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Suplemento Economía Domingo 17 de Abril de 2022

Desintegración económica y los colectivismos

Aún con todo el poder del mundo, no puedo manejar tanto el precio como la cantidad, únicas dos variables de los mercados.

Guillermo Briggiler

Por Guillermo Briggiler

Estamos viviendo tiempos diferentes en economía, a pesar que muchos digan 'esto ya lo viví' en referencia al 2001, o a la crisis de 1975 (esta última, por cierto, se le parece mucho). Son períodos distintos, que seguramente tengan similitudes con crisis anteriores en algunas de sus variables, pero son tiempos nuevos, a los que podemos llamar de “desintegración económica”.
Esta descomposición funciona, primero, como un proceso de desanclaje de precios o dicho más a la rafaelina: de desenchufar mercados. Todos sabemos que hay una estricta relación entre la oferta y la demanda de un producto, las cuales en un mercado, se equilibran en una cantidad demandada y ofrecida a un precio de equilibrio. Pero si yo deseo desde afuera manejar un mercado, lo que puedo hacer es desenchufarlo, es decir, apagarlo, sacarlo de funcionamiento.
Esto solo lo puedo hacer desde un poder coactivo, como por ejemplo el que posee el Estado. Por ejemplo, si prohíbo la venta de dólares, o coloco un cupo máximo a la comercialización de éste -ergo, cepo cambiario-, el mercado deja de funcionar y es administrado por un órgano con poder de fuego para controlar. Pero en un mercado desconectado, lo que no ajusta por precio, ajustará por cantidad y acá es donde vemos el desabastecimiento que se produce cuando lo desenchufo. Amén de que aparecerán también mercados paralelos e ilegales, pero donde los precios y las cantidades se pactan entre partes a las sombras.
Es decir, aún con todo el poder del mundo, no puedo manejar tanto el precio como la cantidad, únicas dos variables de los mercados.
Si bien alguno podrá ver aquí algún motivo ideológico, o hasta teológico, la razón más tangible está en conseguir votos y continuar gobernando. De esta forma se consigue a veces, lograr algún mínimo éxito, mostrar que algo se está haciendo y que parezca que se beneficia a la población, un ejemplo claro de los muchos que podemos dar, son medidas como los controles de precios, precios cuidados o la ley de alquileres. Estas medidas fueron criticadas por todos los especialistas, se sabía que fracasarían antes de aplicarse y sin embargo son fáciles de defender, quien no quisiera que los salarios le ganen a la inflación o que los precios no suban desmesuradamente, pero aplicando las medidas que se usaron, todos los conocedores de dichos temas sabían que fracasarían, por lo tanto, también quienes las aplicaban.
Otro claro ejemplo es la prohibición de exportación de carne, que produjo la caída de la faena y pérdidas a los frigoríficos, que son parte del PBI argentino, conjuntamente con la suba de precios internos por escasez de oferta.
La idea de esta desintegración económica se encuentra en dejar de ver la economía como un todo, técnicamente teoría del “equilibrio general”, la cual parecería desconocida por quienes manejan los rumbos económicos del país. Este desconocimiento de la teoría microeconómica los lleva a cometer errores macro.
Si dejo de ver la económica como un todo y la desintegro, nos veremos justificando el dañino gasto público con la existencia de pobreza. Es decir, parto de una verdad, debemos erradicar la pobreza, pero no miro si el gasto esta correctamente direccionado y luego bien ejecutado, simplemente justifico el gasto. Otro ejemplo es el que desconoce que el déficit fiscal es malo para la economía porque genera desinversión, pública y privada, o si lo reconoce, lo ataca por el lado del aumento de los ingresos del Estado, sin bajar el gasto excesivo.
Otro claro ejemplo es no ver la inflación como un fenómeno exclusivamente monetario, sino culpar de la suba de precios a sendos chivos expiatorios, un día es el FMI, otro la guerra de terceros países entre sí, o culpo a los formadores de precios, a los comerciantes especuladores, al sector productivo, etc.
Incluso puedo ir aún más allá en el proceso de desintegración y traspasar la ciencia económica. Así se puede separar la primera causa, Dios, de la segunda, sus criaturas, entre ellas la más importante, El Hombre. De esta forma se desligan las Ideas de la Vida y se abre la puerta a la despersonalización de Dios. Si se despersonaliza a Dios, se despersonaliza al Hombre y se busca desconectar uno del otro. Se desconecta la idea de Dios de la idea de Hombre. Ambas cosas son una verdad, pero al separarlas dejan de serlo. Una vez separadas, aprovechando la sed de Dios del hombre atomizado, se reemplaza a Dios por el colectivismo, en cualquier forma éste, un club de fútbol, una secta, un partido político, un nacionalismo, el feminismo, el pensamiento mágico, el universo, el yoga, y muchos otros más. De esta manera ya no tendremos una única verdad, un único fin, sino muchos colectivos luchando entre sí, con la misma sed, pero tratando de beber en diferentes fuentes que nunca los saciarán. Y en río revuelto, ganancia de pescadores. Divide y triunfarás (aunque sólo en la efímera vida en la tierra).

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

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