Por Redacción
QUITO, 20 (AFP-NA). - El candidato oficialista de
izquierda Lenín Moreno encabeza, según varios sondeos a boca de
urna, la elección presidencial celebrada este domingo en Ecuador,
crucial para la golpeada izquierda latinoamericana.
El exvicepresidente Moreno, que aspira a suceder al mandatario
saliente Rafael Correa, tendría entre 36% y 43% de la votación,
mientras que el exbanquero de derecha y opositor Guillermo Lasso
habría conseguido entre el 26% y 31%.
Para ganar en primera vuelta, Moreno requiere un 40% de los
votos válidos y una diferencia de diez puntos sobre el segundo.
Tras conocer los sondeos, Lenín Moreno festejó ante los
simpatizantes del movimiento Alianza País (AP) en un conocido
hotel del norte de Quito.
"Hemos ganado las elecciones en justa ley (...). Más tarde
estaré pendiente de los resultados definitivos que dé el Consejo
Nacional Electoral", exclamó entre aplausos Moreno.
Simultáneamente, en el Centro de Convenciones de Guayaquil
(suroeste), capital económica del país, el conservador Lasso gritó
eufórico: "Hay segunda vuelta".
Según informó el CNE, los resultados oficiales de estas
elecciones generales, en los que también se escogen un
vicepresidente, 137 diputados y cinco representantes al Parlamento
andino, se esperan a partir de las 20H00 (01H00 GMT del lunes).
Marcadas por la delicada situación económica y una campaña
electoral inusualmente insípida, ensombrecida con acusaciones de
corrupción, estas elecciones son las más reñidas de los últimos
años en el país andino.
En las elecciones generales de 2009 y 2013, Correa ganó con
holgura en primera vuelta.
Pero la ausencia de Correa, un carismático y polémico
economista que desde 2007 ha liderado el período más estable de la
historia reciente ecuatoriana, y una golpeada economía tras el fin
de la bonanza petrolera, que le sirvió para modernizar el país y
elevar sus índices de desarrollo, dejaron al correísmo desgastado.
Los ecuatorianos votaron muy condicionados por el deterioro
económico, producto según el gobierno de factores externos como la
debacle petrolera, la devaluación de monedas vecinas, el
fortalecimiento del dólar o los costos del terremoto del pasado
abril. La oposición, en cambio, vio una posibilidad de atizar el
descontento de las clases medias y bajas, que hablan de derroche y
mala gestión.
Moreno, cuyo estilo conciliador contrasta con el temperamental
Correa, representa el continuismo de un sistema que combina un
disparado gasto social con altos impuestos y elevado
endeudamiento.
Lasso promete fomentar la inversión extranjera y bajar los
impuestos para estimular el consumo y la producción.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.