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La Palabra Sábado 13 de Julio de 2019

Qué trabajo hay que hacer para construir en los distintos niveles de enseñanza*

por Laura Benadiba - docente de Historia e investigadora (Buenos Aires)

Cuando descubro lo que es la historia oral fue en el secundario cuando un chico estaba haciendo una entrevista a un inmigrante. Después de un tiempo de ese hecho, el alumno me dijo que se había quedado muy impactado porque se había dado cuenta que lo mismo que le hacían a ese inmigrante discriminado por la religión o por su origen, él hacía con un boliviano. Ahí es donde me interesó más el tema del otro currículum, de lo culto que se dice. Y empecé a ver qué pasaba con esta metodología para construir conocimiento histórico. Mi foco fue ahí. Me interesa más que le sirva para el presente. Y empecé a trabajar eso: ¿cómo utilizar una metodología por la cual los pibes se sintieran que construyen el conocimiento histórico? Que leyeran distintas fuentes. No estoy de acuerdo con el libro de texto porque lo que hace es aplacar ese desarrollo del juicio crítico, cuando la escuela tendría que ser un lugar donde los pibes están desarrollando el juicio crítico en el secundario, puedan tener elementos para hacerlo, con un libro de texto donde todos leen lo mismo la verdad es que no se da. Y en este momento me parece imprescindible con el tema de los medios, de las noticias falsas y de un montón de cosas, con la historia oral lo que pude -por eso no puedo no hablar- es construir una entrevista -que es el documento oral- a una persona que lleva una metodología, hacer un cuestionario, ordena a los pibes, que todos estén trabajando para otro que es el entrevistado, no es solo lo que van a aprender. Pero antes de hacer esa entrevista tienen que investigar el contexto histórico de esa persona, para que esa experiencia de la persona me sirva a mí para construir la historia o un proceso histórico. Y como todos recordamos desde el presente y no desde el pasado, el contexto desde el que recuerda la persona también influye. Cuando los pibes empiezan a construir fuentes orales, después los analizan, pero no como psicólogos, sin esperar que esa persona les diga la verdad o la mentira, no se les pasa nada después cuando tienen que analizar otras fuentes. Empezamos con primario adaptando la metodología a la edad de los chicos, y lo importante es que el maestro vea que puede hacer otra cosa.

Quién prepara al docente para este nuevo enfoque

Sucedió que de tantos años de hacer una cantidad de cosas, la gente lo fue pidiendo como obligatorio en las municipalidades. Pero esto es porque pienso que el poder se construye desde otro lugar, pero no porque lo tenga yo, sino porque la gente tiene que decidir. Tiene que haber un cambio en el profesorado que nunca cambió. Estamos trabajando con chicas que eran alumnas que ya son maestras. Y elegí ponerme en el lugar de los pibes primero, y de los docentes. Eso hace que vas viendo de a poquito, pensando en el largo plazo. El tema es cómo hacer para que el docente pueda sentirse seguro si el sistema no le da seguridad. Este es el problema, que no puedo solucionar. Pero en historia -porque la metodología de la historia oral es transversal a todo- los docentes veían que cuando trabajaban con esto la relación que se establecía era otra con los pibes, entonces se sentían valiosos. Por qué no pensar en cambiar algunas palabras y no seguir hablando de enseñanza de la historia. Como si uno no reconociera que cuando entra al aula, cuando sale aprende de uno y del otro. Lograr que el aula sea un espacio de la construcción del conocimiento porque si no, vamos a trabajar de otra cosa. Y si cada vez hay menos docentes, esto hace que gente muy valiosa que viene de la universidad pero que no quería ser profesor, y aunque creo que las herramientas no te las da nadie, pero si encima no tenés la intención… y te creés que podés hacer lo mismo con pibes que en este momento piensan por pestañas…

La posibilidad de que esta propuesta se incorpore al plan de estudios

En dos mil trece el libro “Historia Oral, Relatos y Memorias” fue comprado por el Ministerio de Educación de la Nación para todas las bibliotecas del país. Porque al ir a tantos lugares yo, lo instalé, y lo instaló la gente. Y sigo contactada con todos los que me llevaron. Me gusta trabajar con los chicos porque ahí los docentes ven. Ahora veo que las redes están funcionando y ya no tengo que estar en todos lados. Paralelamente a esto en dos mil siete me llaman de Panamá con quienes estuve trabajando tres años yendo y viniendo. Después a través de una española me llaman de España con quienes sigo trabajando, luego fue Venezuela, de ahí a Santo Domingo, México y así. Pertenezco a la Asociación Internacional de Historia Oral y no me importan las naciones, los países, para mí la Historia oral tiene que ser algo democratizador, no puede ser algo de alguien porque justamente el espíritu de la metodología es totalmente contrario a lo que es la academia. Empecé a tender redes en España. En dos mil catorce me invitan a un congreso en Praga y a dar un curso. Pero había hecho un trabajo en la Universidad de Dickinson en Estados Unidos, y una profesora me ofrece capacitar a todos sus alumnos. Ahí hacemos un proyecto para trabajar minorías religiosas, y como yo venía trabajando el tema en historia de la judía y la influencia migratoria, ellos querían colonización. Hicimos un intercambio de alumnos entre los de Estados Unidos y los de la Escuela Técnica ORT argentina. Eso lo presentamos en Praga y paralelamente yo estaba trabajando en Cataluña en un proyecto sobre la persistencia del silencio después de la dictadura que tuvo un premio de la Universidad de Barcelona. Cada vez que voy a España visito una escuela, y fui armando las redes.

*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Laura Benadiba

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