Por Guillermo Briggiler
Mientras miramos la Eurocopa y nuestra Copa América, con Messi como protagonista principal, no podemos dejar de observar los números de la economía de nuestro país, que muestra mejoras respecto a lo que estábamos transitando, que por impericias propias de quienes estaban a cargo de los asuntos económicos nos depositaron en una crisis que devino en el cambio de gobierno, el año pasado.
Con el cambio de conducción, el nuevo DT en economía tuvo algunos logros. La anunciada motosierra de la campaña electoral fue utilizada atacando el déficit fiscal y logrando superávit por cinco meses consecutivos, los que podemos valuar en aproximadamente unos 2.500 millones de dólares de ganancia (o de ahorro), cifra única en la historia de la Patria. De esta manera, se dejó de emitir pesos que su utilizaban para financiar el déficit, también llamado monetización del déficit fiscal o atinadamente con el título de impuesto inflacionario.
Paralelamente se frenó la emisión monetaria endógena, que en criollo es la que se genera por los intereses de la deuda que crecía a tasas estratosféricas y debían imprimirse pesos para cubrirlos. El ministro de Economía y el conductor del Banco Central consiguieron bajar la tasa de interés a casi un tercio de la que regía con el equipo técnico anterior. Por tanto, ahora cada vez que se rolea la deuda, es decir se refinancia, se pagan menos intereses para concretarlo.
Por un lado, como si fuera Angelito Di María en la Scaloneta, mientras van por un lateral bajando la inflación, por el otro lado, cual Julián Álvarez, fueron capitalizando el balance del BCRA, buscando de esa forma fortalecer las reservas. Éstas pasaron de 21 mil millones a casi 30 mil millones, lo que representa un aumento de más del 40% de las mismas. El fortalecimiento de las reservas revalúa el peso, mejorando su performance frente al dólar, o como estamos figurando aquí, la selección nacional frente a las otras, siendo el dólar la selección brasileña que debemos enfrentar.
Pero no todas son buenas en esta copa que jugamos los argentinos, siempre aparece algún contratiempo, expulsados y lesionados probablemente habrá, y es aquí donde vemos que la actividad industrial cayó fuertemente afectando el empleo en las pymes, el cual no veremos mejorar hasta tanto la inversión se motorice en nuestro país.
Mientras los 90 minutos corren podemos ponernos ansiosos y preguntar cuándo llega el gol o cuándo vamos a poder sentir beneficios en nuestros alicaídos bolsillos. Las mejoras que podemos ir notando en esta primera etapa del partido tienen que ver con la baja de la inflación, que permite que nuestros salarios, jubilaciones y otros ingresos dejen de perder poder adquisitivo.
La noticia que la inflación en alimentos en la primera semana de junio fue del cero por ciento, es bienvenida como un gol olímpico, mostrando que al menos dejamos de perder frente a este autogenerado flagelo. La otra mejora tiene que ver con el crédito, con la baja de la tasa de interés, sumado a que el sector público dejó de demandar crédito por tener sus cuentas cuadradas, mejora la oferta crediticia a los privados. Antes, el sector público, en su afán de gastar, tomaba todo el crédito disponible, cual aspiradora de pesos para destinar al gasto y como un comilón de la pelota que aparece haciendo gambetas por demás. Al tener las personas acceso a créditos a mayor plazo y con tasas de interés razonables, permite que estas planeen a largo plazo y aspiren a la compra de bienes durables. Para esto último es necesario que la oferta de préstamos hipotecarios para la compra de viviendas, se consolide en el mercado.
Cuando comencemos a transitar el segundo tiempo de la contienda, deberemos mirar la generación de empleo, que recién cuando la inversión diga presente, comenzará a absorber mano de obra que hoy se encuentra fuera de la población económicamente activa y atendida por la seguridad social y también mejoren los ingresos por aumento de la demanda de empleo.
Messi nos tiene recopados, mientras Caputo y Milei, juegan una final todos los días.
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