Por REDACCION
Si existe un mandatario polémico en el manejo de un tema delicado como el de la pandemia de Covid-19, es sin duda el brasileño Jair Bolsonaro, que desde que calificó al virus como "una gripecita", adoptó una serie de medidas que fueron reprobadas por la mayoría de la población.
De hecho, la enfermedad que se originó en la ciudad de Wuhan, en China, nunca fue tratada con seriedad por el jefe de Estado del país más importante de la región.
Bolsonaro otorgó todas las libertades imaginables a la gente y decidió priorizar la economía por encima de la salud, al menos en sus primeras decisiones.
La estrategia, con los números a la vista, fue totalmente desacertada, porque Brasil es uno de los tres países más afectados en el mundo por la pandemia, superado únicamente, en esa triste estadística, por Estados Unidos y por la India.
A pesar de las medidas que adoptó, la imagen del Presidente no tuvo un declive pronunciado en la consideración del pueblo, que lo acompañó de manera incondicional, a pesar de sus controvertidas decisiones.
Bolsonaro llegó a desobedecer las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, alineándose desde el primer momento con el ex mandatario estadounidense Donald Trump.
Incluso, en reiteradas oportunidad se mostró en reuniones de masiva convocatoria y hasta llegó a practicar deportes en las playas abarrotadas de gente, que encontraron en esos lugares, el motivo justo como para disfrutar en tiempos de aislamientos.
Cada vez que se refiere a la salud, sus definiciones generan reacciones de toda naturaleza, pero en su gran mayoría, despiertan un rechazo que no siempre puede ocultarse, a pesar de los comentarios favorables de los medios que responden a los intereses de su gobierno.
El pasado domingo, Bolsonaro volvió a minimizar la crítica situación que vive el sistema sanitario en Brasil como consecuencia de la pandemia, al expresar que la salud siempre tuvo sus problemas, justamente, en momentos en que la falta de camas para pacientes con Covid-19 en las unidades de terapia intensiva tiene casi a media nación al borde del colapso.
En una serie de publicaciones en las redes sociales, el mandatario se preguntó: ¿Qué pasó en marzo de 2015? La salud en Brasil siempre tuvo sus problemas. La falta de Unidades de Cuidados Intensivos era uno de ellos y ciertamente uno de los peores, escribió Bolsonaro, acompañando a esa referencia una noticia que fue publicada hace cinco años, haciendo referencia a la falta de capacidad en las terapias de gran parte del país, que es considerado "el gigante sudamericano".
Uno de los líderes del mundo más escépticos sobre la gravedad del coronavirus, también aprovechó para reiterar en el mensaje la crítica que desde el comienzo de la pandemia realizó abiertamente contra las medidas de distanciamiento para frenar la propagación del virus.
Si cerramos el comercio y obligamos a la gente a quedarse en sus casas, será inevitable el crecimiento del desempleo en masa con consecuencias desastrosas para todo Brasil, uno de los países más castigados del planeta, que ya acumula cerca de 255.000 muertes y diez millones y medio de contagios.
Hasta el domingo, el país reportó en cinco jornadas consecutivas más de 1.300 muertos diarios, una situación que obligó a 13 de los 27 estados a endurecer fuertemente las medidas para evitar la propagación del virus.
Brasilia, la capital del país y donde reside el presidente brasileño, es una de las ciudades más golpeadas, ya que la ocupación de las UCI está en el 98 por ciento de su capacidad.
Para disminuir la movilidad, evitar aglomeraciones y disminuir los contagios, la ciudad decidió cerrar por el término de 15 días los comercios y servicios.
Sin embargo, la tranquilidad que se aguardaba para el domingo en la capital, a raíz del cierre de los comercios, se vio interrumpida por protestas de quienes ven afectados sus negocios, en su mayoría empresarios de clase media alta.
Los comerciantes se manifestaron desde sus vehículos pidiendo la suspensión de las medidas impuestas por el gobernador Ibaneis Rocha, pese a que ya había flexibilizado algunas restricciones luego del llamado de varios empresarios, quienes le expresaron su preocupación, por considerar que económicamente la situación podría ser el punto terminal de la crisis para una gran cantidad de negocios que ya se ven seriamente comprometidos.
Inicialmente, las restricciones solamente permitían el funcionamiento de los servicios esenciales como supermercados, gasolineras, farmacias, clínicas médicas y dentales, laboratorios, y cultos, misas y rituales de cualquier credo o religión.
Las medidas se extenderán por dos semana, permitiendo el funcionamiento de los parques y entidades públicas, bancos y oficinas nacionales y estaduales, además de algunas industrias.
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