Por Raúl Vigini
LP - ¿Cómo te fue con lo laboral?
P.D. - Al principio fue trabajar de lo que podía. Finalmente pude hacer el despegue que fue difícil cuando tenía veintiséis años. Empezar de a poquito a dar clases particulares de audioperceptiva, cantar en casamientos y shows. Fue duro al principio, y de a poco van saliendo trabajos. Trabajé en Buenos Aires Lírica, hice varias cosas, algunos protagónicos y así, fueron años de mucho estudio también.
LP - ¿Le dedicás tiempo a la docencia?
P.D. - Sí. Tengo alumnos particulares y además trabajo en un coro de cámara profesional, el Conjunto Vocal de Cámara de Quilmes donde soy soprano primera por concurso desde hace tres años. Tener un trabajo estable para un cantante es muy importante. Es un organismo que tiene cincuenta años y hace un repertorio fascinante de música antigua, contemporánea, de todo, con arreglos de música popular. Es coro es una maravilla. Tiene músicos increíbles entre sus dieciocho integrantes.
LP - ¿Cuál sería tu objetivo o sueño a cumplir con el canto como profesión?
P.D. - ¡Qué difícil! Porque en realidad siento que ya hago todo lo que me gusta. Siempre hay roles que quizás a uno le gustaría hacer. De pronto sí trabajar con alguien en particular. Me fascina trabajar con el Maestro Lombardero y me gustaría volver a hacerlo. Hacer más música antigua que también me encanta. Pero sería hacer más de lo mismo.
LP - ¿Considerás que tenés que luchar demasiado para lograr algo que quieras hacer o te sentís elegida para integrar los elencos?
P.D. - Es un ambiente muy competitivo, hay mucha oferta y poca demanda, y sobre todo para mi cuerda que es la más ofertada. Es muy difícil poder insertarse y tener un espacio. La verdad que sí, soy muy afortunada. Sería una falta de gratitud quejarme, aunque a veces uno entra en eso, pero trato de volver a la tierra y decir que tengo mi voz sana y disfruto de mi proyecto, sigo estudiando y siempre se van dando los trabajos. No me puedo quejar en absoluto.
LP - ¿Cómo juega o afecta la edad en tu trabajo?
P.D. - La carrera es longeva para el canto lírico cuando uno hace las cosas bien. Uno puede empezar a estar más sólido después de los treinta, hay gente con talento innato que con veinte años ya está cantando pero son los menos. El resto tenemos que estudiar mucho y la solidez viene con la edad y si uno hace las cosas bien.
LP - Uno piensa en el cantante lírico cuando está interpretando un personaje en la ópera. ¿Cómo se forma para ese trabajo?
P.D. - En mi caso que tuve la fortuna de tener mi formación gratuita en la UNA y en el Instituto del Teatro Colón, hay formación actoral. Tuve maestros excelentes. También en el Opera Estudio de La Plata. Hice seminarios de comedia del arte con Claudio Gallardou en el Teatro Cervantes. Necesariamente es un camino que hay que atravesar. Es un equilibrio complejo y además requiere una atención muy especial. Estar atento y formarse en muchas cosas para poder tener la profundidad que requiere el personaje en el escenario aunque fuera cómico o dramático. Y poder estar atento a la técnica, y poder manejar el límite de no desmayarte. La famosa eficiencia. Estar atento al director, y seguir la mano, y relacionarse con el entorno, y estar atento, y la letra, y la música. Es un mundo de factores que hay que manejar, complejo. La formación escénica es fundamental, creo que debería ir en paralelo con el cantante lírico desde el comienzo. Crecer parejo.
LP - ¿Cómo surgió la historia del disco de Canciones Argentinas?
P.D. - Surgió a partir del dúo que tenemos con mi hermana que es una gran pianista y además que ha sido mi mentora, mi maestra, mi madre, amiga, ella es más grande que yo, diez años mayor. Influyó porque siempre hicimos música juntas, y en una función de ópera que hice en la Embajada de Gran Bretaña, hace dos años, me contactó un señor que es funcionario de una petrolera que me ofreció mecenazgo. Así que lo contactamos y él fue quien nos auspició el proyecto. Así que agradecidísimos porque la verdad que es un proyecto difícil de gestionar, oneroso y no se puede hacer, para un humilde músico es complicado. Le presentamos el proyecto a Diego Zapico de Acqua Records y le gustó muchísimo, porque de mi generación no hay material así. Hay de un par de generaciones atrás, artistas nacionales que admiro y son referentes pero no hay de las nuevas generaciones. También se ha ido perdiendo la cultura del disco compacto, que es una lástima. Es una pena porque para un músico es el equivalente a escribir su libro. Fue un proyecto hermoso producido por Javier Weintraub que también participa como violinista. Y ahora estamos armando la gira para ir a llevarlo por las provincias y esperamos llegar a Rafaela.
LP - Cuando recibí tu disco lo compartí con un maestro de canto amigo, apasionado docente que no dudó en rescatarlo por su calidad en la interpretación y en el repertorio. ¿Qué reflexión te merece aunque no lo conozcas a él?
P.D. - Valoro muchísimo al pedagogo. Al pedagogo formado, al pedagogo intuitivo. La pedagogía me parece uno de los grandes actos de amor que tiene el ser humano. La respeto, la cultivo, me gusta ser alumna y me gusta ser docente, y admiro al docente que se entrega a su vocación, es fascinante. Realmente me cautivó porque es hermoso saber que además le da vida musical a gente que por ahí no está en contacto con la cultura de la gran ciudad donde uno piensa que está todo y es maravilloso porque esa persona ahí le está dando alimento espiritual a un montón de gente que si no fuera por él no lo tendría. Me gustaría conocerlo a Antonio Fassi. Son esas estrellas que andan por ahí en los rincones del país, del mundo, escondidas.
LP - Una reflexión que te merezca haber dedicado tu vida al canto.
P.D. - Creo que profundamente uno tiene que hacer lo que uno quiere, lo que uno desea, sin miedo. Quien está empezando, quizás, y se encuentra con todos los miedos del futuro, el porvenir, lo económico, creo que hay que confiar y la confianza es un gran capital para esto, porque se puede, se puede. Por supuesto, es difícil. ¿Qué actividad no es difícil y qué vida no tiene su cuota de dificultad? La verdad es que siento que puede haber épocas más difíciles pero al final del día uno se encuentra con su instrumento y ya está todo pagado.
LP - Como mujer, si tuvieras que hacer un balance desde el género. ¿Cómo lo ves desde el ambiente que frecuentás laboralmente?
P.D. - Son decisiones. Pero cuando uno está en el camino, de lo que le gusta, de lo que le hace bien, de lo que lo nutre, no se siente como una renuncia. Ni siento que haya renunciado a cosas fundamentales en mi vida, porque siento la carrera -aunque no me guste la palabra carrera- que es como un camino de vida profesional pero también de conocimiento, de introspección y de descubrimiento de mí misma. Entonces todo lo que se puede interpretar como renuncia para mí es como un dedicarme más a conocerme. Es valorizar lo que hago y dejar un espacio. Y vale la pena.
por Raúl Vigini
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.