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Suplemento Economía Domingo 16 de Abril de 2017

Los problemas no se enfrentan, se solucionan

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REDACCION

Por REDACCION

¿Cómo podemos hacer para que los jóvenes dejen de beber? Mostremos el estado en que quedan sus órganos comparados con los de aquellos que no beben.

¿De qué forma podemos evitar que las personas compren productos en cuya producción intervienen esclavos? Mostremos los cadáveres de las personas que murieron en incendios de talleres por estar encadenadas a sus puestos de trabajo.

¿Cómo podemos ayudar a reducir el maltrato? Compartamos testimonios desgarradores de personas que lo sufrieron.


ENEMIGOS SIN

COMPASION

Cuando buscamos solucionar un problema comunitario suele hacerse irresistible la presencia del impacto; quizá sea porque todo aquello que se hace intolerable deseamos que se resuelva pronto, porque seguimos una tendencia arraigada y extendida, porque tenemos incorporada la creencia de que los límites cuando se fijan deben ser firmes o porque cuando queremos doblegar a un enemigo potente ponemos todo lo que tenemos en busca de un rápido KO.

Es razonable; todo aquello que nos perjudica y lastima en profundidad a cada uno de nosotros de manera individual y como sociedad no merece una respuesta tibia de nuestra parte.

Solucionar problemas demanda energía y firmeza; en especial cuando los problemas los generan enemigos sin compasión no hay razón para que la tengamos nosotros para con ellos; sin embargo el impacto -"el efecto de una fuerza aplicada bruscamente" como indica el diccionario de la Real Academia Española- solo sirve para dañar nuestro propósito.


IMPACTO O EFICACIA

Buscar el éxito rápido suele ser una búsqueda frustrante, pero mucho más lo es cuando lo que utilizamos para alcanzar nuestro objetivo es el impacto ya que este se logra poniendo en primer plano las consecuencias del problema que intentamos atacar.

El impacto es resultado de energía que golpea y las soluciones que funcionan, en especial aquellas que esperamos se mantengan, no se logran a fuerza de golpes.

El cambio -eso es lo que finalmente debemos lograr para modificar acciones equívocas- es un proceso constructivo que requiere múltiples ingredientes y participantes pero que se puede sintetizar en dos pasos ineludibles.

El primero; mostrar el cambio positivo al que aspiramos llegar y los beneficios que este genera en todos los afectados por el problema y su comunidad.

El segundo; transmitir el proceso necesario para que el cambio ocurra.

Si nos quedamos en el problema somos nosotros los que nos estamos anclando a él, si ponemos en evidencia las consecuencias que genera no habrá chance de vínculo con ellas, efecto que ocurre de manera natural ya que la angustia que genera llevará -con certeza casi completa- a negarlo o directamente evitarlo.

Las consecuencias de los problemas lejos de generar vínculo generan terror que paraliza o negación en forma de escalon que esquiva un intento detrás de otro.

Los problemas no se enfrentan; se solucionan, y para que esto ocurra tiene que notarse el valor del cambio como superior -en mucho- a mantener la conducta perjudicial.

Si no mostramos con claridad la salida o solución del problema que buscamos resolver estaremos perturbando a aquellos que lo sufren empeorando su situación; si no los ayudamos a resolverlo guiando y acompañando hasta que puedan incorporar la solución para aplicarla con independencia estaremos generando una frustración que invalidará la posibilidad de contar con nuevos intentos más adelante.

Los cambios siempre son cambios de valor y para que ocurran es necesario poner en evidencia que nos dirigimos hacia un nuevo estado mucho más valioso que el anterior por lo que vale el esfuerzo de abandonarlo.

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