Por REDACCION
Una crisis humanitaria que siempre está pero que, a la distancia, no parece tan visible tiene como escenario la frontera sur de los Estados Unidos, un perímetro especialmente vigilado por fuerzas de seguridad para evitar la inmigración ilegal y más aún el ingreso de droga desde México, donde operan enormes organizaciones dedicadas al narcotráfico con el uso de la extrema violencia.
Por tanto, se configura un espacio donde las tensiones son permanentes porque hay inmigrantes dispuestos a todo, a todo para escapar de ese mundo cruel que marca su día a día en los países centroamericanos donde conviven con la miseria y, por la acción de bandas violentas a convivir con la muerte. El sueño americano para estas personas es acceder a una calidad de vida mínima más lejos de una realidad cotidiana donde no tienen nada de nada y donde apenas respiran.
Pero en este periplo que inician hacia el supuesto paraíso o tierra prometida se encuentran con un férreo dispositivo fronterizo, un blindaje impermeable con el que deben lidiar con escaso éxito de triunfar. Los guardias estadounidenses representan la primera línea de defensa del estilo de vida americano, en tanto que ahora parecen haber perdido por completo el alma en el marco del endurecimiento de la política del gobierno de Donald Trump, insensible a la máxima potencia.
Ahora las autoridades estadounidenses han implementado un esquema de separación de niños y niñas de sus familias. Amnistía Internacional instó al Gobierno de Trump a frenar la sistemática detención de las familias cuando llegan a la frontera de Estados Unidos con México para solicitar asilo, y al mismo tiempo a reunificar sin demora a las miles de familias que siguen separadas como consecuencia de lo que considera "políticas ilegítimas y nocivas" de la Casa Blanca.
Amnistía Internacional organizó este sábado una manifestación a nivel global en contra de estas prácticas crueles e inhumanas.
Según la organización que fomenta la paz en todo el mundo, pese a la orden ejecutiva firmada por el presidente Trump la semana pasada, miles de menores de edad asustados continúan separados de sus padres, que no tienen ni idea de cuándo volverán a verlos. Además afirma que al poner a estos niños y niñas en jaulas o enviarlos en avión a albergues situados a miles de kilómetros, las autoridades estadounidenses les están infligiendo deliberadamente un sufrimiento mental profundo y duradero, en un intento de disuadir a familias desesperadas de solicitar asilo, advirtió Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
Con la orden ejecutiva que firmó el 20 de junio, Trump ordenó que se encarcele a los hijos con sus progenitores en centros de detención para migrantes mientras se tramitan sus solicitudes de asilo. Para poder implementar la orden -que entra en conflicto con la legislación estadounidense- el gobierno intenta obtener una exención del Acuerdo Flores. Este pacto, dictado por un tribunal, exige poner en libertad sin demora a los menores de edad detenidos en un plazo máximo de 20 días.
Según Amnistía, desde el momento de la firma de la orden ejecutiva, el Departamento de Seguridad Nacional emitió una serie de declaraciones en las que deja claro que las separaciones familiares podrían continuar en un futuro próximo, incluso mientras las personas aguardan el resultado de sus solicitudes. Aunque las autoridades anunciaron su intención de reunir a algunas de las familias que ya están separadas, muy pocas fueron reagrupadas, y muchas continúan traumatizadas, separadas y en peligro de ser deportadas sin haber tenido acceso a un proceso justo y humano de concesión de asilo.
De acuerdo a datos de la organización humanitaria, el Departamento de Seguridad Nacional separó entre el 5 de mayo al 9 de junio a 2.342 niños y niñas de 2.206 progenitores en la frontera de Estados Unidos con México en aplicación de “política de tolerancia cero”. Los datos estadísticos oficiales obtenidos por medios informativos apuntan a que hay varios miles más de familias separadas por el gobierno estadounidense con anterioridad a la adopción de esta política.
Muchos padres y madres a los que habían separado de sus hijos a la fuerza mostraban extrema angustia y, a ratos, llanto incontenible al recordar sus historias para Amnistía Internacional. En los casos documentados, la organización concluye que la separación forzada de las familias con el objetivo declarado de disuadir y castigar a quienes buscan protección solicitando asilo en las fronteras de Estados Unidos es equiparable a tortura con arreglo a su definición en la legislación estadounidense e internacional.
Así está el mundo, mientras Europa le cierra las puertas a la inmigración de Africa y Asia, Estados Unidos abrió una nueva etapa para trabar importaciones pero también el ingreso de inmigrantes. La solidaridad retrocede ante la violencia que nos deshumaniza.
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