Por Guillermo Briggiler
Quienes conducen la economía argentina deberían saber que no son Jesucristo: los panes y los pescados deben producirse primero antes de distribuirlos. Aquí aparece la magia del sector privado, del emprendedor que, donde antes no había nada, con el dinero de uno, el trabajo de otros, la coordinación del emprendedor, obtiene bienes y servicios nuevos. Donde había una propiedad improductiva, ahora puede haber una fábrica, un taller, un edificio de oficinas, etc. y dentro de ellas, bienes y servicios que antes se debían demandar en otras ciudades y ahora se multiplican al generarse ganancias localmente.
Mientras no entendamos esto, el Estado nacional gasta y gasta. Sus ingresos, la matriz impositiva, no da abasto para tamañas erogaciones y por lo tanto termina emitiendo pesos para cubrirlo. A esto debemos sumarle que la caída de la productividad del país disminuye lo recaudado. Argentina viene a ser como un jefe de familia cuyos ingresos no alcanzan porque gasta mucho, pero además posee deudas que le vencen pronto y decide anotarse en los "8 Escalones" para ver si gana el premio y con ello paga las deudas.
Actualmente el país, posee vencimientos con el FMI, por 5.000 millones de dólares entre abril y junio, como no los puede pagar, ya que no tiene reservas en el BCRA, y tampoco cumplió con los acuerdos anteriores con este organismo, viaja a reunirse con ellos para que les presten, o refinancien, que es lo mismo, esos vencimientos. De conseguirlo el actual dólar coqueteando con $500 será razonable, si no los consigue probablemente lo veremos encarar valores más altos.
En la dinámica descripta, Argentina gasta más de lo que le ingresa por impuestos, para cubrir la diferencia emite pesos, esos pesos para que presionen menos sobre los precios se rescatan, la suma de la base monetaria más los otros pasivos monetarios del BCRA, suman unos 18 mil billones de pesos que, si los dividimos por las actuales reservas del Banco Central, da un equilibrio de convertibilidad en 500 pesos. Pero el mayor inconveniente está en que mientras ingresan pocos dólares por exportaciones, o por préstamos del exterior y nada por nuevas inversiones en el país, ya que el cepo las espanta, la única forma de cubrir lo que se gasta es con pesos emitidos, que al abundar pierden valor frente a las otras monedas y frente a los bienes físicos, lo que se traduce en mayor inflación. Esto se agrava cuando miramos que, por esos pesos, rescatados en Lelic, se paga una tasa de interés efectiva anual del 140%, lo que significa que se multiplican por bastante más que el doble cada un año y este es uno de los principales desequilibrios, originados en el gasto, que sufre nuestra economía. Dicha tasa de política monetaria fue subida dos veces en 7 días para hacer frente a la escalada del dólar blue.
La solución pasa por la magia del privado, para multiplicar peces y panes, el gobierno debe fomentar la inversión en el país, en lugar de combatirla y complicarla como lo hace ahora. Al fomentar la inversión, vuelven al mercado capitales que hoy están ociosos en el colchón o caja de seguridad, ingresan dólares al mercado para abastecer la oferta y mejorar las reservas del BCRA, también sube la demanda de pesos por parte de los nuevos negocios donde se invierte, generando mejoras en los índices de inflación; se genera empleo y con éstos, salarios que realizan consumos genuinos, pero como si esto fuera poco, también aumenta la recaudación y con esto disminuye el déficit público, a la vez que menos argentinos dependerán de los subsidios del Estado por generarse sus propios ingresos. ¿Queda alguna duda de cuál es el camino al crecimiento?
Debemos exigir a nuestros gobernantes que fomenten el ingreso de inversiones a través de un clima propicio para los negocios en nuestra maltratada Patria por medio de pésimas gestiones económicas.
Esta semana el influencer Santiago Maratea juntó una millonada de pesos para pagar parte de la deuda del Club Independiente -sigue recibiendo donaciones-, ¿por qué no convocarlo para hacer frente a los pagos con el FMI? Más allá de la cuestión graciosa, lo que no debemos perder de vista es que, aun pagando, no debe dejarse de mirar que alguien hizo las cosas mal y el pago, por terceros, no libra de responsabilidad a quienes nos llevaron a esta situación.
Alguien administra mal la cosa pública, ya sea en el Estado o en un club, y luego aparece la magia del sector privado solucionando todo. La idea de convocar al pago de la deuda externa, no es mediante donaciones de privados, sino llamando a invertir en el país y desarrollando un mercado de capitales, que hoy es muy pequeño en la Argentina.
#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler
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