Por REDACCION
Por Nicolás Tereschuk
(Especial para NA)
Estados Unidos vive el mejor ritmo de creación de puestos de
trabajo en dos décadas y su economía se acerca al pleno empleo, lo
que tiene como contracara niveles salariales estancados, así como
una economía "del Sur" del planeta, en particular China, que
comienza a sentir más el frío.
El dato concreto conocido esta semana es que el país del Norte
creó en febrero 295.000 puestos de trabajo -por sobre la
expectativa del mercado- y que la tasa de desempleo se ubicó en el
5,5 por ciento.
El diario Washington Post se ocupó también de marcar el otro
lado de esa realidad, al indicar que la economía norteamericana,
al mismo tiempo, está "bien por debajo" de un "despegue a gran
escala".
"Los consumidores todavía muestran signos de cautela, evitando
grandes gastos, reconstruyendo sus empobrecidos ahorros y luchando
con salarios que todavía tienen que crecer lo suficientemente
rápido para producir un cambio en los comportamientos", señaló el
matutino.
El diario The New York Times coincidió en el enfoque: sostuvo
que la economía estadounidense suma puestos de trabajo a un ritmo
rápido pero "todavía hay un gran obstáculo para la recuperación:
los salarios".
Los sueldos de los norteamericanos, en promedio, son ahora un 2
por ciento superiores a los de hace un año.
El punto es clave y forma parte de la agenda de un presidente
Barack Obama que se acerca al fin del mandato: el jefe de Estado
reclama apoyo del Congreso aumentar el salario mínimo, lo que
encuentra serias resistencias en el Partido Republicano y también
en sectores del propio oficialismo.
Hay otra situación en la mayor economía del mundo que también
enciende luces amarillas y es la tasa de participación laboral,
que cuenta el porcentaje de los trabajadores que tienen un empleo
y los que lo están buscando: esa cifra se estabilizó pero en
niveles muy bajos, tanto como los que el país vivió a fines de
la década del 70 -en alrededor del 62,8 por ciento-.
La otra contracara de la relativa fortaleza de la economía
estadounidense aparece ahora en el Sur del Globo, en las economías
llamadas "emergentes".
Esta semana, en el primer día de sesiones de la Asamblea
Nacional Popular (ANP) -el Poder Legislativo chino-, el primer
ministro Li Kequiang informó que el objetivo del país es que la
economía crezca al 7 por ciento: 0,5 puntos porcentuales menos que
el año pasado y la meta más baja en 25 años.
"El desarrollo económico chino ha entrado en una nueva etapa
normal", subrayó Li, quien advirtió que "problemas sistémicos,
institucionales y estructurales se han convertido en los 'tigres
en el camino', obstáculos para el desarrollo".
La nueva "tasa china" está cada vez más lejos de los dos
dígitos y eso tiene impactos internos y externos por parte del
gigante asiático.
La revista The Economist recordó que el año pasado, ante el
riesgo de que el nivel de actividad se volviera demasiado bajo
motivó un aumento en el gasto gubernamental por parte de China.
"El objetivo de crecimiento más bajo para este año es un
reconocimiento explícito de que la economía enfrenta vientos de
frente más fuertes.
Pero es también una forma en la que el
gobierno tenga espacio extra para impulsar las reformas que
necesita", advirtió la publicación.
Las medidas deberían hacer pasar la locomotora del crecimiento
desde la inversión y el crédito hacia el consumo de las familias
chinas.
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