Por José Calero
Axel Kicillof, Ricardo Echegaray y Guillermo Moreno serían los
"tres mosqueteros" elegidos por una imaginaria "D´Artagnan"
Cristina Fernández para hacer frente a la etapa económica más
difícil desde que llegó al poder en el 2007, ante una coyuntura
internacional hostil y severos desajustes internos.
Los últimos datos que manejan consultoras privadas, como la
ultraliberal Fundación FIEL, confirman que la Argentina está en
recesión -son evidentes los casos de las automotrices, la
construcción y el rubro inmobiliario- y casi siempre que ocurrió
esto se tardó entre 11 y 14 meses en revertirlo.
"Este es el año más difícil, hay que pasar el segundo semestre
porque en el 2013 la Argentina puede volver a crecer a tasas
razonables del 4 ó 5 por ciento y los vencimientos de deuda caen a
4.500 millones de dólares", es el diagnóstico realizado por uno de
los técnicos que suele frecuentar el Palacio de Hacienda.
La estrategia anticrisis de la Presidenta se asienta en tres
ejes:
-- Transformar de plano la matriz energética para que la
Argentina pase de país importador a exportador de combustibles.
En este punto la clave pasa por la estatización de YPF, la
regulación total del sector y modificaciones en la ecuación
impositiva, como se demostró con el aumento de retenciones para el
biocombustible.
El mayor desafío que afrontarán en este tema el viceministro de
Economía, Axel Kicillof, y el titular de YPF, Miguel Galuccio,
será obtener inversiones para explotar el megayacimiento de gas no
convencional de Vaca Muerta.
El yacimiento duerme en las entrañas de Neuquén y Mendoza, en
un área que ocupa 30.000 kilómetros cuadrados, y con las
inversiones necesarias, convertiría a la Argentina en una potencia
productora de gas.
En este tema, arrancaron con el pie izquierdo, ya que días
atrás, mientras Galuccio estaba reunido con inversores para
tentarlo con ese y otros proyectos, la Presidenta anunciaba el
decreto por el cual se intervenía totalmente el mercado energético
y colocaba a Kicillof como amo y señor en el tema.
De allí se dispararon versiones sobre un posible enojo de
Galuccio y un amague de renuncia, desmentido en forma tajante por
la Presidenta, que de paso reenvió un "mensaje" a sus
funcionarios, cuando se preguntó si "alguien podía creer que ella
rechazaría una renuncia". Traducción: "El que se quiera ir, que se
vaya lo más pronto posible".
La jefa de Estado mantiene a raya a su tropa con una estrategia
que combina el "látigo verbal" con tiempos prolongados de
indiferencia cuando alguna frase o actitud de un ministro o
secretario le disgusta, o fracasa en la tarea encomendada.
En la Casa Rosada exageran y aseguran que algunos funcionarios
le tienen "terror" a las rabietas de la mandataria, pero pocos se
animan a decirlo con nombre y apellido.
Cristina ha demostrado ser una política de carácter fuerte,
pero tal vez a veces su condición de mujer poderosa le juegue una
mala pasada y la lleve a sobreactuar sus apariciones públicas y
retos, como lo demuestra la cadena nacional en continuado que
viene dando desde hace meses, y que suele durar más de una hora.
Aún no se sabe cómo hará el gobierno para solucionar el severo
problema de multimillonarios subsidios cruzados, que pende de un
hilo, y atraviesa desde la energía hasta el transporte y los
planes sociales, en un entramado indescifrable que incluye
numerosas inequidades.
La segunda pata en la que se apoya la estrategia cristinista
se basa en sostener el nivel de la recaudación.
"A Ricardo y a mí nos hubiese gustado un poquito más este mes",
se sinceró en público la jefa de Estado cuando anunció el dato de
la recaudación de julio en otro de sus actos públicos.
Ricardo es Echegaray, el jefe de la AFIP llegado desde Santa
Cruz que es el funcionario mejor pago del Estado, con un salario
de 100 mil pesos.
Echegaray viene manteniendo una hiperactividad desde hace meses
y busca cerrar el cerco de la evasión, una de las principales
debilidades de la administración pública.
La AFIP incorporó en los últimos meses sofisticado software
que le permiten obtener información en tiempo real de numerosos
mercados, y también realizar entrecruzamientos de datos que
involucran a bancos, empresas y particulares.
Pero todavía el organismo sigue "cazando en el zoológico", ya
que la economía informal continúa en niveles elevados.
Además, la Argentina es una de las naciones con mayor presión
tributaria del mundo: 37 por ciento del Producto Bruto, lo cual
conspira contra la competitividad y es injusto para los
contribuyentes que cumplen.
Echegaray explicó los tres pilares en los que se apoya la nueva
estrategia de fiscalización de la AFIP: la utilización al máximo
de la tecnología disponible, la explotación centralizada de la
información y los controles en línea de las
operaciones.
El control de las importaciones y el cepo cambiario también
forman parte de las medidas extremas adoptadas por la Argentina
para tratar de contaminarse lo menos posible de la crisis mundial.
También constituyen las decisiones más controversiales, e
injustas, porque la prohibición de comprar dólares y la aparición
de un mercado paralelo donde la divisa cuesta un 40 por ciento
más, no sólo emparenta al país con lo más negativo de naciones
como Venezuela, sino que ha perjudicado a cientos de miles de
personas endeudadas en dólares en contratos privados.
Además, el cierre de muchas importaciones causó un impacto
tremendo sobre el aparato productivo y está provocando estragos en rubros que van desde el farmacéutico hasta el de
electrodomésticos.
El responsable de estas medidas, que cuentan con total aval
presidencial, es el secretario de Comercio Interior, Guillermo
Moreno, a quien hace un par de semanas muchos daban fuera del
gobierno y hasta insinuaban que un funcionario cercano a Kicillof
lo desplazaría.
Nada de eso sucedió: Moreno sigue siendo uno de los tres
mosqueteros preferidos por Cristina, se sigue dando el gusto de
decirle "Alec" a "Axel Kicillof" y hasta logró que su fortuna
personal tuviese una fuerte alza gracias a los ingresos de su
ferretería.
Nada mal para un hombre que solía recibir con un revólver sobre
el escritorio a los ejecutivos de las telefónicas cuando era
secretario de Comunicaciones, que era "más bueno que Lassie" para
el fallecido Néstor Kirchner y a quien, lo que más le reconocen
hasta sus enemigos, es su fama de incorruptible, tal vez su mayor
capital político por estos días en que los escándalos salpican a
otros funcionarios.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.