Por REDACCION
Inesperadamente, el comercio electrónico que venía creciendo en forma sostenida año a año en la Argentina avanzó en dos meses del aislamiento obligatorio por la pandemia del coronavirus lo que le hubiera llevado dos años, con todos los beneficios que implica para vendedores y consumidores, pero también con un aumento de los riesgos que se materializan en estafas, entregas demoradas y productos que directamente no llegan.
Según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), las compras online crecieron 76% en 2019, cuando se gastaron por esa vía unos $ 1.000 millones por día, en especial a través del pago con tarjetas de crédito. En su informe anual, detectó que la mayoría de los usuarios comenzaba el proceso de compra al investigar sobre el producto en sus celulares.
Los registros estadísticos de la entidad reflejan que en 2019 se vendieron más de 146 millones de productos, un 22% más que en 2018, a través de 89 millones de órdenes de compra. El incremento del 76% respecto de 2018 se colocó por encima de la inflación de 2019, que cerró en 53,8%. En relación al año pasado, las ventas por internet sumaron 828 mil nuevos compradores, lo que se debe según explicaron desde CACE a que los argentinos "confían más" en el comercio online. Los rubros que más facturaron en eCommerce fueron Pasajes y turismo, Televisión y dispositivos móviles, alimentos, bebidas, artículos de limpieza, artículos para el hogar y electrodomésticos.
Además, CACE destacó que "cada vez hay un mayor número de usuarios que buscan por la web artículos de uso cotidiano en supermercados y farmacias". La compra de alimentos, bebidas y artículos de limpieza por internet aumentó 111% en 2019, más que turismo, tecnología y electrodomésticos. El informe brinda más precisiones, como que entre las compras hechas por celular, el 22% se hicieron mediante aplicaciones de delivery como Rappi, Pedidos Ya y Glovo, que en 2019 fueron ganándole terreno a las computadoras.
Respecto a los medios de pago, CACE destacó en el informe sobre lo ocurrido el año pasado la retracción en el uso de tarjetas de débito que había crecido en 2018 y sólo llegó al 6%. El 78% de los pagos se hicieron con tarjeta de crédito y el 11% restante en efectivo, le siguen las distintas billeteras electrónicas y las transferencias bancarias con 5%. Las tarjetas de crédito siguen siendo el método elegido para abonar porque dependiendo de los portales y los bancos ofrecen hasta 12 o 18 cuotas para financiar las compras, fundamentalmente cuando se trata del turismo.
Más actual, la CACE reveló que a más de un mes del inicio de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en todo el país, las ventas online en supermercados crecieron un 300%, mientras que las compras en farmacias se incrementaron en un 60%, computación creció 50% porque la gente buscó infraestructura para trabajar desde la casa. En cambio indumentaria y calzado no creció; y viajes, claramente en baja.
En medio de este explosivo aumento del comercio electrónico llega una nueva edición del Hot Sale, un evento de marketing promovido por CAME para justamente fomentar las ventas online. Pero la cuestión es que la pandemia hizo mucho más por el comercio electrónico que los Hot Sale o incluso otras herramientas consolidadas de este sector, como los Black Friday o los Cyber Monday. En este marco, la CACE como el río está tan revuelto decidió postergar una nueva edición de Hot Sale que tradicionalmente se lleva a cabo a mediados de mayo para los días 6, 7 y 8 de julio.
El presidente de la CACE, Alberto Calvo, dijo el fin de semana durante una entrevista con la agencia Télam que el comercio electrónico avanzó en los últimos dos meses lo que en situaciones normales, sin aislamiento social, le hubiera llevado dos años. Ante la consulta sobre como se reconfigurará el sector del retail a partir de las actuales transformaciones, y en particular si habrá tiendas físicas, el directivo aseguró que convivirán tanto los negocios online como los físicos a la vez que hace referencia a un modelo de complementación. En este sentido, sostuvo que el consumidor podrá comprar en línea pero retirar en el físico, tal como sucede ya.
Pero al costado dulce del comercio electrónico se le contrapone el amargo, que está dado por los nuevos patrones de amenazas. Con una pandemia mundial que demanda cambios en las necesidades de la fuerza laboral, con el trabajo a distancia como modelo disruptor, y las compras en línea, surgen nuevos ataques, phishing y fraudes electrónicos que obligan a mejorar los sistemas de vigilancia y seguridad. Cuando un consumidor hace una compra por internet, tiene dos temores que se despejan con el correr de los días: si recibirá en tiempo y forma el producto adquirido y sus datos de la tarjeta de crédito se mantendrán seguros para evitar una estafa costosa. Eso obliga a unos y otros a mantenerse en alerta máxima.
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