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Suplemento Economía Domingo 2 de Septiembre de 2012

Atesorar los dólares, cueste lo que cueste

El Gobierno profundiza su cerco contra la evasión y la fuga de dólares.

José Calero

Por José Calero

La

nueva medida sobre las compras con tarjeta en el exterior refleja

una necesidad cada vez mayor del gobierno de hacerse de dólares,

como actitud preventiva ante una actividad económica cuyo futuro

se torna incierto.

Y esas medidas se vienen aplicando en forma puntillosa aún a

riesgo de resentir la actividad económica, como viene ocurriendo

con el mercado inmobiliario y la construcción.


Una mezcla de medidas para luchar contra la evasión y evitar la

salida de dólares convenció al gobierno de adoptar el recargo del

15 por ciento a las compras con tarjeta en el exterior.

De paso, piensan en la Casa Rosada, este verano el turismo

interno crecerá en forma exponencial, porque quienes pensaban

viajar al exterior serán desalentados por las nuevas medidas.


El dato que convenció al gobierno de adoptar esta decisión fue

contundente: en el último año y medio los argentinos gastaron casi

7.500 millones de pesos con tarjetas de crédito en el exterior,

y el ritmo de erogaciones se acrecentó con el cepo cambiario y

amaga profundizarse.


Es que poder pagar al tipo de cambio oficial los gastos en

dólares realizados en el exterior se terminó convirtiendo en un

incentivo para que muchos argentinos decidieran no sólo viajar,

sino también comprar bienes en el exterior.

"Preferimos que los argentinos veraneen en el país", lanzó el

jefe de la AFIP, cuando se le consultó sobre los objetivos de esta

medida.


Este recargo en las compras con tarjeta servirá como

herramienta, evalúan en la AFIP, para contribuir a la lucha contra

la evasión, y por eso se exigirá el detalle de las compras con

tarjetas de crédito de quienes viajen al exterior.

La medida también avanza otro casillero en el grado de

intervención del Estado en la economía, que semana tras semana se

va ampliando.


En ciertos sectores de la sociedad, en general alejados del

voto al oficialismo, se está construyendo una visión de que los

grados de libertad se van achicando en la Argentina, y que la vida

privada está perdiendo por goleada ante un Estado que tiene cada

vez más herramientas de control y las aplica a ritmo vertiginoso.


Esos mismos sectores reclaman también que el Estado rinda

cuentas sobre niveles de gasto que no siempre están claros y que

en otras oportunidades parecen destinados a fines no del todo

compartidos por grandes conglomerados sociales.

Lo concreto es que la medida apunta a cerrar aún más el cepo

cambiario y controlar los consumos de los turistas en el exterior.


La AFIP asegura haber detectado inconsistencias entre las

declaraciones juradas de los contribuyentes y los gastos en el

exterior, para justificar el recargo en las tarjetas.

Para el siempre ácido economista Juan Carlos De Pablo, "cada

día es más complicado hacer las cosas más elementales" y se

preguntó "por qué toda transacción fuera del tipo de cambio

oficial es ilegal".

Incluso opinó que en la Argentina los empresarios están tan

ocupados, pendientes de lo que "se le va a ocurrir" al secretario

de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que no tienen tiempo para

"trabajar", es decir, "pensar en los consumidores, en los

competidores, en las inversiones".

La pregunta clave es hasta dónde llegará el torniquete fiscal y

si habrá cuerpos capaces de soportarlo.

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