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Editorial Sábado 31 de Diciembre de 2011

Año de esperanzas

EDITORIAL

Redacción

Por Redacción

El 2011 queda atrás, restando muy pocas horas para que ingresemos en el siempre bienvenido, esperanzado y repleto de expectativas 2012. Lo de siempre, un enorme espectro de buenos deseos, de promesas y de propósitos y objetivos que nos trazamos para ser mejores, y de tal modo, contribuir desde nuestro pequeño atalaya, para que todo lo que nos rodea, nuestro mundo familiar, el ámbito más amplio de la convivencia y toda la amplísima extensión que se extiende al país y al mundo, alcancen esta vez objetivos ciertos, concretos, esos mismos que tantas veces fueron quedando postergados por mezquindades, tanto materiales como del espíritu, sabiamente mezcladas para que tengamos así un mejor tránsito por la vida.

Tanto como son los buenos deseos, igualmente lo constituye el repaso del año transcurrido, que expirará cuando esta noche las manecillas del reloj se encuentren en el extremo superior. Y como siempre, incluso un poco más allá de las propias circunstancias, dejamos atrás un año difícil, con las complicaciones lógicas que siempre no imponen los desafíos del futuro, tanto por aquellas metas a mayor distancia, como las otras cercanas, esas mismas que tenemos a nuestro frente al levantarnos cada mañana. No existe, o es difícil de encontrarlo, un conformismo total que nos mantenga inermes, siempre surgen nuevas búsquedas, nuevos objetivos, que nos imponen exigencias y que son, en definitiva el mismo núcleo de la vida, el que nos genera la energía necesaria para continuar adelante.

El momento no impone cronologías, imposibles de reseñar en tan breve espacio, pero sí en cambio permite algunas reflexiones generalizadas. Por ejemplo, que el 2012 que ya tenemos encima, sea el año en que comencemos a dejar de lado la confrontación, una actitud que nunca termina por alcanzar metas satisfactorias y provechosas, sino exactamente todo lo contrario, ya que deja heridas a las que cuesta muchísimo cicatrizar. El diálogo, y más aún en las diferencias, siempre es el camino más allanado de dificultades y obstáculos. Quizás, este sea justamente, uno de los grandes objetivos que tenemos por delante los argentinos, para que se concrete y consolide, no para que sea un mero enunciado que no traspase la barrera de los deseos.

La ciudad de Rafaela, la provincia de Santa Fe y la Argentina, ingresan en este 2012 con nuevas autoridades que las conducen en los dos primeros casos, aunque continuando procesos anteriores, en tanto en el último se reitera el mandato, lo cual es en consecuencia un seguimiento todavía mayor y mucho más preciso. De todos ellos esperamos lo mejor, con una legitimación de objetivos y búsquedas que aspiren exclusivamente al bienestar general, pues cuando se sectoriza y se alientan divisiones, suele dejarse abierta la puerta de la confusión, esa misma que por tanto tiempo ha estado entre nosotros.

En el caso de la ciudad, muy positivos son los primeros síntomas, las medidas iniciales, que sin significar cambios profundos, permiten ver que se inicia una etapa de renovación y con personalidad propia en la conducción, aunque siguiendo un proyecto iniciado en 1991 por un grupo de justicialistas que, desde entonces, ha logrado reunir y consolidar el respaldo mayoritario de los rafaelinos, y que en este último caso, renovó la confianza con el arquitecto Luis Castellano en la conducción, por los próximos cuatro años.

En la provincia se produjo algo parecido, pues el médico Antonio Bonfatti, encarna la continuidad de los cuatro años anteriores, aunque dentro de algunas circunstancias políticas distintas, que lo exigirán a una conducción en la cual imperará una permanente negociación. Tanto por no contar con mayoría en ninguna de las dos cámaras legislativas, Diputados y Senadores, como por una mayor participación del radicalismo en el gobierno -con tres ministerios y otras áreas-, como no había ocurrido hasta ahora.

Y finalmente, en el país, donde con un amplísimo respaldo popular seguirá por otro período la presidenta Cristina Fernández, quien tuvo reconocimiento por la conducción y los resultados obtenidos, siendo justamente aquí donde se espera que exista un espíritu de amplitud en cuanto a la consideración de aquellos sectores con los cuales parece no sólo prolongarse, sino acentuarse una confrontación para nada conducente.

Estos son los deseos y aspiraciones, tras algunas breves reflexiones que sirvieron para cerrar un año y abrir el a punto de iniciarse, siempre con sus alforjas cargadas de expectativas y buenas intenciones. Que se consoliden entonces, y ¡feliz año nuevo para todos! 

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