Por Raúl Vigini
LP - ¿Qué se propuso cuando eligió su profesión?
L.K. - Trabajar como docente para favorecer el aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes. Luego de algunos años como psicopedagoga también para ayudar a quienes tienen dificultades de aprendizaje, incluyendo el mejoramiento de las relaciones interpersonales.
LP - ¿Por qué consideró oportuno escribir su primer libro?
L.K. - Comencé dando clases a docentes y otros profesionales sensibilizados e interesados en el acoso escolar. Para lo cual fue necesario seguir investigando sobre la temática y al ir profundizando en la misma comencé a escribir para explicitar los fundamentos y elaborar propuestas de acción que se deberían realizar en las escuelas.
LP - ¿Considera que la permisividad y la modificación de la escala de valores tradicionales contribuyen a resentir las relaciones humanas?
L.K. - Sí, el exceso puede resentir las relaciones humanas. Tanto en la familia como en la escuela, suele suceder que algunos padres como maestros sean excesivamente permisivos y esto crea confusión, porque a su vez se generan expectativas que luego no se pueden sostener. Es necesario que el niño experimente los límites de sus acciones para poder continuar teniendo deseos. Cuando el deseo es siempre satisfecho implica la muerte del deseo. El niño puede manifestar su desagrado ante un límite, pero el grado de tolerancia no debe impedir que los límites existan. Esto está íntimamente ligado a la escala de valores.
LP - En un primer acercamiento al tema usted plantea dos conceptos: agresividad y el carácter violento identificándolos en primario y secundario. ¿Puede explicarnos los mismos y su diferenciación?
L.K. - La violencia primaria es la que se da en ese primer encuentro entre la madre y el niño, que si bien es violento, es necesario y estructurante. Ese carácter violento se debe al efecto de anticipación de la madre a las necesidades del niño desde su nacimiento. La violencia secundaria, si bien se abre camino a través de la primaria, no es necesaria para la constitución del yo, implica un avasallamiento de las posibilidades del otro, provoca dolor y deja al niño merced a sus propias necesidades.
LP - El bullying existe desde siempre. ¿Por qué ahora se hace tanto hincapié en articular referenciando a la virtualidad?
L.K. - Los adelantos tecnológicos son extraordinarios, pero el rol activo está en las relaciones sociales. Son los seres humanos quienes usan las nuevas tecnologías y algún papel tienen en el para qué y en el cómo… Por la facilidad de su uso, el hecho que “las acciones” suelen quedar en el anonimato, los inconvenientes de supervisión y las dificultades para detectar los hostigamientos, habría que insistir tenazmente en orientar el trabajo en la escuela para detener el acoso y en el mejoramiento de las relaciones.
LP - ¿Qué rol deben cumplir los estados provinciales y nacionales para ayudar a las escuelas frente a estas problemáticas?
L.K. - Fundamental, ya que el Estado -nacional, provincial y municipal- debe destinar los recursos necesarios, articulando las políticas públicas para elaborar programas de acción concretas. Viene al caso recordar que hay que activar lo atinente al derecho a la salud mental/laboral de los docentes, teniendo en cuenta que los niños son sujeto de derechos, que tienen que ser atendidos. La capacidad para la resiliencia se deberá desarrollar no solo con las niñas, niños y adolescentes sino también con los docentes.
LP - Cuando la familia está ausente, como sucede en muchos casos actuales, ¿cómo se pueden establecer estrategias para abordar el tema, sin contar con esa “pata” tan significativa?
L.K. - Recurrir a los adultos significativos que rodean a los chicos, al trabajo grupal en el aula y recurrir a profesionales especializados para que apoye a los niños y asesore al docente. También acá el docente tiene que contar con el apoyo y el sostén de los directivos.
LP - ¿Es momento de replantearnos desde los planes de educación el perfil del docente en su formación profesional para que esté en condiciones de disponer de herramientas ante esta realidad en la comunidad educativa? ¿De qué manera?
L.K. - Sí, es un momento adecuado, porque no es conveniente seguir posponiendo para que se encare esta tarea preparando a los docentes con una sólida formación en todos los aspectos. Asimismo las instituciones escolares tienen que estar en condiciones de dar el soporte y los medios necesarios para actuar. Es imprescindible, se reitera el sostén en la tarea cotidiana por parte de las autoridades, y no dejarlos solos en la toma de decisiones y en la continuidad de las acciones.
LP - La sociedad va por caminos inciertos. La violencia está generalizada en sus distintas formas. ¿Qué análisis hace de la situación actual del tejido social?
L.K. - La carrera modernista nos arrastra a una vorágine de desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de confusión e inseguridad, y por lo tanto, a una angustia permanente. Y hay que agregar que el cuestionamiento de los grandes principios morales y religiosos, la crisis de valores, la veneración de la fuerza y del poder, la búsqueda del hedonismo, así como la desestructuración de la familia como unidad social provocan la fragilidad de los vínculos sociales, entre otros, tienen un rol importante en la producción de la violencia hacia los niños y entre ellos. Creo que hay que apelar a los buenos tratos, y recurrir al valor de los vínculos afectivos y de los cuidados mutuos para el mantenimiento de la salud mental.
LP - ¿Con qué medidas que considere de importancia se debe abordar el tema desde los planes de gobierno para que se detengan las situaciones de violencia en los diferentes ámbitos, y se superen estos tiempos de excitación?
L.K. - Primero teniendo en cuenta estos problemas en el Presupuesto. Lo demás lo fui desarrollando en las respuestas anteriores y evitaré repetirlo.
LP - El no ser acosado es un derecho. ¿Cómo nos lo explica desde su lugar de profesional?
L.K. - Todos los adultos que rodean a los niños y adolescentes tienen que implicarse para comprometerse a fin de intervenir y trabajar con las acciones que puedan mejorar los vínculos entre los alumnos, con los docentes y entre ellos, para que exista una mejora substancial en el clima de las escuelas, con el consiguiente avance en los aprendizajes, y sin que las agresiones se desplacen fuera del ámbito escolar.
LP - Alguna anécdota que pueda compartir con los lectores con final feliz.
L.K. - Cualquier ejemplo del libro donde se pudo detener el acoso y el chico no quedó excluido del grupo.
LP - Algo más que desee agregar.
L.K. - Muchas gracias por la entrevista.
por Raúl Vigini
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