Por REDACCION
Con salarios que se achican y precios que se agrandan, la economía argentina no logra dar señales positivas que cambien el humor social ni tampoco certezas sobre lo que pueda suceder el próximo año. Las expectativas de los argentinos, ante este escenario adverso, no son demasiadas alentadoras. Mientras el Gobierno no acierta con el diagnóstico ni mucho menos con la receta, los problemas se mantienen inalterables, como la inflación que se acelera mes a mes, la caída del nivel de actividad que se acentúa a medida que transcurre el año, la crisis del mercado cambiario que se traduce en una pérdida de reservas y en dificultades para los importadores.
Recientemente la consultora Economía y Regiones consideró que "la inflación, la contracción del PBI y la caída de reservas son sólo las consecuencias y no el origen de los desequilibrios macro. Es decir, la gente demanda más dólares y las reservas caen porque hay cada vez más desequilibrios". Al profundizar su análisis señala que "en términos médicos, la inflación, el PBI, las reservas y el mercado cambiario son los síntomas de la enfermedad macroeconómica, no sus bacterias".
El informe puntualiza que la mejor toma de decisiones en términos de producción, inversión, ahorro, consumo, exportación e importación "exige saber si la actual dinámica se va a corregir, suavizar o agravar en el futuro", esto es que "el futuro de la economía dependerá de las medidas de política económica que aplique el Gobierno y de la formación de expectativas de los agentes económicos, que justamente estarán condicionadas por el accionar del Gobierno".
Con respecto a la demanda de dólares, advierte que "si se compara septiembre, cuando el público minorista adquirió 379 millones, con junio, cuando compró 161 millones, la venta de dólares ahorro aumentó un 135% y la cantidad de operaciones creció un 226%".
Para la consultora las expectativas del público son el factor más influyente sobre la dinámica de las variables macro. "Si el público piensa que va a haber más inflación, terminará habiendo más inflación. Lo mismo, si la gente considera que el peso se devaluará, el tipo de cambio seguramente terminará devaluándose. En ambos escenarios habrá más recesión con elevada inflación; o sea estanflación más fuerte", consigna.
Desde la perspectiva de los analistas de Economía y Regiones, el "actual proceso estanflacionario es consecuencia de elementos que se retroalimentan en forma negativa". El primero gira en torno a "la inconsistencia entre la política fiscal, monetaria y cambiaria" a la que califica como "el origen de los problemas". El segundo es que "durante los últimos años el público hizo un proceso de aprendizaje en materia de expectativas que potencia el resultado estanflacionario de las políticas oficiales" y el tercero es que lamentablemente "el gobierno no atiende el importante rol que juegan las expectativas y pareciera no comprender cuál es su mecanismo de formación".
También se pregunta por qué las políticas que dieron beneficios en los primeros años del gobierno de los Kirchner ahora no generan los resultados esperados. "Dado que el gobierno siempre aplicó una política basada en la expansión monetaria y en la estimulación de la demanda agregada, cabe preguntarse: ¿Por qué las políticas expansivas de emisión monetaria generadoras de inflación antes tenían efectos reales en la actividad y el empleo y ahora, en cambio, son recesivas?", planteó con total claridad la consultora.
"En estos modelos en los cuales se fomenta el nivel de actividad a partir de la emisión y la sorpresa inflacionaria, cada vez se necesita más emisión e inflación para crecer, aunque cada vez esa expansión económica sea menor", advierte el informe. Y agrega: "como decía Abraham Lincoln 'se puede engañar a poca gente durante mucho tiempo, a muchos durante poco tiempo, pero no a mucha gente durante mucho tiempo', y así el público fue modificando y mejorando su mecanismo de formación de expectativas de inflación". En tal sentido, explica que "hay un punto de inflexión en 2011/2012 cuando el público cambia su mecanismo de formación de expectativas de inflación, pasando de un modelo de expectativas adaptativas, esto es mirando la inflación pasada, a un modelo de expectativas racionales, es decir mirando los fundamentos económicos".
En el capítulo de las propuestas, la consultora recomienda que "para dejar atrás la estanflación tiene que haber un cambio radical en la política fiscal, monetaria y de desendeudamiento que estimule una drástica baja de las expectativas de inflación y de devaluación del público". Es decir, que con "políticas fiscales y monetarias más prudentes acompañadas del ingreso de dólares frescos, no sólo bajarían las expectativas de inflación y devaluación, sino también amortiguarían las presiones de demanda, contribuyendo a bajar la inflación y derrotar el actual proceso de estanflación". No obstante, se pregunta si el gobierno entiende la relación que hay entre sus políticas, las expectativas y la estanflación. Y responde que "parecería que no".
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