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Editorial Martes 11 de Septiembre de 2012

Sarmiento y maestros

Recordar a Sarmiento en el 125 aniversario de su muerte y el Día del Maestro en este 11 de septiembre. Una fecha de homenaje para los argentinos.

Redacción

Por Redacción

Este 11 de septiembre los maestros celebran su día, en coincidencia con la recordación de la muerte de Domingo Faustino Sarmiento, hace ya 125 años. Nada más justo ya que fue justamente el ilustre sanjuanino quien luchó sin descanso por dotar a la actividad de los maestros de la dimensión de profesión. Es que mientras el trabajador se limita a cumplir su actividad dentro de un horario estipulado, la profesión requiere de mayor preparación, actualización, perfeccionamiento, dedicación y poca atención por los horarios. Es una gran diferenciación sin dudas. Pero además, y por sobre todas las cosas, Sarmiento fue quien privilegió la educación, y sus artífices, por sobre todas las cosas, lo cual le valió un reconocimiento amplio y merecido.

Aunque, este presente de la educación da cuenta que esa brega sarmientina continúa hoy haciendo falta como entonces.

"Todavía lo siguen atacando. Sus enemigos aún no aprendieron que con sus insultos lo honran. Payasos disfrazados de fascistas, nazionalistas, con zeta, psicópatas que escuchan su nombre y acarician la culata de la pistola, ignorantes y tontos que suponen insultarlo es un acto de audacia intelectual, no le personan su pasión, su furia modernizadora, su talento para percibir las tendencias ocultas de la realidad, el vuelo formidable de su pluma. Claro que no era simpático, tampoco se preocupaba por serlo, pero podía amar y odiar intensamente. Sus furias eran devastadoras y su risa estruendosa, homérica, desbordante. Temperamentalmente no conocía los términos medios; nunca pretendió ser objetivo porque sus pasiones eran mucho más interesantes que la pretensión académica de la objetividad". La descripción corresponde a un trabajo editado por la Universidad Nacional del Litoral en 2006 titulado "La pasión de ser argentino", que se ajusta para una fugaz semblanza personal de Sarmiento.

En algunos otros viejos libros de historia, aparecen cinco párrafos destinados por el sanjuanino a sintetizar la entidad que les corresponde a los maestros de escuela. "El maestro de escuela" dice: "Los maestros de escuela son, de nuestras sociedades, esos artífices oscuros a quienes está confiada la obra más grande que los hombres pueden ejecutar, a saber, terminar la obra de la civilización del género humano, principiada desde los tiempos históricos en tal o cual punto de la Tierra, transmitida de siglo en siglo, en algunos pueblos adelantados, a todas las clases y a todos los individuos. El caudal de conocimientos que posee hoy el hombre, fruto de siglos de observación de los hechos, del estudio de las causas y de la comparación de unos resultados con otros, es la obra de sabios, y esta obra eterna, múltiple, inacabable, está al alcance de toda la especie".

"El maestro de escuela, al poner en las manos del niño el silabario, lo constituye en miembro integrante de los pueblos civilizados del mundo y le deja la tradición de la humanidad", concluye.

Cabe destacar que los tiempos actuales no son sencillos para los maestros, que como todo el resto del conjunto de trabajadores, deben estar en constante lucha por la defensa de su salario, aunque eso parece nada frente a la convivencia con otros males, como la pobreza y la violencia. Educandos mal alimentados, de familias desintegradas, con claras identificaciones agresivas, y aunque pocos los hay que concurren portando armas a la escuela, más padres que reaccionan agresivamente ante las reconvenciones o directamente sanciones en casos de extrema gravedad. A todo eso deben enfrentarse diariamente, y por si fuera poco, ajustarse a ciertas directivas no escritas pero que deben cumplirse, evitando trascendidos, disimulando ciertos episodios que suceden dentro del establecimiento, como si ocultando significara hacer de cuenta que no pasa. Cuando las soluciones verdaderas surgen cuando se procede exactamente al revés, admitiendo los casos y la realidad de la situación para llegar a diagnósticos correctos y de tal manera poder buscar las soluciones.

En este nuevo día de los maestros, recordemos entonces a Domingo Faustino Sarmiento, que buena falta nos hace, a la vez que reconozcamos la labor que cumplen los maestros de hoy en día, enfrentando muchísimas dificultades, pero llevándola adelante con dignidad, con la confianza depositada en que en el futuro todo será mejor. Confiemos y afiancemos nuestra esperanza.

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