Bueno, en realidad fue darme cuenta en una situación muy especial, porque estaba en pareja con una música profesional, con María Eugenia Rubio, que era flautista del Teatro Colón, y al poco tiempo de convivir, a ella se le descubre un cáncer de mama, la operan, estuvo un año con un posoperatorio favorable, teóricamente no tenía nada más que hacer, y al tercer año vuelve el problema y empieza a buscar alternativas y ahí surge la Fundación Salud en Luis Guillón, provincia de Buenos Aires, donde empezamos a concurrir con ella que en un estado comprometido y no pudiendo tocar la flauta, surge la idea de acompañar con música a la gente que está pasando por esa situación y eran todos con enfermedades graves y sus familiares. Se da la presentación del libro de la directora de ese lugar, Stella Maris Maruso, pido acompañar con música y se suman varios colegas del Colón, éramos ocho músicos. Y ése fue el primer concierto en el que nosotros sin proponérnoslo se gesta la idea de Música para el Alma. Digo que es el primer nacimiento de la asociación porque estamos haciéndolo en una institución privada y era muy acotado a quién llegaba esta actividad. Para nosotros era muy emocionante porque en el primer concierto, empezamos a tocar y la gente que nos estaba rodeando en un lugar muy hermoso, empezó a acompañarnos cantando. Eso fue una sorpresa y una emoción muy grande. Estábamos haciendo lo mismo que en el Teatro Colón, pero sintiendo algo completamente diferente, una conexión súper profunda con la gente, en una situación muy particular. Y ahí es donde nos cae la ficha de esto. Recuerdo que un colega violinista, estaba muy emocionado, me pidió para hablarle a la gente, y ahí les comentó lo que él había sentido después de mucho tiempo de haber estado como profesional con el violín, era la primera vez que él sentía la misma sensación que cuando él decidió dedicarse a la música. Eso creó en todos, un cambio muy profundo, en mí, sobre todo. Los conciertos luego se continuaron hasta fin del año dos mil once en el que fallece María Eugenia. Y a partir de ese dolor y toda esa situación tan difícil decidimos continuar con los conciertos ahí en la Fundación. A mitad del dos mil doce surge la idea por un colega amigo, y hablamos de la posibilidad de ir a un colegio de niños ciegos. Yo ya tenía armado un pequeño repertorio que hacíamos entonces hablamos con colegas y esa para mí es la Fundación de Música para el Alma como es ahora, es decir músicos profesionales que deciden donar lo que hacen a una institución donde siente que por su situación de vida no les es posible ir a escuchar un concierto. Fue muy emocionante la experiencia en la escuela de niños ciegos porque tienen muy desarrollado el sentido de la audición. El disfrute era absoluto. Mi amigo Raúl había grabado un disco de folklore, se llevó una pista y empezó a tocar Pedro canoero, y una chica alumna del colegio pide para acompañarlo, él aceptó, la nena al piano y él con el violín, fue un momento mágico, mucha emoción y muchas lágrimas. Y ahí creo que nos volvimos a dar cuenta de todo lo que generaba esto. Ese video se viralizó y de diez músicos pasamos a ser quince. Luego treinta, cincuenta, y hoy en día casi siete años después de ese momento hay más de dos mil quinientos músicos inscriptos en la base de datos de Música para el Alma.
La convocatoria inicial de los integrantes solidarios
Se hizo en forma individual. Les comentaba a los colegas en los ensayos. Y se fueron sumando. La estructura que pensamos es como una mini orquesta muy reducida. Una base de cuarteto de cuerdas con dos violines, una viola y un chelo, un instrumento de viento o dos: flauta y oboe, y después se empezaron a sumar cantantes líricos compañeros del Colón. Se fue armando la idea de un repertorio adaptado para el grupo pero que para las circunstancias era efectivo, funcionaba a partir de eso, empezamos a juntar partituras.
Cómo desarrollamos la presentación
Empezamos a meter alguna cosa de música popular porque la idea era ir experimentando, no teníamos un mapa trazado de lo que había que hacer. Y llegar a los dos mil quinientos músicos inscriptos como voluntarios surge a partir de la difusión de Música para el Alma en otras ciudades y en otros países. A partir de la presentación en otros lugares los músicos se van anotando en la web y eso sirve para organizar futuros conciertos.
De qué manera se seleccionan los que van a integrar la formación del próximo recital
Generalmente en Buenos Aires gran parte de los conciertos se dan por la mañana que es el momento en el que los músicos tenemos libre, especialmente los lunes que es día libre en el Teatro Colón. Les envío una convocatoria que le llega cada uno, y si le viene bien se anota para ese recital, se conforma una lista de los que aceptaron, y según el instrumento en cada caso, elijo los necesarios para armar la pequeña orquesta.
Cómo armamos y elegimos el repertorio
Tenemos el repertorio base y después lo vamos combinando de acuerdo a la institución donde tocamos. Si vamos a un hospital de niños tratamos de hacer música infantil y tocamos La Pantera Rosa, Manuelita, el año pasado hicimos la Cumbia del monstruo de la laguna que es de Canticuénticos, un grupo maravilloso de Rosario. Si vamos a un hogar de ancianos invitamos a un bandoneonista e hicimos algunos tangos. Somos músicos clásicos entonces la base incluye clásica, arias de ópera, dúos. Y hay un repertorio de música popular. Las partituras están en internet y los músicos pueden bajarlas con una contraseña y estudiarlas. Las ensayamos antes del concierto. Y esto sirve para las giras.
Estuvimos en otros países
Hemos ido a Uruguay, a Chile, a Perú, a Ecuador, a Bolivia. Todo este arreglo, se hace a la distancia sin conocernos con los que se suman allá. Viajamos diez músicos de acá con experiencia y se agregan los demás locales en cada lugar. La experiencia consiste en ir a tocar a la sala de internación, nos ponemos en fila india, tenemos aprendidas normas de bioseguridad, hemos ido incorporando un montón de información a medida que hemos realizado los conciertos. A veces la gente de otros países, se sorprenden al verlos tocar hasta en terapia intensiva acompañados por las mismas autoridades médicas, una vez que se dan cuenta que somos cuidadosos y que sabemos lo que estamos haciendo. Y después nos preguntan cuándo volvemos.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Jorge Bergero
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