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Editorial Lunes 25 de Junio de 2012

Un grito vigente

A cien años de la rebelión agraria de 1912, aún hay reclamos que esperan respuesta.

Redacción

Por Redacción

Este 25 de junio se recuerdan 100 años del Grito de Alcorta y, más allá de la adhesión que reciba el feriado decretado, se trata de una fecha importante para la historia de Santa Fe que merece ser evocada y obliga a seguir repensando la relación de fuerzas en el sector rural.

Además de ser un hecho trascendente para la tradición santafesina, se trata además del acontecimiento más importante en la historia gremial del campo. Sus protagonistas fueron los arrendatarios, quienes reaccionaron ante una coyuntura desfavorable que hacía imposible mantener los valores del arrendamiento.

La caída en el precio del maíz fue el detonante, pues los chacareros pidieron a los estancieros o a las compañías colonizadoras mejoras en las condiciones de arrendamientos o de la aparcería que incluyeran pagos más bajos y plazos más amplios.

En este contexto, el 25 de junio de 1912, unos 2.000 agricultores del sur santafesino se reunieron en Alcorta en el Salón de la Sociedad Italiana. En la Asamblea se decidió el cese de las actividades. Se negaron a roturar y sembrar por tiempo indeterminado hasta que se produjera la rebaja general de los arrendamientos y aparecerías; la aceptación de contratos con una duración de por lo menos cuatro años; la libertad para trillar y asegurar las sementeras; y la entrega del grano en las chacras en parva y troje.

Inmediatamente el paro y la protesta se extendieron a otras colonias de la provincia de Buenos Aires y Córdoba. Las peticiones de los chacareros fueron resistidas por los terratenientes y los empresarios colonizadores. El conflicto se extendió espacialmente y se generalizó a otros sectores de la sociedad, situación que obligó a la intervención de los gobiernos provinciales.

El gobierno radical de Santa Fe designó una comisión integrada por el vicegobernador Ricardo Caballero que realizó un informe favorable a los chacareros. En él se señalaban que a los chacareros se los exprimían como limones; que estaban obligados a trillar con las máquinas del patrón o con las de quien él les indicara; que no podían vender las cosechas antes de haber pagado su renta; que tenían que pagar la trilla y la bolsa correspondiente al patrón.

Las protestas duraron aproximadamente tres meses. Se movilizaron alrededor de 100.000 chacareros. En cada una de las colonias se formaron comités de huelga y sociedades, uniones y ligas. La extensión de los reclamos creó la necesidad de unificar los esfuerzos y así se llegó, en poco más de un mes, a la creación de una instancia de organización superior: la Federación Agraria Argentina.

La respuesta de los terratenientes y las fuerzas represivas no se hizo esperar, motivo por el cual los huelguistas tuvieron sus primeras víctimas: en un acto realizado en Firmat fueron asesinados dos de sus dirigentes, mientras en la ciudad de Rosario era fusilado Francisco Netri.

A pesar del violento accionar de los terratenientes, los huelguistas fueron logrando cada vez más adhesiones. Al apoyo inicial de los anarquistas y socialistas, de los párrocos y de los pequeños comerciantes, fueron sumándose los profesionales y amplios sectores populares.

Ante el temor de tener que afrontar grandes pérdidas económicas, los terratenientes fueron cediendo lentamente y a mediados de 1913, la inmensa mayoría había logrado una importante rebaja de los arrendamientos.

A cien años de esta gesta, la primera rebelión agraria argentina, estos mismos reclamos parecen haber tomado nuevas formas. Pero en el fondo, las demandas siguen siendo las mismas: mayor rentabilidad para los productores, distribución equitativa de las riquezas y falta de políticas a largo plazo para el sector.

La Federación Agraria Argentina consideró durante el acto conmemorativo desarrollado en la jornada inaugural de Agroactiva, que el Grito de Alcorta aún "está inconcluso”. 

“Hace 100 años la gringada paró los arados y pudo tener condiciones de negociación. Hoy los chacareros estamos siendo desplazados y la agricultura la terminan haciendo los fideicomisos, los pooles de siembra, las empresas multinacionales y las corporaciones”, disparó Eduardo Buzzi.

Es por esto que el Grito de Alcorta sigue estando vigente y reclama la presencia de un verdadero proyecto nacional agropecuario, que priorice el diálogo efectivo entre organizaciones gremiales, técnicas y agropecuarias, trabajadores, Estados provinciales y Nación;  y que termine de resolver las desigualdades entre los grandes y los pequeños productores.

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