Por José Calero
La eliminación gradual de inconsistencias provocadas por
subsidios a la energía y el cepo cambiario, una revisión a fondo
de las estructuras de costos y precios de las cadenas de valor, y
menor ritmo de emisión monetaria para desacelerar la inflación,
emergen como los primeros objetivos de la nueva dupla de poder en
el gabinete conformada por Jorge Capitanich y Axel Kicillof.
Los ahora hombres fuertes del gobierno de Cristina Kirchner se
fijaron como meta la aplicación gradual de correcciones con la
firmeza necesaria como para dar señales a los mercados de que no
se esperará hasta 2015 para introducir los cambios necesarios, que
era uno de los grandes temores de quienes toman decisiones de
inversión.
La dupla no hará anuncios grandilocuentes, pero espera ir
domando semana tras semana los problemas de fondo que atraviesa
una economía donde la inflación y el drenaje de reservas del Banco
Central, que ya perforaron los 32.000 millones de dólares,
constituyen alarmas a atender en forma inmediata.
El primer objetivo ya se puso en marcha: se torpedeará a través
de una suba de impuestos la adquisición de autos de lujo,
embarcaciones y aviones, responsables de una parte de la caída de
reservas.
También se buscará evitar que salgan divisas del país para la
adquisición de determinados productos vía internet, subsidiadas
por el Fisco con el denominado "dólar-tarjeta".
En paralelo, se intentará ir resolviendo el retraso en el tipo
de cambio oficial, que podría llegar a 7 pesos cuando concluya el
verano, mediante una corrección sin prisa pero sin pausa.
La teoría que se baraja en el Banco Central, ahora capitaneado
por Juan Carlos Fábrega, es que en cuanto los exportadores
observen la decisión oficial de ir resolviendo el retraso
cambiario, empezarán a liquidar la cosecha pendiente y entrarán
los dólares necesarios para amortiguar en parte la fuga de
capitales y enfriar el mercado marginal.
Eso, sumado al plan para robustecer reservas mediante el
aliento a las exportaciones con mayor productividad, permitiría ir
recuperando la confianza perdida por parte de los mercados.
La apuesta para retomar la senda creciente de reservas incluye
también la opción de buscar financiamiento externo, algo que era
mala palabra para el gobierno hasta hace pocos días.
Ese financiamiento, aclaran cerca de Kicillof, será
redireccionado a proyectos productivos.
"Hay que generar más oferta de dólares y que la misma se
destine a recrear el círculo virtuoso del crecimiento", sostienen
cerca de Capitanich.
El nombramiento del exgobernador chaqueño cayó muy bien entre
los sectores empresarios y los mercados, pero ahora se deberá
traducir en rápidas señales de que el gobierno está decidido a
corregir el rumbo errático en materia económica que se viene
siguiendo al menos desde el 2011.
En la necesidad de efectuar correcciones se ubica reducir el
déficit fiscal, que se proyecta a 120.000 millones de pesos
anuales.
"Recuperar los superávit gemelos, sumando al comercial el
equilibrio fiscal, es una de las claves", coincidieron los
empresarios del Consejo Productivo de Buenos Aires (COPROBA), la
flamante entidad que es fogoneada por el gobernador Daniel Scioli,
y donde participa el titular de la UIA bonaerense, Osvaldo Rial,
cada vez más cercano al mandatario bonaerense, pero también con
buena llegada al flamante jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
A pesar de que la Argentina mantiene superávit comercial, esos
dólares "comerciales" no alcanzan para pagar, entre otras cosas,
la deuda, los servicios financieros o el turismo de quienes gastan
fuera del país.
Esto obliga al Banco Central a seguir perdiendo cuantiosas
reservas (más de US$ 13.000 millones en los últimos 12 meses).
Esto sumado a un "cepo" que limita la compra de dólares y que
al mismo tiempo lleva a que no ingresen capitales del exterior, ni
siquiera ofreciendo el "premio" del blanqueo, que derivó en uno de
los últimos fracasos de Guillermo Moreno.
El problema es que para dar vuelta el rumbo el gobierno deberá
tomar medidas que causarán trastornos sociales.
En primer término se baraja la eliminación gradual de subsidios
a las tarifas de luz y gas, lo cual tendrá fuertes implicancias
sociales.
Las 17 millones de personas que viven en Capital y conurbano,
lo que se conoce como AMBA, pagan las tarifas más bajas del país,
al contrario de lo que ocurre en otras ciudades del país.
El gobierno deberá definir los costos de todos esos
desequilibrios y pagar el costo político, porque a diferencia de
lo que se pensaba inicialmente, quedan largos dos años por delante
y no hay margen para hacer la plancha.
También existen fuertes presiones políticas: la oposición
pretende que el ajuste lo ejecute el Gobierno, porque eso
despejará el camino a 2015.
Ante este escenario, Cristina Kirchner no podrá repetir la
frase "si ves al futuro dile que no venga", que escribió en su
lecho de muerte Juan José Castelli, el gran amigo de Mariano
Moreno.
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