Por Raúl VIgini
Nuestra entrevistada nació en Santiago del Estero, como la protagonista de su libro. Sus tres décadas de vida la puso ante la historia conmovedora de la religiosa que vio la luz en 1730. La posibilidad de abocarse a tareas profesionales de la investigación le permitió conocer las vicisitudes de María Antonia de Paz y Figueroa, mujer de agallas y caminante consuetudinaria que con su impronta llegó a lugares impensados con logros insuperables. Motivadas por inquietudes diferentes, ambas aportaron lo propio a la causa de los que merecen atención, sea física o espiritual. Una con el testimonio de saber que su destino indicaba el sendero de la fe profunda, la otra con el compromiso de dar a conocer esa obra signada por la fuerza espiritual. Las dos sorteando las piedras del camino que en ambas historias los mismos mortales se encargaron de ubicar.
Raúl Alberto Vigini
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