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Editorial Jueves 2 de Marzo de 2017

Población de EE.UU.

Pese a tener más ingresos, la población rural estadounidense está en retroceso.

Redacción

Por Redacción

En los Estados Unidos se viene registrando en los últimos años el mismo fenómeno de la despoblación rural, tal como sucede en casi todo el mundo. Es que allí, aún con todos los beneficios y respaldos que se le da a su producción, la población rural  declinó un 0,3% entre 2010-2014, habiendo contabilizado en 2015 46,2 millones de personas, lo cual significa el 14% de la población total estadounidense. Lo cual por supuesto contrasta con el crecimiento que viene teniendo la población urbana, que en 2015 estuvo un 89% por sobre el nivel de 2007.

Tal situación, que se viene dando sistemáticamente desde hace varias décadas, entre el 10 y 15 por ciento de los condados rurales dejan de serlo cada 10 años, al ser recategorizados como urbanos debido al cambio económico y demográfico. Es decir, ni siquiera es necesario el traslado de lugar de los pobladores, ya que sus propios lugares de residencia van cambiando su característica debido al crecimiento de las zonas urbanas.

El tema, desarrollado por el analista internacional Jorge Castro, da cuenta también que la participación laboral de las áreas rurales siempre ha sido menor que el de las urbanas, pero en los últimos años esta diferencia se fue acentuando de manera significativa, en especial por el envejecimiento de la población, consignándose que los granjeros -farmers, como son identificados en su idioma- tienen una edad promedio de 55 años en el medio oeste.

Todo esto ha sucedido aun cuando en la última década los ingresos del sector rural se hayan incrementado un promedio de 2% por año en términos reales, adquiriendo un nivel muy superior al de 2007. Por el contrario, el ingreso urbano fue cayendo ostensiblemente en ese mismo lapso, ya que la clase media estadounidense tiene ingresos 7% inferiores a los que tenía 9 años atrás, habiendo sido uno de los factores centrales que le permitieron a Donald Trump llegar a la presidencia.

El retraso de los ingresos de la clase media marca una tendencia bastante clara, especialmente por el escaso nivel educativo formal, lo cual fue una característica muy afianzada en las dos últimas décadas, todo lo cual ha llevado a que la relación entre los ingresos rurales y los urbanos pasara de 77% a 84% en 2015.

La pobreza es también un fenómeno afianzado en Estados Unidos, afectando a 47 millones de personas, nada menos que el 16% de la población total, siendo levemente superior en las áreas rurales, especialmente en aquellas regiones que por su producción tradicional no fueron alcanzadas por el boom agrícola de la última década. 

Uno de los grandes impulsos recibidos por el sector rural, pues de esa manera está calificado, es la producción del shale gas-oil, que hizo subir la producción petrolífera 4,5 millones de barriles diarios desde 2004 en adelante, una actividad que viene siendo desarrollada nada menos que en 537 condados, de los cuales 444 son rurales y apenas los 93 restantes calificados urbanos.

En cambio, los condados estrictamente agrícolas representan sólo el 19,8% de las área rurales, teniendo su epicentro en Iowa, que es el mayor productor agrícola estadounidense, ubicándose luego Nebraska e Illinois, aunque sólo cuentan con el 6% de la población rural total del país. De tal manera queda muy marcada la tendencia de la disminución de productores agropecuarios, que son 1,5 millón, y que de acuerdo con las proyecciones, en 2030 serían 500 mil menos.

Sostiene el articulista que "el agro en Estados Unidos Unidos es una actividad capital intensiva, crecientemente desruralizada y convertida en un sistema productivo profundamente innovador de carácter esencialmente urbano". Dicha tendencia estructural del campo lleva además que el sector se haya transformado en uno de los sectores de punta, tanto en lo tecnológico como organizativo, del capitalismo estadounidense.

El proceso de integración de la cadena productiva se advierte con claridad, y además viene dándose con celeridad, arrastrando también la revolución de la biotecnología, encabezada por las fusiones de las grandes compañías agroalimentarias, como sucedió hace poco con Monsanto y Bayer, integrándose con una inversión de 67.000 millones de dólares.

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