidas en dinero, por ejemplo en el caso de la construcción de una autopista, debe tenerse en cuenta, la reducción de accidentes viales, que conlleva ahorros en vidas humanas y bienes materiales, además del aumento de la producción y plusvalía inmobiliaria que la existencia de la nueva ruta generará para la región.

La deuda, cuando se gestiona adecuadamente, puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo económico y social. Muchos países desarrollados han utilizado la deuda para financiar proyectos de infraestructura y desarrollo que de otro modo no habrían sido posibles. Estos proyectos no solo mejoran la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también crean empleos y estimulan la economía.

Sin embargo, es crucial que la deuda se utilice de manera responsable. La historia de nuestro país nos ofrece numerosos ejemplos de deuda mal utilizada, para financiar proyectos populistas o para el pago de gastos corrientes e improductivos, lo que nos ha llevado a crisis financieras y económicas. Incluso para financiar retornos o el pago de coimas, que derivó en condenas de ex funcionarios por corrupción. La deuda siempre debe ser sostenible y estar orientada a proyectos que generen rendimientos a largo plazo.

La sostenibilidad de la deuda es un concepto clave. Un país debe asegurarse de que puede cumplir con sus obligaciones de pago sin comprometer su estabilidad económica. Esto implica mantener niveles de deuda que sean manejables en relación con su Producto Interno Bruto (PIB) y asegurarse de que los ingresos futuros sean suficientes para cubrir los pagos de la deuda. Tras ese objetivo debemos ir ahora.

La deuda, bien gestionada, puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo económico y social. La clave está en utilizar los recursos obtenidos de manera eficiente y en proyectos que generen beneficios tangibles y sostenibles a largo plazo. Con una administración responsable y una visión estratégica, la deuda puede contribuir significativamente al bienestar de nuestra Nación y al crecimiento económico. Para ello es indispensable que honremos la deuda contraída en gestiones anteriores y, por supuesto, crezcamos para poder hacerle frente a los importantes vencimientos que se vienen vertiginosamente.

 

#BuenaSaludFinanciera

@ElcontadorB

@GuilleBriggiler

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