Por Fernando Solari
La RSE [Responsabilidad Social Empresaria] tiene que ver con el compartir; pero no cualquier cosa ni de cualquier manera, conocer esta clave es decisiva para que lo que hagamos sea realmente RSE y sus resultados sean de valor y abarcadores. Uno de los conceptos, tan errados como insistentemente sostenidos, es el de ver el mundo como una ecuación de suma cero.
Según este concepto el mundo es un sistema cerrado donde prevalece el equilibrio de forma tal que las cosas ocurren según una infinita variación de sumas y restas dejando siempre el mismo resultado final, el equilibrio. De esta manera es posible ganar siempre y cuando haya alguien que pierda, sabemos que algún día vamos a morir al tiempo que otra persona nacerá y así siempre obtendremos un complemento de signo opuesto para mantener el equilibrio global.
Si creemos en esto, como de hecho ocurre con muchos de nosotros por tratarse de un modelo razonable que se transmite de generación en generación, tendremos una visión distorsionada de la realidad que nos llevará a cometer errores.
El peor de todos los errores inducidos por esta concepción es el de creer que para ganar me puede convenir hacer que el otro pierda y concentrarme en lograrlo. Es tan evidente el equívoco como natural es que pensemos en el mundo como una ecuación de suma cero, por lo que tendemos a actuar de esa forma aunque racionalmente no lo aceptemos y aunque de hecho sepamos que siempre hay crecimiento, aunque a veces no sea simple ponerlo en evidencia
DEL QUE AL COMO
Las claves y las verdades suelen estar escondidas detrás de sutilezas que nos confunden por falta de evidencias claras. Sabemos que compartir es la clave pero la verdad la tendrá quien descubra el cómo lograrlo. El foco está marcado hacia ese sentido ya que de hecho la última tendencia que alcanzó repercusión global ha sido la de Porter y Kramer denominada "Creating Shared Value".
La propuesta de "creación de valor compartido" es tentadora, sin dudas, pero tiene aristas que nos llevan a la concepción del mundo en equilibrio con el agregado de sintetizar el valor en su aspecto económico; dejar de pensar en las ganancias sólo para la empresa y pasar a pensar en compartir el valor con la comunidad es sutil, atractivo pero repetitivo en términos de que alguien tiene que perder para que otro gane.
Lo único que podemos compartir de forma tal que todos ganemos es el conocimiento que permite que las cosas ocurran para que cada cual pueda aplicarlo, con autonomía, cuando lo considere oportuno o cuando lo necesite. El conocimiento, la guía y ayuda para aplicarlo es la clave que permite enriquecer a la comunidad, a cada uno de los integrantes de los grupos que la conforman.
Mostrar la salida o solución de un problema es el camino para que todos y cada uno de los miembros de la comunidad sean independientes y cuenten con la libertad de poder resolver sus problemas de verdad. Sólo es sostenible la ayuda que se trasmite en conocimiento, capacitación y entrenamiento para ser aplicada cuando sea necesario, cuando quien lo sufre y padece decida que es el momento y para que los resultados de valor sean obtenidos por la persona directamente involucrada.
Para cada cual lo que consigue implica esfuerzo, dedicación y compromiso que no se identifican claramente cuando los resultados se brindan con generosidad. Cuando quien da se queda sin nada, no cuenta con un crédito que le permite recuperar lo brindado.
Compartir lo que uno gana no deja de ser una forma de perder que si bien está contemplada en la definición de altruismo es oportuno recordar que no es una condición compatible con la naturaleza empresarial, sin que esto signifique en ningún punto una calificación.
Las empresas e instituciones tienen la mayor oportunidad de recibir valor si son capaces de transmitir la salida o solución de un problema o necesidad de cada grupo que conforma su comunidad vinculando sus resultados positivos con el quehacer que identifica a la empresa.
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