Por REDACCION
A excepción de los años 90, cuando la convertibilidad frenó la inflación pero también desaceleró el crecimiento y dio lugar a una olla a presión cuando comenzaron a operar los vencimientos de la deuda externa, los argentinos no tuvimos opción que convivir con la inflación, una anomalía cuyo origen es multicausal aunque hay coincidencias de que en mayor medida es una respuesta a la emisión monetaria. Los sucesivos gobiernos no hay podido frenar los aumentos de precios que se han quedado como una distorsión que obstaculiza toda actividad comercial y llegar a acuerdos sobre los valores que deben tener los bienes y servicios.
Entre las medidas de escasa repercusión para desacelerar la inflación que han puesto en práctica desde el Gobierno se destacan los programas Precios Cuidados o Precios Máximos. Su irrelevante impacto explica la fuerte pérdida que ha registrado el poder adquisitivo del salario en los últimos años y las crecientes tensiones que se advierten ahora cuando los gremios reclaman reajustes salariales. Por tanto, bien podríamos afirmar que en realidad el programa más exitoso es el de precios liberados por más que no le guste al promocionado "Estado presente", un figura abstracta que le cuesta mucha plata a los contribuyentes.
Lamentablemente, la Argentina está condenada a la alta inflación, que hace quizás tanto daño como endeudarse con el FMI porque afecta en mayor proporción a los pobres, que son cada vez más. Un reciente informe indicó que hace cuatro años llenar un changuito costaba $1.000 mientras hoy se necesitan $4.000 para hacerlo.
En este marco, hay datos con una contundencia que abruma: la inflación promedio de los países de América del Sur tuvo un significativo salto en julio y llegó al 0,69%, si se exceptúa del cálculo a la Argentina y Venezuela. El 0,69% promedio de julio contrasta con los niveles de los últimos meses y sólo puede ser comparable con el 0,61% alcanzado en enero en el promedio inflacionario de Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Desde entonces, los niveles fueron inferiores, con niveles entre seis y veinte veces inferiores a la inflación argentina de cada mes: 0,21% en febrero, 0,42% en marzo, 0,25% en abril, 0,42% en mayo y 0,25% en junio.
En julio, Venezuela volvió a ubicarse en el primer lugar por su inflación, que en este caso fue del 12,6% según el Observatorio Venezolano de Finanzas, entidad a la que se recurre habitualmente para conocer las estimaciones de la evolución de los precios minoristas en el país por la demora en la información oficial por parte del Banco Central.
Fuera de ese caso, Paraguay encabezó el listado con el 1,2%, seguido por Perú con el 1,04%, debido a la incidencia del alza del precio del gas envasado.
En cuanto a la inflación interanual, Venezuela consiguió por primera vez en muchos años perforar el piso del 2.000% y cerrar los doce meses acumulados a julio con un nivel del 1.984%, según las estimaciones del OVF. En el resto de los países de América del Sur, los niveles se mantienen en un dígito, aunque con un promedio del 4,04% que, como con la inflación mensual, es el más alto en lo que va de 2021.
Por segundo mes consecutivo Brasil desplazó a Uruguay del primer puesto, con un 8,99% respecto de julio de 2020, seguido por los orientales con el 7,30%. Chile es el tercer país del grupo de ocho con una inflación interanual del 4,5%, mientras que Colombia, con el 3,97% se encuentra en la cuarta posición. La nómina se completa con Perú con el 3,81%, Paraguay con el 3,1%, Ecuador con el 0,45% y Bolivia con el 0,20%.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.