Por Guillermo Briggiler
Saber de dónde partimos y qué medidas se van a tomar nos permitirá adelantarnos en lo que va a venir y tener ventajas en los negocios futuros. ¡El conocimiento es poder! Por eso, a riesgo de aburrirlos, hacemos un breve repaso de dónde venimos.
La economía argentina está signada por desequilibrios estructurales y un entorno macroeconómico adverso. Partiendo de una de las tasas de inflación más altas del mundo, el peso argentino ha dejó de ser un refugio de valor, impulsando una dolarización de facto en las decisiones de ahorro e inversión de los ciudadanos. La emisión monetaria, utilizada para financiar un gasto público creciente, fue uno de los principales motores de la espiral inflacionaria.
El déficit fiscal crónico es otro de los problemas clave. El gasto público supera con creces los ingresos, obligando a los gobiernos pasados a endeudarse o a recurrir a la emisión de moneda y a la actual gestión a recortar todo lo que puede. A esto se suma una elevada presión tributaria, que desincentiva la inversión y complica la actividad económica, junto con un mercado laboral donde la informalidad es la norma y no la excepción.
En el plano externo, la economía depende fuertemente de las exportaciones agroindustriales, especialmente de la soja, mientras enfrenta una deuda externa significativa que condiciona sus políticas económicas. Las reservas del Banco Central están en niveles críticos, limitando la capacidad de intervención en el mercado cambiario.
La economía real refleja esta tensión: el consumo interno, tradicional motor del crecimiento argentino, se encuentra estancado debido a la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos. La falta de confianza en las instituciones y la polarización política completan un escenario imprevisible y desalentador.
Hasta aquí es diagnóstico, pero frente a este panorama, el presidente Javier Milei plantea un plan económico basado en principios de liberalismo extremo, con el objetivo de transformar la economía argentina desde sus cimientos. Su propuesta es audaz y polémica, e incluye una serie de reformas estructurales destinadas a estabilizar el país y devolverle competitividad.
El pilar más controvertido del plan es la dolarización completa de la economía. Si bien está yendo despacio con este tema, bajo el poncho Milei propone eliminar el peso como moneda de curso legal y cerrar el Banco Central. Esto, argumenta, pondrá fin a la emisión descontrolada de dinero, cuando deje el poder y, con ello, a la inflación. Sin embargo, la falta de dólares en las reservas y el impacto social de la medida generan dudas sobre su viabilidad en el corto plazo.
Se busca también erradicar el déficit fiscal mediante un drástico recorte del gasto público. Esto incluye cerrar ministerios y organismos que considera innecesarios, además de eliminar los subsidios energéticos y de transporte. También propone privatizar empresas estatales.
El Presidente apunta a reducir la cantidad de impuestos y sus alícuotas, eliminando tributos como las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque. Este enfoque busca aliviar la presión sobre los sectores productivos y fomentar la inversión privada.
El plan incluye una apertura comercial que elimina barreras arancelarias, incentivando la competitividad internacional. Además, propone una flexibilización laboral, con la eliminación de la indemnización por despido, reemplazada por un sistema de seguros, y acuerdos descentralizados entre empleadores y trabajadores.
Si bien va paso a paso, Milei planea renegociar los términos de la deuda externa para garantizar su sostenibilidad, veremos aquí acuerdos con el FMI y canjes voluntarios de deuda. También asegura que no tomará nueva deuda, priorizando el ajuste fiscal y el ahorro interno.
El futuro económico de Argentina depende de la ejecución y los resultados de este ambicioso plan. Mientras Milei apuesta a que sus reformas radicales estabilicen la economía y sienten las bases para un crecimiento sostenido, el costo social y los desafíos de implementación generan incertidumbre. El país enfrenta la disyuntiva entre mantener el statu quo, que el Presidente llama casta o embarcarse en un experimento económico sin precedentes. Por caso, el jefe de Estado argentino está en la portada de la influyente revista semanal The Economist, que en su artículo central se refiere al "experimento extraordinario" de Milei.
Pero hasta el momento podemos resumir el actual éxito del plan económico en dos palabras, convicción y firmeza. El plan tiene éxito porque quienes lo llevan adelante están convencidos que es lo mejor para el país y de ahí que lo aplican con firmeza, independientemente de las críticas y resistencia del statu quo o casta.
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