Por Lic. Alfredo Koncurat
Los ruidos de la economía hablan por sí solos, poco a poco la suba paulatina de precios internos se carcomió la competitividad de la economía argentina poniendo nuevamente en el tapete la necesidad de hacer algo.
Sin lugar a dudas que desde el ámbito del Ejecutivo nacional han estudiado lo que es a toda luz una realidad, sin llegar a ser sumamente crítico los indicadores empiezan a reflejar un desmoronamiento de variables.
PROCREAR, EL PLAN
La acción del Gobierno, contundente y clara, fue poner en la corriente real un enorme flujo de dinero ocioso para que se reactive uno de los principales motores de cualquier economía como lo es la construcción y, de esa manera, reavive a través de un efecto multiplicador toda el nivel de actividad económica del país. Así, en las puertas de una recesión, el Gobierno redobla la apuesta con decisiones sin titubeos y políticas de fondo.
Se trata de una política keynesiana 100%. Después de todo es coherente con el discurso oficial, el propio Hernán Lorenzino ministro de Economía nacional argumentó días atrás que “de una crisis no se sale con ajuste”.
Desde el alto mando de acción no se tardó en entender que la inestabilidad económica está afectando de manera muy fuerte la inversión, variable determinante para el empleo y el crecimiento.
Con la “Teoría General” de Keynes como machete bajo el brazo, el Ejecutivo advierte que la salida es incentivar la inversión, y de paso cañazo se aplica una política popular que viene a atacar uno de los mayores déficit de la sociedad argentina: la falta de viviendas.
Tomando entonces los argumentos del “padre de la economía moderna”, el gobierno lanza un plan realmente ambicioso: financiar a tasa subsidiada 100.000 créditos hipotecarios para vivienda única familiar.
LAS DUDAS
Pocas fueron las voces de disidencias, en teoría la política es lógica con la situación actual y ataca varios desajustes de modo simultáneo; sin embargo si se escucharon dudas sobre la implementación de las medidas: ¿Cómo se hará?, ¿Cómo se fiscalizará?, ¿Es justo aplicar los fondos del ANSES? etc. etc.
Es que una cosa es idear una política pública y otra muy distinta es implementarla, por eso los fracasos empresarios a pesar de los miles de libros, universidades y escuelas con sus manuales y recetas para consagrar el éxito en los negocios.
¿Se podrá efectuar el plan sin torpezas? ¿Resolverá el déficit habitacional que a pesar del auge inmobiliario se agravó en la última década?, y lo más importante: ¿Se reactivará la actividad en el país a pesar del fuerte deterioro económico mundial?
Las incógnitas laten en la realidad, la certeza es la firme determinación del Gobierno de conferir al Estado un rol principal de la política económica del país.
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