Cómo llegué a abrir el local de Avenida Montes de Oca 200 en el porteño barrio de Barracas
De chico iba siempre a ese barrio porque tenía amigos. Busqué por ahí y como mis abuelos tenían bares, en un momento pensé en hacer uno. Y hace años empecé a armar las tapas del menú, a tallar la madera, los respaldos de la silla, las tablas de picadas. Todo lo hice yo. Después de diez años, cuando tenía todo listo, se dio la oportunidad en esta esquina y lo abrí. Alquilo el salón desde hace casi dos años.
Todo es muy ecléctico, pero a la vez temático, pero a la vez museo, pero a la vez bar
Sí. Un poco de todo. Todo en el mismo nivel de importancia pero lo más fuerte era poner los objetos para que la gente lo vea, y el bar que fuera algo accesorio.
Cómo fui consiguiendo las piezas
Viajando. Viajé mucho. Mi papá trabajaba en Bariloche y yo iba y venía. En todos los pueblos que había me metía. Hacía cuarenta kilómetros para llegar a un pueblito de pocas casas y ahí conseguí muchas cosas.
Algún objeto que me haya cautivado por un motivo particular
Me cautivó mucho el avión Fokker, porque es algo raro, tiene noventa y cinco años. Lo encontró un casero de una estancia en San Andrés de Giles, donde vivían dos hermanos que vivían ahí y murieron. Tenían un granero muy grande dividido al medio y cuando rompieron la pared estaba el avión. Por eso duró hasta estos días. Lo hicieron los dos hermanos para fumigar el campo, pidieron los planos a Estados Unidos, lo armaron ellos, y cuando fueron a fumigar, con el tanque no levantaba vuelo porque era muy pesado, tuvo que entrenar al hermano más chico para que vuele porque el que lo hizo era pesado. Creo que hay un registro de vuelo que están investigando. El motor es un Norton quinientos de moto. No es tan pesado en su estructura porque está forrado en tela de lino barnizada especial para aviación. Y ese barniz tensa la tela. Lo comprobé cuando reparé algunas partes de esa manera. Pero es todo madera y tela.
Otro objeto importante para mí
Encontré cosas muy raras. Como la primera sembradora que estaba enterrada en un campo y salía el manubrio para arriba y pensé que era una bicicleta. Le pregunté al dueño del campo qué era y suponía una bicicleta, me permitió desenterrarla y era la sembradora. He visto a una persona en un pueblito usando ese tipo de sembradora manual. Tiene una tolva donde se ponían las semillas y un disquito con agujeritos de varias medidas según el grano.
Y hay tantos más…
Los surtidores del año veinte, que son de Santa Fe. En Santa Fe, Rosario y en esa zona encontré muchos. La cabina telefónica roja de Londres era de América TV, y un empleado que echaron pidió que lo indemnicen con ella. Se la llevó a la casa, no entraba en la casa y a la intemperie se arruinaba entonces la tengo yo. El velocípedo Penny Farthing de fines de siglo diecinueve de las que hay pocas en el país y me la restauró un muchacho de Montevideo. Me cuenta una señora del barrio que en ese vehículo iba un deshollinador a la casa, ella era chica y le llamaba mucho la atención.
Generalmente conseguido de manera particular
Un organillo lo conseguí en anticuario, la mayoría en casas particulares.
Y el auto…
El Austin Mini Cooper lo compré a fines de los noventa y lo encontré también tirado en un granero todo destrozado que daba pena. Prácticamente era para chatarra. Encontré dos juntos, en Longchamps, y uno sí lo vendí porque le faltaban muchas piezas. Lo usé mucho antes de ponerlo en el bar.
Hay un objeto fileteado entre los exhibidos…
El barquillero, que es el que se usaba en Mar del Plata donde vendían los barquillos en la playa. La gente del barrio me contó la historia verdadera de cómo llegó a Mar del Plata. Lo trajeron los españoles con la inmigración por ser su costumbre. Llegaron los barcos a La Boca y desembarcaban, se quedaban ahí y salían a vender con eso como vendedores ambulantes por San Telmo, La Boca, Barracas. Como los españoles que llegaron sabían mucho de pesca los mandaron a Mar del Plata y se instalan allá y llevaron los barquilleros.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Claudio Gerardo Martínez
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