Para la clase media

Por firma 1

B/N Tener una casa propia es el sueño de cualquiera, pero en Rafaela es algo que se destaca. Es que la ciudad ha crecido bajo este signo y su permanencia permitirá asegurar también mantener la identidad. En la actualidad, existen más de 3.100 inscriptos en el registro único de aspirantes a viviendas en la ciudad.

El tema de las viviendas es uno de los principales en la agenda de los rafaelinos. No es para menos: forma parte de una de las principales cuestiones que forman parte de la identidad de nuestra ciudad.
Tener una casa propia es el sueño de cualquiera, pero en Rafaela es algo que se destaca. Es que la ciudad ha crecido bajo este signo y su permanencia permitirá asegurar también mantener la identidad.
En la actualidad, existen más de 3.100 inscriptos en el registro único de aspirantes a viviendas en la ciudad. Muchos de ellos están dispuestos a pagar una suma importante para quedarse con alguna casa de un plan social.
Tanto oficialismo como oposición saben que hay un sector de la sociedad que no puede acceder a una vivienda: la clase media trabajadora. La clase alta, por ingresos propios, tiene la chance de comprar los lotes que se encuentran por encima de las posibilidades de muchos. Por otra parte, la clase baja tiene los beneficios de los planes sociales de vivienda, los cuales el Estado –en cualquiera de sus niveles: nacional, provincial o local- encara y entrega con cuotas acordes a sus ingresos.
Pero hay quienes no acceden por estar sobrecalificados para unos y carece de los requisitos necesarios para el otro. Es así que las soluciones existentes, no son acordes para este sector social.
Una de las alternativas que encontró el Instituto Municipal de la Vivienda fue reducir las superficies de los lotes que puso a la venta en el noreste de la ciudad. Así, además de los “lotes tipos” de 10 metros de frente por 30 de fondo, con 300 metros cuadrados de superficie, hay otros de 180 metros cuadrados, 200 metros cuadrados y 270 metros cuadrados. Los más vendidos son los de menores superficies.
El Gobierno provincial diseñó una novedosa operatoria que incluye al Estado, un banco de capitales mixto y a empresas constructoras tendiente a hacer más accesible el sueño de la casa propia para miles de familias santafesinas de clase media: cuotas mensuales de entre 900 y 1200 pesos que reemplazarían al monto de un alquiler actual, pagaderas en varios años con un interés de entre el 18 y 22 por ciento. Pero el anuncio se dio en marzo del año pasado y aún no se ha conseguido la aprobación por parte del Banco Hipotecario para aplicar el plan.
Recientemente, la Municipalidad de Rosario ha lanzado un ambicioso programa de construcción de viviendas. Esta semana se lanzó la inscripción para la primera etapa de 22 unidades de un total de 144. Habrá ocho de un dormitorio, trece de dos dormitorios y una especial para discapacitados.
Costarán entre 50 y 60 mil dólares, e incluyen 13 cocheras y patios internos. Está dirigido a familias con ingresos mensuales de entre 3500 y siete mil pesos. Y la intención es que se construyan en los 6 distritos de la ciudad, evitando desarraigar a las familias.
La iniciativa estará financiada por el Banco Municipal con un monto inicial de dos millones de pesos, el cual surgió a partir de la venta del viejo edificio del Concejo Municipal.
Los requisitos son ser mayor de edad, no contar con una vivienda propia, y acreditar mediante recibo de sueldo -o comprobante de monotributo- que el ingreso es superior a los 3500 pesos. La cuota sería inicialmente del orden de entre 800 y 1.000 pesos mensuales dependiendo de los ingresos de la familia, y el programa será gerenciado por el Banco Municipal. La cuota del crédito será del orden del 20 ciento del ingreso mensual demostrado por la familia beneficiaria, con lo cual estará en el orden de lo que muchos destinan a un alquiler.
Un plan que sin lugar a dudas vale la pena estar atentos y analizar la posibilidad de replicar en nuestra ciudad: miles de familias requieren una solución a su problema y desean la realización de su más profundo deseo, que es la casa propia.