Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Suplemento Economía Domingo 16 de Noviembre de 2014

El país con menor crecimiento, más desempleo y más inflación

A excepción de Venezuela, los resultados macroeconómicos de Argentina fueron los peores de la región.

REDACCION

Por REDACCION

Desde que Cristina Fernández de Kirchner asumió a finales de 2007, los resultados macroeconómicos de Argentina fueron los peores de la región a excepción de Venezuela, advirtió la consultora Economía & Regiones (E&R) en el informe publicado el último viernes. "Argentina tuvo la tasa promedio de crecimiento más baja en la región, su tasa de desempleo fue la que menos bajó y es la única economía que presenta inflación elevada con tendencia alcista. Los números que avalan esta afirmación son contundentes", subraya el documento.

Puntualmente, en 2008/2014 la tasa de crecimiento promedio de Argentina (2.4%) sólo superó a la de Venezuela (1.2%) y fue menos de la mitad de las que se registraron en Perú (5.8%), Bolivia (5.3%), Paraguay (5.16%) y Uruguay (5.2%). Al mismo tiempo, fue casi la mitad que Colombia (4.2%) y Chile (3.6%) tuvieron. También fue más baja que la de Brasil (2.7%), agrega. 

En este contexto, expresa E&R, no debería sorprender que el bajo crecimiento de Argentina mantenga un pobre correlato en materia de generación de puestos de trabajo, ya que un ritmo de crecimiento promedio de 2.4% (2008 /2014) no alcanza para que el sector privado cree los puestos de trabajo necesarios para absorber la masa de nuevos trabajadores que buscan incorporarse al mercado laboral.

De hecho, desde 2008 a la fecha Argentina fue el único país de la región que no bajó la tasa de desempleo (excluyendo a Venezuela). Por el contrario, la desocupación se incrementó de 7.9% (2008) a 8.8% (2014). Es más, nos ubicamos como el segundo país con más desocupación de Sudamérica, superando a Venezuela.

¿Por qué Argentina tiene el peor desempeño en materia de crecimiento y empleo en la región (a excepción de Venezuela)? Argentina crece menos y genera menos empleos que los otros países de la región porque, en mayor o menor medida, puso en práctica políticas macroeconómicas que no se aplican en ninguno de los otros países.

Las inconsistencias entre las políticas fiscales, monetarias y cambiarias argentinas jugaron un rol fundamental en explicar los malos resultados de las variables (económicas) de nuestro país y de su consecuente repercusión en las condiciones de vida de la gente.

Argentina aplicó una estrategia de estimular la demanda agregada a través de un crecimiento exponencial del gasto público y del déficit fiscal, que se financió siempre con emisión monetaria creciente y una política de tasas negativas del BCRA en un marco de tipo de cambio nominal cuasi fijo que era utilizado como pseudo ancla anti inflacionaria.

El gasto y las tasas negativas procuraban impulsar la demanda agregada buscando que las empresas reaccionen (a esa mayor demanda) incrementando sus decisiones de gasto en capital (inversión), demandasen más empleo y terminasen por incrementar la oferta agregada.

Nada de esto sucedió. Las firmas no convalidaron ese comportamiento y el canal de transmisión del aumento del gasto público y tasas negativas sólo se materializó en un avance de la inflación que terminó atentando contra la inversión y alentando las expectativas de devaluación, generando un círculo negativo de menos consumo, caída de la inversión, menor oferta agregada, mayor presión sobre activos dolarizados, más altas expectativas de devaluación y consecuentemente mayores expectativas de inflación y aceleración en el ritmo de aumentos de precios.

No es casualidad que Argentina -junto con Venezuela- haya sido el país de mayor inflación de la región (ver gráfico anterior). Mientras que el resto de los países concentraron sus esfuerzos de política en mantener una inflación por debajo del 5-6% anual. Es más, en 2014 específicamente, Argentina fue el país de Sudamérica con la recesión más fuerte (-3.2% de caída del PBI) y el segundo con mayor inflación (40% a/a). 


LA TAREA PARA

HACER EN 2016 

Sobre finales de la década del 90 y comienzos de los años 2000, todos los otros países de la región finalmente terminaron aprendiendo una de las principales lecciones que tanto la teoría como la evidencia empírica económica nos brindaron en los años ‘60s y ‘70s: la inflación sostenida termina atentando contra el crecimiento de largo plazo, la generación de empleo y el nivel de vida de los ciudadanos.

En este marco, siguiendo la experiencia y los avances logrados en los países desarrollados, los países de la región comenzaron a aplicar las principales recomendaciones de política económica para mantener la inflación baja y estable, generando las condiciones necesarias (no suficientes) para crecer en el largo plazo. Todos estos países dejaron de lado la política monetaria discrecional a partir de la cual se emite para generar más crecimiento (sólo en el corto plazo) a cambio de más inflación y en su lugar comenzaron a aplicar una política monetaria prudente e independiente del poder ejecutivo, que es conducida en base a reglas de objetivos.

En otras palabras, los Bancos Centrales de la región no experimentan presiones desde el poder político, pero tampoco pueden aplicar una política monetaria discrecional, sino que se tienen que atener a conducir la política monetaria bajo el sistema de metas de inflación, que se encuentra institucionalizado más allá de los gobiernos de turno.

En lo que respecta a Sudamérica, Chile (1990) fue el primer país de América del sur que aplicó las metas de inflación. Luego siguieron Perú (1994), México (1999), Brasil (1999), Colombia (1999), Uruguay (2005), Bolivia (2006) y Paraguay (2013). En este marco, las autoridades monetarias mueven la tasa de interés en función de la “comodidad” con la cual están cumpliendo la meta de inflación impuesta.

En este sentido, cuando las presiones inflacionarias se encuentran por o desbordando la meta de inflación, la autoridad monetaria endurece su política y sube la tasa de referencia, más allá del potencial impacto que dicho movimiento pueda tener sobre el nivel de actividad en el corto plazo. Por el contrario, si la inflación observada se encuentra por debajo de la meta, el Central tiene margen para relajar su política y reducir la tasa de interés.

Con las metas de inflación, todas estas economías no sólo mantienen una inflación baja, estable y de un solo dígito, sino que amortiguan las fluctuaciones en el PBI y el empleo, controlando la inflación con el menor “costo” posible.

A diferencia de Argentina donde hubo inconsistencia entre la política monetaria y cambiaria, en los países de la región la política cambiaria fue consistente con el ejercicio de las metas de inflación.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso