Por Redacción
Por Guillermo
Malisani
(Especial de NA)
A la incesante catarata de malos resultados
económicos y sociales difundidos en los últimos días se le sumaron
noticias negativas desde Estados Unidos y Brasil, que retrasarían
la reanimación del aparato productivo y encarecerían el
endeudamiento argentino.
Todo este difícil panorama tiene como telón de fondo una
verdadera batalla política que enfrenta al Gobierno con la
oposición por el impuesto a las Ganancias.
Mas allá de la suerte que pueda correr el proyecto para
modificar este tributo que pagan millones de trabajadores, el
intenso debate, que incluyó duros cruces entre funcionarios del
Ejecutivo nacional y los principales líderes del Frente Renovador
de Sergio Massa, dejará huellas en ambos lados y recalentará el
clima político en un año electoral.
El contexto previo no es nada alentador, sobre todo si se tiene
en cuenta que durante los procesos electorales, el empresariado
prefiere postergar inversiones, que justamente es lo que más se
necesita para reactivar y en lo que el gobierno realizó más
concesiones.
En medio de esta puja, todos los indicadores económicos y
sociales volvieron a encender una luz roja y prácticamente
signaron la suerte del 2016, como un año pésimo que deja un
pronóstico preocupante.
El último informe de la Universidad Católica Argentina (UCA)
asegura que la desocupación está casi en dos dígitos y que el 54%
de la población activa no tiene empleo de calidad.
Según la UIA, la producción industrial se desplomó más del 8%
en octubre y cierra el año con una caída cercana al 5,5%, con una
capacidad instalada apenas por encima del 60%.
También esta semana el INDEC difundió el Indice de Precios al
Consumidor (IPC): 1,6% para noviembre, con una suba de casi 2% en
los alimentos y bebidas, el rubro que más impacta en los sectores
de menores recursos.
Además, la inflación oficial volvió a ubicarse por debajo de
todos los indicadores privados y los relevamientos realizados por
las provincias y la Ciudad de Buenos Aires.
"La inflación depende de muchas cosas, la veo más cerca del
25%. Si Estados Unidos insiste con la suba de tasas y se complica
el financiamiento y el endeudamiento externo, podemos enfrentar un
salto más fuerte del dólar y más inflación", advirtió el
economista de La Gran Makro, Agustín D Attellis.
En el frente externo la Argentina tuvo una mala noticia: la
Reserva Federal de los Estados Unidos elevó las tasas de interés,
que suma al efecto desalentador que fue para el gobierno el
triunfo de Donald Trump.
Esta decisión actúa como efecto disparador en las tasas de
interés y que constituye un factor de preocupación de cara al 2017
cuando el país deberá renovar deuda por unos 30.000 millones de
dólares.
Al viento de frente que representa esta política monetaria de
Estados Unidos, se le suman las flojas perspectivas que muestra la
economía brasileña, principal socio comercial de la Argentina.
Un reciente informe del Banco Central de Brasil alertó sobre
una caída del 0,48% de la actividad económica durante octubre y
acumuló en un año un desplome del 5,29%, que obligó al Gobierno de
Michel Temer a impulsar un plan de emergencia.
En medio de este adverso contexto externo, en las últimas horas
empezó a recalentarse un conflicto comercial con China, el gigante
asiático.
Tras las denuncias argentinas por supuestas maniobras de
dumping en la importación de tubos sin costura y por las
declaraciones del ministro Francisco Cabrera, en cuanto a que el
Gobierno no reconocería a ese país como economía de mercado.
El Gobierno chino expresó su "preocupación" por estas medidas y
le exigió al Ejecutivo que "acate" las normativas de la
Organización Mundial del Comercio (OMC).
Un incipiente conflicto que de acentuarse será un nuevo factor
de preocupación para el gobierno.
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