Por Redacción
El valor de las estadísticas fiables y oportunas es clave para diseñar políticas públicas, aunque esta visión en segundo plano en la Argentina de la última década, donde se optó por la manipulación de los datos sobre la marcha de la economía o la situación social para construir un relato casi épico destinado a exaltar un modelo de gobierno liderado por Néstor y Cristina Kirchner. Básicamente, consistía en mentir a la sociedad ocultando los indicadores adversos sobre la inflación, el empleo y principalmente sobre la pobreza. De esta manera, el Instituto Nacional de las Estadísticas y Censos (INDEC) se convirtió desde 2008, cuando comenzó su intervención, en una pieza fundamental de la maquinaria dispuesta para maquillar los resultados de encuestas y relevamientos.
Así, durante la gestión del kirchnerismo cuando la radiografía que tomaba el INDEC reflejaba un síntoma o una enfermedad en el cuerpo social del país, se resolvía cambiar el diagnóstico y ocultar ese problema. Es como cuando un médico decide no comunicar a su paciente un resultado negativo de sus análisis de sangre y le insiste en que su salud es óptima, aun cuando esa paciente nota el problema.
En este mes de junio el organismo responsable de las estadísticas oficiales presentó por primera vez, durante el mandato del presidente Mauricio Macri, el Indice de Precios al Consumidor recuperando para su elaboración metodologías previas a la intervención. En este sentido, la estructura de ponderadores fue elaborada en base a la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGH) realizada entre 2004 y 2005, al tiempo que se descartó la relevada en 2013 para la confección del IPCNu.
En este contexto, la inflación comunicada por el INDEC superó el registro de las consultoras privadas lo que demuestra, en cierta medida, su firme determinación para transparentar lo que sucede en las góndolas y con las tarifas sin alterar el resultado.
Según la consultora Ecolatina, en los primeros diez meses de 2015 la suba de precios se mantuvo acotada en un promedio mensual de sólo 1,8% en base a profundizar el atraso cambiario y tarifario. Sin embargo, después del cambio de gobierno en diciembre pasado, la inflación se aceleró producto de la unificación cambiaria y el salto tarifario. En este sentido, remarca que el IPC Ecolatina para el Gran Buenos Aires acumuló un alza de 23% en los primeros cinco meses del año, alcanzando en mayo de 2016 una variación interanual del 43%.
Desde una perspectiva optimista, el informe destaca que los cambios en precios relativos que produjeron esta aceleración inflacionaria no volverán a ocurrir durante 2016, por lo que existe consenso en que ya se ha visto lo peor en materia inflacionaria. En este sentido, la información que el índice oficial brinde será clave para determinar si el gobierno está o no encauzando la suba de precios al consumidor.
Inicialmente, el Ministerio de Economía había estimado las expectativas inflacionarias en torno al 25% para este 2016, pero a partir de la devaluación y el sinceramiento de tarifas debió resignarse a una disparada de los precios y tratar de calmar a la sociedad con la promesa de que en el segundo semestre todo va a mejorar.
La inflación de mayo medida por el INDEC alcanzó el 4,2% mensual, una variación incluso mayor a la registrada por el IPC Ecolatina que se había situado en el 3,8%. Para Ecolatina, el reto del Gobierno y del organismo de las estadísticas no es volver a la inflación crucero de los últimos años, en torno al 2% mensual, sino perforarlo de forma tal de alcanzar un aumento de precios consecuente con el crecimiento económico de largo aliento.
En este escenario, junio será el primer mes desde octubre en el que ni expectativas de devaluación, ni saltos cambiarios ni tarifarios dinamicen el índice, aún así el relevamiento quincenal de Ecolatina marca una inflación elevada, cercana al 3% mensual lo que obliga a cambiar la proyección de inflación para 2016 a 40% en el GBA.
La secretaría Ejecutiva de la CEPAL, que depende de las Naciones Unidas, insiste en la importancia de los datos estadísticos como herramienta fundamental para la construcción de políticas públicas. "El Estado requiere información estadística útil para diseñar las políticas apropiadas, así como de la evidencia que permita monitorear y evaluar permanentemente los efectos de tales políticas", subraya. Entre los desafío pendientes para los países de la región mencionó el fortalecimiento institucional de los sistemas estadísticos nacionales, la superación de limitaciones técnicas, la producción regular de información de corto plazo -especialmente en relación a las fluctuaciones económicas y la delincuencia- y la construcción de una base estadística que permita evaluaciones del desarrollo más amplias, sobre todo en temas como los agregados macroeconómicos, los indicadores laborales y las cifras de pobreza. Lo dijo hace tres años pero parece que hubiera sido escrito la semana pasada en una carta de recomendaciones para el nuevo INDEC argentino.
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