Por REDACCION
Dora acaba de cumplir 103 años. Un día antes de la celebración que le organizaron su hijo, nietos y bisnietos, ella dijo estar de buen ánimo. "Ya tengo elegido el vestido. Uno muy lindo que me hizo la modista especialmente", dice. Su voz es un susurro. En las fotos del cumpleaños pasado se la ve sonriente con un vestido de seda color tiza; un collar de perlas adorna su cuello.
Como la centenaria Dora -según publicó La Nación- hay 3.487 personas con esa edad en la Argentina; el 77,5% son mujeres (los varones longevos apenas son 784), según datos del censo de 2010 del Indec. En la Ciudad de Buenos Aires viven 661 mayores de cien; es decir, 1 de cada 5.000 personas tiene cien años o más. En la provincia de Buenos Aires la cifra es de 1.278: uno de cada 12.500 bonaerenses está en esa franja etaria; en la de Córdoba 229: uno de cada 16.666; en Santa Fe, uno de cada 11.000 llega a esa edad. Estas son las provincias con mayor expectativa de vida de la Argentina.
La gran mayoría de los centenarios son mujeres. ¿Por qué? La explicación radica en el modo de vida de hombres y mujeres de esa generación: mientras que ellas vivían puertas adentro, los hombres eran los que salían a trabajar y solían descuidar su salud.
La geriatra Cynthia Mariñansky, directora de la Escuela de Ciencias del Envejecimiento de la Universidad Maimónides, considera que esto irá cambiando con el tiempo: "Los hábitos de aquellos varones condicionaron decisivamente su salud. Esto se va a ir modificando porque ahora el hombre se cuida más y la mujer está tan expuesta como él a los trabajos fuera de la casa", señaló.
DORA, AHORA
Sentada en su rincón preferido al lado de la ventana en su departamento del barrio de Recoleta, Dora agrega: "Me gusta cumplir años, lo que no quiero es que haya mucha bulla; cada vez más prefiero las reuniones tranquilas".
Sonríe apenas. Habla pausado, como en otro tiempo. "¿Si aún tengo sueños? Yo sueño con mis amigas. Ellas murieron conmigo, hace unos cuatro años", dice. La frase mezcla confusión y metáfora. Entonces, Clara, la señora que la cuida desde hace dos décadas, busca cambiar de tema. Cree que Dorita -como la llama ella- se pierde por momentos. Quizá sólo sea el inconsciente con sus actos fallidos. "Con ellas compartía todo. Vivir mucho tiempo implica desgarros, muchas penas. Perder a mis amigas fue de las más grandes". confiesa.
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