Por REDACCION
Atada con alambres desde hace mucho tiempo en todos los órdenes, económico, social, político e institucional, la Argentina tiene tantos problemas de magnitud que solucionar aunque no puede con ninguno. Por ahí aparece un parche milagroso para evitar el default a partir de la extrema complacencia del FMI, pero el panorama es desolador en el presente y desalentador para el futuro. Los indicadores positivos del sector industrial en cuanto a nivel de actividad y empleo o el desempeño del campo no son suficientes para levantar de la lona al país, enredado en discusiones estériles de una dirigencia política que en el marco de la crisis, está bien, con sus privilegios intactos.
Con la implementación de una nueva versión del dólar soja ante la apretada situación del Banco Central por la escasez de reservas, y el impacto que sufre la industria que no puede importar todo lo que necesita por las restricciones, el debate en torno a la cotización de la divisa se mantiene en el centro de la escena de la política económica. Más aún con los nubarrones que se mantienen en el horizonte cercano en torno a una eventual devaluación y en un contexto donde la inflación luce imparable, más allá del programa Precios Justos que recién se está acomodando en las góndolas de los supermercados. Por caso, en Rafaela aún no se visualizan cartelitos de esta iniciativa en ninguno de los centros de compras de productos de consumo masivo.
Entonces, la pregunta es cuánto debe valer el dólar. El la Ley de Presupuesto 2023 el Gobierno nacional estimó una inflación del 60 por ciento, un crecimiento del 2%, un aumento de las exportaciones del 7,1% y un dólar al final del año de 270 pesos. Pero si este 2022 terminará con una inflación en el orden del 100%, cómo es posible que se baje al 60% en el siguiente ejercicio. Por lo tanto, todas las cifras nominales incluidas en el Presupuesto son, cuanto
menos, dudosas.
El debate está abierto. El tipo de cambio real para el mercado oficial aumentó en septiembre un 1,8% respecto de agosto, pero retrocedió 2,2% con relación al registrado en el mismo mes de 2021, según un informe del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.
Al resultado contribuyó una mayor corrección del tipo de cambio nominal, que creció un 5,7% en el mes, frente a una inflación en el sector servicios del 4,2%, de acuerdo con el trabajo académico. Básicamente, el tipo de cambio real indica si los productos locales son baratos o caros con respecto al resto del mundo.
El director del CENE, Víctor Beker, consideró que el nivel alcanzado por el tipo de cambio real en septiembre lo ubica apenas un 0,9% por debajo del de diciembre de 2015, cuando se levantara el anterior cepo cambiario y se liberara el mercado de cambios. El tipo de cambio real se estima tomando como base el valor del dólar en diciembre de 2015: se calcula su evolución hasta el presente y se le agrega la inflación en los Estados Unidos medida por el índice de precios de bienes al productor; finalmente se divide por la evolución del Índice de Precios al Consumidor para el rubro Servicios.
En los últimos días, el dólar blue volvió a generar tensiones en el mercado de cambios. La incertidumbre en torno a la deuda en pesos, que es gigantesca, genera dudas entre los inversores sobre la capacidad de cumplimiento del Estado nacional. La desconfianza crece más allá de que los "prestadores seriales" de dinero en pesos al Estado, como bancos, fondos de inversión y seguros, están cautivos. Es decir prácticamente no pueden prestarle a nadie más que al Ministerio de Economía. Por ahora, el objetivo paso a paso es evitar que la situación empeore. Pero no se puede seguir así para siempre.
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