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Editorial Viernes 4 de Abril de 2014

Educación en caída

La pérdida de matrícula de la escuela pública viene acentuándose desde hace 10 años, habiendo llegado a niveles preocupantes.

REDACCION

Por REDACCION

Desde el año 2003 en adelante se viene afianzando una tendencia: la pérdida de alumnos de la escuela pública. Así lo confirman datos difundidos por el propio Ministerio de Educación, dando cuenta que en la última década se resignaron 333.274 alumnos, lo cual constituye una baja del 8,9% del total de escolares. En ese mismo lapso las escuelas privadas ganaron 218.086 alumnos, lo cual resultó un aumento del 22,5% de su matrícula.

Este éxodo de estudiantes desde la escuela pública a la privada es la primera vez que ocurre en la historia del sistema educativo argentino, constituyendo por lo tanto un fuerte llamado de atención, ya que tal situación contrasta con la fuerte inversión presupuestaria que se viene haciendo, la cual llegó al 6,2% del PBI, que es también el tope en ese rubro. Aunque, tanto por este desequilibrio en el alejamiento de alumnos que se viene produciendo sistemáticamente desde hace 10 años, como por los bajos niveles de calidad logrados que ubican a la Argentina en el puesto 59 de 65 países relevados mediante las pruebas Pisa, es evidente que hay algo que no funciona correctamente. Se destina una enorme masa de dinero, como nunca antes había ocurrido, pero los resultados son magros, al punto que bien podrían calificarse de ineficientes, lo cual sugiere entonces que debería hacerse una profunda revisión del destino de esos recursos, que no terminan por llegar a las escuelas.

Ida de alumnos y baja calidad son dos aspectos centrales, pero también deben incluirse el deficitario estado de la mayoría de los edificios y la gran cantidad de conflictos gremiales por reclamos salariales y mejores condiciones de trabajo. Ya hablamos de marcas históricas, la medida de fuerza de los maestros en la provincia de Buenos Aires también estuvo dentro de ese registro. Habida cuenta lo referido, entonces cabe la pregunta ¿qué se hace con el dinero destinado a educación? ¿Llega realmente a destino?

Las últimas estadísticas oficiales del propio Ministerio nacional corresponden a 2012, período en el cual la escuela estatal primaria perdió 45.336 alumnos, en tanto las privadas ganaron 28.452, mientras que en el sector secundario, los dos sectores anduvieron muy parejos en cuanto a incorporaciones, manteniendo primacía el sector público con 41.708 sobre los 40.329 del privado. En cuanto al global de los diez años, el sector medio incorporó 428.618 estudiantes, siendo mayor el crecimiento privado con 16,7% por sobre el estatal con 11,2%.

Un dato bastante revelador, que puede relacionarse con otros temas de índole directamente social, da cuenta que en el Conurbano bonaerense, uno de los sectores de mayor conflictividad en cuanto a droga y delincuencia, en la década analizada la escuela pública perdió nada menos que 73.388 estudiantes. En el interior de la provincia de Buenos Aires, por el contrario, la matrícula estatal en ese lapso creció 4,4%.

El enfoque preciso sobre el territorio bonaerense es revelador en cuanto a la provincia más grande del país, que explica un 38% del total, donde además existen muy altos índices de pobreza e indigencia, lo cual corre en paralelo con la deserción escolar.

En el otro extremo, aunque explicado por porcentajes muy bajos en relación al total nacional, se ubica la provincia de Santa Cruz, que fue la que más crecimiento tuvo en la matrícula de la escuela pública durante la década, con 16,7%.

Para ir revirtiendo este proceso, además de las correcciones y seguimiento que deberá hacerse de los recursos destinados a la educación, debe considerarse el cumplimiento del calendario de 190 días de clase, que raramente se alcanza, por una serie de dificultades que suelen presentarse en todos los ciclos, esencialmente consistente en medidas de fuerza, como así también en la elevada cantidad de feriados.

Algo bastante revelador en cuanto a la extensión de los ciclos lectivos surge de la comparación con otros países del mundo. Partamos que aquí en la Argentina son 190 días que nunca llegan a cumplirse -en Buenos Aires el año pasado fueron 178 y este año serán muchísimos menos-, mientras que en Japón son 243 días y en Alemania 240, bajando en orden descendente Zimbawe -llamativo que este país sin desarrollo se ubique en este lugar- 225, Hong Kong, Corea del Sur y Australia 220, Luxemburgo e Israel 216, México, Brasil, Suecia, Canadá y Holanda con 200 días, Chile 190 como la Argentina, y luego más abajo Francia, Estados Unidos, Irlanda, Bélgica y Uruguay con 180, España y Haití 175 y Bolivia 160 días.

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