Por José Calero
Con el proyecto de Presupuesto 2013, el gobierno busca retener un
amplio margen de maniobra para mantener un sendero económico
tranquilo en el año electoral, mientras persisten versiones en la
city porteña de que la ola estatista no habría terminado aún.
Para garantizarse contar con los fondos necesarios, el Gobierno
ampliará aún más el uso de reservas del Banco Central durante el
año que viene y prevé echar mano de cualquier excedente del Fondo
de Desendeudamiento ya no solo para pagar deuda, como fue su
diseño original, sino para financiar gastos de capital,
especialmente de YPF.
El año próximo, sólo en reservas la Casa Rosada contaría con
casi 8.000 millones de dólares.
El Gobierno podría llegar a disponer además de unos 3.500
millones de dólares adicionales si finalmente la economía no crece
el 4,4 por ciento esperado y lo hace por debajo del límite del
3,26, un escenario probable.
Así, el Tesoro no debería pagar el Cupón PBI del 2013 y esa
plata quedaría disponible en plena campaña electoral.
La lectura política del año próximo está teñida por la
intención del ultracristinismo de lograr una contundente victoria
electoral en las legislativas que abriría la puerta a una reforma
constitucional desde el Congreso, y así habilitar una reelección
presidencial indefinida.
En el último acto realizado por la Presidenta en la semana, no
casualmente la militancia la recibió al grito de "para Cristina la
reelección", ante lo cual la jefa de Estado sólo se limitó a
sonreír.
El uso de reservas en forma cada vez más habitual corre el
riesgo de debilitar la posición del Banco Central, al que la
presidenta Cristina Fernández considera una herramienta al
servicio del poder político.
Aldo Pignanelli, ex presidente del BCRA durante el gobierno de
Eduardo Duhalde, advirtió que las "consecuencias" de esa
estrategia se pagarán en algún momento y cuestionó la idea de
utilizar 2.000 millones de dólares de esas reservas para financiar
las inversiones que necesitará YPF el año próximo.
No pasó desapercibido para quienes toman decisiones de
inversión, que con vistas al año próximo el gobierno volvió a
subestimar la inflación.
El Presupuesto la ubica en el 10,8 por ciento, para lo cual
debería existir un plan anti-inflacionario claro y una reducción
de la emisión monetaria.
De lo contrario, el costo de vida real volverá a ubicarse por
encima del 20 por ciento, y ello derivará en ingresos impositivos
adicionales por más de 40.000 millones de pesos que la Casa Rosada
podrá utilizar para los propósitos más diversos.
Un paper leído en la city porteña advierte que la Argentina es
el segundo país del mundo con mayor inflación, sólo superada por
Bielorrusia, cuyos precios se disparan al 40 por ciento anual.
No el único tema sobre el cual se explaya:
- El tipo de cambio está retrasado y un dólar a 5,10 pesos como
el que prevé el Presupuesto no soluciona el problema.
- El mercado seguirá tomando cada vez más como referencia el
precio de la divisa "blue", que ronda los 6,35 pesos.
- Eso genera un problema para la Casa Rosada, porque presiona
sobre los precios.
- La falta de inversión en infraestructura amagar dejar
obsoleta la matriz energética.
- El clima de inversión se enturbia cada vez más y se esperan
nuevas estatizaciones.
Sobre este último punto, un banquero se sinceró en un diálogo
tan crudo como secreto: "Si fueron por las AFJP, si sostienen un
déficit descomunal en Aerolíneas a costa de todos los argentinos,
si echan mano de las reservas para cualquier cosa, quién puede
decir que un día no vengan por los depósitos de los bancos".
Las duras críticas del viceministro de Economía, Axel Kicillof,
al sistema financiero privado porque no presta lo que debiera,
podrían convertir en realidad la aparente paranoia de ese
curtido banquero.
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