Por Fernando Solari
La RSE (Responsabilidad Social Empresaria) tiene que ver,
en buena medida, con tomar partido y esto sólo ocurre cuando,
quien decide actuar, queda claramente identificado en una posición
desde donde puede marcar -o ayudar a marcar- un tanto a favor.
Una de las características de la RSE es la de tener el vínculo
con la comunidad -dividida en cada uno de los grupos que la
conforman- a través de los problemas que involucran a las partes.
Si bien es cierto que hay vías de vinculación donde el lazo
está centrado en las necesidades, cuando se trata de RSE es porque
esa necesidad -si no es satisfecha- se transforma en un problema.
El trabajo en torno de los problemas comunitarios tiene dos
grandes accesos. Se enfrentan los problemas para resolverlos o se
enfrentan a las causas para evitarlos. Los problemas se resuelven,
y se reparan sus consecuencias; o bien se previenen y se evita que
lleguen a presentarse.
Para lograr ambos cometidos siempre es necesario tomar partido.
Elegir estar del lado que se considera correcto; y, cuando se toma
la decisión, hacerlo con pasión y energía. Características
necesarias para lidiar con todo tipo de problemas.
Para tomar partido, para comprometerse con una causa, con un
problema que se está presentando o con uno que conviene que no lo
haga nunca; hay dos herramientas complementarias y
multiplicadoras: la acción y la comunicación.
La acción, si bien no presenta una gran incógnita ni oculta un
misterio por revelar, tiene algunas claves que conviene tener en
cuenta.
La primera es que actuar no significa suplantar al otro.
La tentación natural es la de tomar la iniciativa y resolver el
problema sin demoras; entre la que se encuentra la demora que
significa entrenar al otro sobre lo que se va a hacer. Sobre lo
que corresponde -y conviene- hacer.
Aunque no parezca, aunque no
suela ser reconocido, estamos ante un grave error.
Suplantar al otro frente a un problema es no dejarlo preparado
para gestionar; ni el problema si se llegara a repetir, ni la
solución que le llegó "como por arte de magia". Suele ser la
opción que más conforma a quien la lleva a cabo; pero esto ocurre
principalmente por no tener en cuenta al otro.
Aunque no parezca
que sea así, es lo que suele ocurrir. Quien tiene un problema, una
preocupación… no busca un regalo, busca ayuda. Ayuda sostenible.
La ayuda es sostenible, en tanto y en cuanto quien la reciba
quede en condiciones de repetir el proceso que lo sacó del
problema.
La ayuda es sostenible si hubo un aprendizaje que le
permita contar con independencia a quien puede estar nuevamente
afectado por el problema para no regresar a la situación
indeseada. Si esto no ocurriera, en vez de ayuda habremos logrado
un rehén. Si la ayuda genera dependencia no es ayuda.
COMUNICACION
COMO ACCION
La otra herramienta es la comunicación. Herramienta que
potencia y que sirve como disparadora para la acción.
La comunicación sirve para tomar partido y quizás sea esta
característica la que, a veces, lleva a ser confundida con la acción.
En términos de compromiso comunitario, lo que transforma a la
comunicación en acción es cuando se utiliza para transmitir la
forma de resolver un problema, cuando comparte el camino que
permite que se diluya una preocupación porque sabremos cómo evitarla.
La comunicación es una herramienta muy potente, habiendo
alcanzado un grado de desarrollo avanzado como para limitarnos a
usarla para declamar que entendemos a quienes tienen un problema y
les deseamos suerte.
Mucho peor es poner la comunicación para
mostrar el problema, poniendo en evidencia los problemas que
tratamos de evitar, y ayudando a que la frustración que sentimos
sea mayor y tome estado público.
En estos días, la película "Nadie Gana" protagonizada por
Lionel Messi y producida por la Fundación Leo Messi "Elegí Crecer"
y la Municipalidad de Rosario es un buen ejemplo.
Comienza con un
primerísimo primer plano de un ojo del que sale una lágrima que
recorre el pómulo para pasar a mostrar imágenes crudas de las
distintas situaciones violentas relacionadas con el fútbol que se
repiten en los estadios. Cuando la imagen vuelve al protagonista
se ve a Messi enjugando sus lágrimas en un vestuario vacío.
Sobreimprime la frase "Nadie Gana. Hagamos juntos un mundo sin
violencia" y el cierre institucional con los logos de la Fundación
y el Municipio.
Al mérito del compromiso que demuestra Messi con esta
comunicación se opone la forma de utilizar la comunicación.
Messi es, en buena medida, el equivalente del fútbol mundial.
Es uno de los pocos soles alrededor de los cuales gira todo el
universo fútbol.
Se supone que Messi es una de las pocas personas
que tiene los teléfonos -y el acceso- para llamar a quien sea
necesario para saber cualquier cosa relacionada con el fútbol, y
para pedir los cambios que considere necesarios. Messi es
considerado una suerte de semiDios capaz de lograr lo que ningún
mortal común siquiera podría soñar; para emocionarnos y hacernos
partícipes de sus logros increíbles.
Los líderes de opinión y las celebridades tienen un compromiso
social que consiste en sostener la ilusión que despiertan en la
comunidad, y poner toda la potencia que eso significa para que
funcione como estímulo de avance y mejora para la comunidad de la
que forman parte.
Si Messi llora por lo que pasa en el fútbol, ¿qué nos queda a
nosotros? Si quienes se encuentran desolados por la violencia en
el fútbol ven que Messi está en la misma situación, ¿qué chances
de cambio y mejora se pueden imaginar?
La comunicación funciona entre 2 actores; quienes emiten y
quienes reciben. Si el receptor no es tenido en cuenta, si la
comunicación sólo se genera para dejar tranquilo y contento a
quien la emite, si no se transmite nada que le sirva al otro se
desperdicia una herramienta de mucha potencia.
Cuando uno decide tomar partido -a través de la comunicación-
lo conveniente es jugar para el equipo. Es la forma que asegura
obtener los mejores resultados.
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